Ayer partí un queso curado con la ayuda de un martillo. Pam, pam, pam, golpes y más golpes. Al terminar la faena salí al balcón. Ya había anochecido. Descansé un rato, tenía el cuello agarrotado. Me tomé un trinaranjus con hielo. Corría una brisa de muchos rincones del mundo y movía las ramas de los árboles. Me sentía orgullosa.
Esta mañana me he levantado a las siete, no podía dormir. La cocina aún huele a queso. Mi camiseta huele a queso. Mis manos.
Esta mañana me he levantado a las siete, no podía dormir. La cocina aún huele a queso. Mi camiseta huele a queso. Mis manos.
Tengo el estómago sucio de queso.
una cena entre vuestra casa y la nuestra sería el sitio más parecido a un taller mécanico. ud. parte el queso con un martillo y nosotras abrimos el lambrusco con una pinza de fontanero...
ResponderEliminarestá bueno tener el estómago sucio de queso y limpiarlo con vino...
saludo.
amapola, jajaja! en serio? lo del taller mecánico es buenísimo, vuestra solución es un sacacorchos, la nuestra un queso semi-curado ;D
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