Me está costando volver a la actividad. No puedo estar siempre de vacaciones y con tantas vocaciones en la cabeza, pero al mismo tiempo tan alejada de todas ellas.
Generalmente, me parecen interesantes todos los trabajos -los jardineros y las jardineras, por ejemplo, con sus plantas de exterior- excepto los míos y los de las dependientas de las tiendas de comida preparada que también son como los videoclubs, que no cierran ningún día. Debería hacer un esfuerzo y comprender que las dependientas hacen turnos y tienen días de fiesta, aunque a mí siempre me parezcan las mismas cada día. Si la cerveza está ligeramente fría pero no fría, debería decírselo al camarero, pero no siempre me veo con fuerzas.
Ayer, Takahama no me hizo daño, vinieron esos hombres y todo eran risas y griterío en el gimnasio, hablaban sobre lo bien que va la baba de los caracoles para las cicatrices. Qué tema más tonto, y yo allí leyendo un libro pero tan atenta a esas conversaciones de extraños que hablan con extraños de cualquier cosa.
Juntas pintamos muchísimo, todos los cuadros son tuyos o míos. Disfrutamos con esa nostalgia. ¿Alguien me echa de menos?, ¿Será fácil desprenderse de mí? y si no es así, ¿por qué hay tantos desaparecidos en esta isla? Pero, y si nadie los reclama, qué angustia también para el desaparecido.
Bueno, me voy a comer. Luego ya pondré una foto o algo bonito.
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