lunes, febrero 25, 2008

bienvenido, perro



Comparto la emoción de mi perro negro cuando se escapa de casa. Es uno de los grandes momentos del día.
De la semana.
Del mes.
Del año.
De la mañana.

La puerta de la calle se abre. Ese es el primer paso.
El segundo paso es su sombra y su cuerpecillo negro galopando veloces por el pasillo, con una idea fija por delante, un manjar para perros, una comilona de libertad.

El tercer paso...
ya no hay tercer paso. El perro se ha escapado. Pero antes ha superado un último obstáculo: la verja.

La verja la diseñó mi madre. La dibujó en un papel y se la dio al de las persianas, que también es el de las rejas. El vecino se la puso igual para no romper con la estética de la calle.

La separación entre barrote y barrote, sin querer, por casualidad... es justamente el ancho de mi perro flacucho. Si se engorda un milímetro más se queda atrapado en la verja y adiós costillas. Tendrías que ver cómo salta, cómo mete las orejas para dentro, como adelgaza el morro y encoge las patas para pasar. Cómo mantiene la dieta. Todo en un segundo, muy rápido.

Me lo imagino jugándose el tipo en los pasos de cebra. Un día, volviendo del trabajo, vi a un perro loco corriendo en la carretera por delante de mi coche. Era él.

El sábado llegó la hora de comer y no volvía. A la perra rubia le dimos sopa maravilla porque llovía.
Y el perro negro sin volver.
Y pasó la tarde y toda la noche. Y nada. Cuando un perro no encuentra el camino puedes plantearte si tú misma sabrías volver a alguna parte.

Pasó la noche fuera, en algún rincón oscuro. Carol se inventó un rezo para que el perro negro no pasara miedo.

Una "pareja joven", dijo el guardia, lo encontró pocos minutos después de escaparse en las pistas de petanca. La guardia urbana llamó a la perrera y se lo llevaron.

Tras pagar 200 euros por el "servicio" de recogida nos desvelaron donde estaba. El perro negro empezó a aullar cuando oyó nuestras voces. Salió de una habitación sin cara de arrepentimiento.

- No te escapes más, no te escapes, tonto. -le dice mi padre-

Efeméride: El barrio empezó a ser más bonito hace dos años.

1 comentario:

  1. Aún no te leía en el 2008, no conocía a tu "perro negro". Tuve dos perros "escapistas"... me tocó llorarlos. Ahora tengo a Lupe que no se me escapa y se me asoció un gato casi albino que alguien abandonó y decidió quedarse en mi terreno. Me gusta cuando hablás de tu perri. Un beso

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