Todos echamos de menos el frío.
Las chicas sudan bajo sus abrigos nuevos,
rezan por las noches para que haya un cambio de tiempo
y sueñan con armarios llenos de guantes, gorros y bufandas.
Hace poco estuvimos en un hotel donde tienen contratado a un señor que únicamente se encarga del clima. Pasa las noches en vela vigilando el cielo. El jacuzzi del terrado se convierte entonces en una estación meteorológica. Nosotras lo descubrimos por casualidad cuando subimos a fumar un cigarrillo como dos fugitivas.
Allí estaba, rodeado de termómetros, barómetros,
pluvímetros y veletas.
El señor del tiempo pasa la madrugada recitando versos de Gil de Biedma,
deseando que el el frío vuelva a lamer su sien
para sentirse así menos desdichado.
Por la mañana, a eso de las ocho,
acaba su turno.
Recoge los bártulos y se dirige a recepción.
Allí le dan 20 cartulinas redondas con cuatro símbolos dibujados:
un sol, una nube, lluvia y una estrella de nieve.
Con un rotulador marca la previsión que ha calculado durante toda la noche.
Después pasa una cartulina por debajo de la puerta de cada una de las habitaciones.
Los clientes del hotel se sienten muy afortunados por ello,
ya no salen sin paraguas cuando llueve
ni en pantalón corto cuando nieva.
A mí me gustó mucho la previsión de aquel fin de semana y me la llevé de recuerdo.
Las chicas sudan bajo sus abrigos nuevos,
rezan por las noches para que haya un cambio de tiempo
y sueñan con armarios llenos de guantes, gorros y bufandas.
Hace poco estuvimos en un hotel donde tienen contratado a un señor que únicamente se encarga del clima. Pasa las noches en vela vigilando el cielo. El jacuzzi del terrado se convierte entonces en una estación meteorológica. Nosotras lo descubrimos por casualidad cuando subimos a fumar un cigarrillo como dos fugitivas.
Allí estaba, rodeado de termómetros, barómetros,
pluvímetros y veletas.
El señor del tiempo pasa la madrugada recitando versos de Gil de Biedma,
deseando que el el frío vuelva a lamer su sien
para sentirse así menos desdichado.
Por la mañana, a eso de las ocho,
acaba su turno.
Recoge los bártulos y se dirige a recepción.
Allí le dan 20 cartulinas redondas con cuatro símbolos dibujados:
un sol, una nube, lluvia y una estrella de nieve.
Con un rotulador marca la previsión que ha calculado durante toda la noche.
Después pasa una cartulina por debajo de la puerta de cada una de las habitaciones.
Los clientes del hotel se sienten muy afortunados por ello,
ya no salen sin paraguas cuando llueve
ni en pantalón corto cuando nieva.
A mí me gustó mucho la previsión de aquel fin de semana y me la llevé de recuerdo.
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