Lavar el dobok de Taekwondo, doblarlo (aunque sea mal) y meterlo en la bolsa, resucita en mí una porción de la ilusión que sentía a los 9 años. Lo llevamos blanco e impoluto, no como alguno de los chicos. Especialmente el de Julio, que ya amarillea. Julio es un chico que se pasa la tarde en el gimnasio practicando sin cesar. Cuando acaba nuestra clase, la última del día, él aún sigue haciendo abdominales o dándole patadas al saco. El maestro no le hace ni caso, jamás le he oído decir "Julio, sigue así, lo haces muy bien". El chaval tiene una autoestima enorme y el maestro lo sabe, no necesita la aprobación de los demás. Un día pactamos que lo dejaríamos todo por ir a Taekwondo y por conseguir el cinturón verde. Ahora ya casi estamos y no nos ha costado tanto como imaginábamos.
Dejarlo todo por nada es una locura, dicen. Pero en qué parte está la locura, ¿en todo o en nada?
Me he apuntado a clases de hip hop para mayores de 25 años. Yo siempre había querido aprender a bailar siendo mayor de 25 años. Y disfruto tanto en clase, mirándome al espejo, intentando "copiar" a la profesora, contando los tiempos. Hay movimientos muy sutiles, de hombro, de cadera, pero están llenos de significado. Luego, le metes un poco de "rollito", como dice mi profe, y listos. Ya eres feliz. Ya lo tienes todo por nada.
Cuando llego a casa busco la música en Spotify, aparto la mesa y le enseño la coreografía a Carol antes de cenar. Mírame, ya verás. Eso es todo. Lo admito, me encanta ese momento de mayores de 25 años.
Me he apuntado a clases de hip hop para mayores de 25 años. Yo siempre había querido aprender a bailar siendo mayor de 25 años. Y disfruto tanto en clase, mirándome al espejo, intentando "copiar" a la profesora, contando los tiempos. Hay movimientos muy sutiles, de hombro, de cadera, pero están llenos de significado. Luego, le metes un poco de "rollito", como dice mi profe, y listos. Ya eres feliz. Ya lo tienes todo por nada.
Cuando llego a casa busco la música en Spotify, aparto la mesa y le enseño la coreografía a Carol antes de cenar. Mírame, ya verás. Eso es todo. Lo admito, me encanta ese momento de mayores de 25 años.
Que interesante, también quiero aprender a bailar y también tengo mas de 25, pero parece que tengo "dos pies izquierdos" jii. Suerte.
ResponderEliminarYo no puedo. Quiero decir... no me gustan las actividades para mayores de 25 años. Me generan un sentimiento de pérdida terrible. Un vacío en la boca del estómago. Ansiedad lo llaman. Al final siempre recurro al juego. Como los niños que somos. Jugar y jugar y jugar como si nunca fuéramos a tener 25 años.
ResponderEliminarMe encanta tu blog. Un saludo.
jejeje esas pequeñas cosas que se hacen grandes solas...
ResponderEliminarbesos
Y...¿Carol que hace cuando le repites la coreografía antes de cenar? ¿te come a besos? o se parte de risa??? Visto que aún eres novatilla....
ResponderEliminarun beso.
Nieves
Sin duda, momentazos! :D
ResponderEliminarBesos
Peor es la locura de creer que algo es tan grande, tan "todo", que no merece dejarlo por nada. Aunque bueno, al fin y al cabo, el todo y la nada tampoco están tan distantes...
ResponderEliminarBELLARTE,
ResponderEliminarsiempre se puede aprender.
Céfiro,
jajaja... Bueno, supongo que la solución es tomarse las actividades para mayores de 25 como juegos :) Gracias, saludos.
Laura, :) Tienes razón.
nieves, soy novatilla pero tengo mucho ritmo. XD
candela, tú lo has dicho :P
Sofía,
Qué buena reflexión, le has dado la vuelta. Claro, "todo y nada" es como "siempre y nunca", están cerca.
gracias por la sonrisa que me has sacado con aquello de: "Dejarlo todo por nada es una locura, dicen. Pero en qué parte está la locura, ¿en todo o en nada?"... Besoles!
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