sábado, septiembre 05, 2015

Página doblada: lo indispensable




Lo indis-pensable


HAN PASADO ALGUNAS SEMANAS desde la última vez que hablé. Me he acostumbrado al silencio, en parte por Carl (luego hablo escribo sobre él, o mañana). He logrado reparar la avioneta gracias al curso How to Fix your Plane. Muy bueno, lo recomiendo al 100%. Vale la pena, en serio. Si alguna vez os halláis en la situación en la que yo estaba –estrellada y perdida– me escribís un e-mail y yo os doy el contacto. Así de simple.


Se encienden los motores de mi avioneta y puede volar. ¡Ya puedo irme a mi casa! Sin embargo, me siento tan a gusto en el bosque que me ha tocado, que he decidido quedarme a dormir en la cabina durante un tiempo. Aquí las noches son límpias, huelen a jazmín silvestre. Casi no echo de menos a nadie. En parte porque estoy trabajando mucho.

De vez en cuando bajo a la ciudad a conectarme  porque estoy colaborando en el proyecto Sherlock Holmes and The Internet of Things y necesito comunicarme con mis compañeros de equipo, los
221B - Baker Street Team. No nos conocíamos de nada hace tres semanas, pero ya tenemos un código común de bromas varias. Nos coordinamos muy bien, incluso viviendo en distintas granjas horarias. Con gallinas, vacas, minutos, horas, todo eso.

A Carl le conocí en el bosque un día que descubrí que había una playa cerca. Tiene 21 años. Es mudo y  un chico increíble. Lo dice todo sin palabras. Nos miramos y ya sabemos todo lo indis-pensable. Nadamos juntos hasta agotarnos. Sin connotación sexual. Su accidente fue haciendo parapente. Por las noches jugamos a poker apostando paraguayos, hojas de laurel y latas de atún. Es mi amigo y nos sobran las palabras. Pero en el fondo, ambos anhelamos tener un amor no unilateral. Queremos un amor de doble dirección. Yo te quiero a ti y tú me quieres a mí. Parece sencillo.


Me pica el cuerpo. Creo que tengo una alergia. 








11 comentarios:

  1. Atún ¡en agua! ¡Vamos, no me jodas!
    Están locos, estos mexicanos...

    Aceite, ¡ACEITE! ¡Viva el aceite!

    BTW, yo conozco al padre de Carl :')

    ResponderEliminar
  2. No es una agua normal, es un "agua en trozos." Cómo sabes que es una lata de México? El padre de Carl was a good man.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Agua en troso te vih a dah yo a ti...
      ¡Y no andeh descarsa, que te me vah a constipáh!

      Eliminar
  3. Cómo sabes que estaba andando descalza???

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Podría contestar yo siempre lo sé todo...
      Pero esta vez seré honesta: Ik ben je buurman , je spion vanaf het balkon. ;)

      Eliminar
  4. Por este tipo de cosas (agua en trozos) Dalí odiaba México, era (y aún es) más surrealista que él :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues para mí, el agua en trozos, es un razón para amarlo! :D Amigo Carlos, un abrazo

      Eliminar
  5. Anónimo6:36 a. m.

    No llegaron tus señales de humo y el código morse muchas veces se me hace incomprensible. Parece buena compañia carl, ideal amigo-ausencia. Por ahi leí que la ausencia amorosa va en solo sentido y no puede suponerse sino a partirde quien se queda -y no de quien parte-. Me gusta el atún en agua en trozos y descalza, tanto como el tazón de cerezas frías que compartimos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Confiarlo todo a unas señales de humo no es buena solución, sobre todo si la ausencia es de un único sentido. Soy una devoradora de latas de atún. Demasiado tiempo sin comer cerezas.

      Eliminar
  6. Anónimo7:48 p. m.

    Te leo y es como volver a casa...
    Migae

    ResponderEliminar

Deja tu mensaje secreto.