Hace menos de 48 horas que estoy en Nueva York, pero me han pasado tantas cosas que parece mentira que no lleve ni dos días enteros aquí. Ser consciente de ello me acaba de impactar muchísimo, acojonarse en fino. Supongo que es porque, aunque he estado acompañada algún rato, tengo una autoconsciencia similar a la de los sueños: soy yo y todo está focalizado desde mi punto de vista. Es todo subjetivo. Es en primera persona. Si fuera una película sería como Mapa, de Siminiani (siento ser tan insistente con Mapa pero es que vuelve a mí en muchos momentos), se vería en pantalla lo que yo veo, pero en pocos momentos se me enfocaría a mí. Y bueno, supongo que por eso es tan intenso, me cuesta comprender todo lo que siento, pero no cambiaría todas estas sensaciones por nada en el mundo. Externamente todo se ha manifestado en forma de llanto repentino, ha sido fantástico llorar mientras amanecía y entraba esa luz maravillosa por la ventana (me he despertado a las cinco con mucha sed). Llorar no quiere decir que esté triste. La felicidad nunca es como una espera, por eso a veces cuesta reconocerla, pero sigue siendo felicidad igualmente. Tendríamos que tener un diccionario con todos los tipos de felicidad para poderla identificar siempre. Me he acordado de Inés en ese momento y la he sentido cerca. No sé si acordarse de un personaje inventado mientras lloras y encima sentirlo como si fuera "alguien real" se acerca a algún tipo de locura, pero bueno, es lo que hay. Sé que no estoy hablando de la ciudad, lo siento... ya hay unas guías fantásticas en las librerías... Tengo hambre y no, tengo sueño y no... todo es y no es.
Mismo lugar, mismos sentimientos.........
ResponderEliminarY lo bien que te quedan las uñas coloreadas...
ResponderEliminarBesos, aviateur.
Nieves
Disfrútalo y nos vemos a la vuelta :*
ResponderEliminarLlanto reparador y feliz a las 5 am en NY. Que envidia me das, aviadora, y que bien saberte hambrienta y no
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