Estás en tu cama andaluza de sábanas blancas deslumbrantes escuchando los ladridos de lo perros andaluces, que son chiquitillos y corren sueltos.
Yo estoy en mi cama de la costa dorada, de sábanas con iniciales que no son las mías pero bordadas por una abuela andaluza. Esa es la conexión geográfica entre nuestras camas. Así que puedo darme la vuelta y chas, aparecer a tu lado.
La noche está tranquila, suena a lo lejos la música de algún hotel. Un imitador de Elvis, seguro.
Hoy he bajado a la playa y me he dejado llevar por la melancoisla. Sigue faltando un año para volver, apenas llevamos 3 días en la península y todo empieza a ser como antes: telediarios, llamadas al móvil, algún mail del trabajo... En la isla sólo había arena, mar, faros, chiringuitos y mojitos. Ya hemos gastado un mes de vacaciones, lo mejor es que aún nos queda otro entero. Agosto siempre es largo y amarillo, tu color preferido.
Podría subir a un avión el lunes que viene hasta Granada y plantarme en tu casa a eso de las ocho de la tarde. Qué tentación. Cuando llegue pronunciaré "Andalucía" como a ti te gusta, marcando mucho la "c".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu mensaje secreto.