Al volver, el tren iba lleno de gente con mochilas, perros grandes, bicicletas... Tenía pinta de que la mitad volvía de pasar unos días en la Naturaleza. Caras bronceadas, gente dormida, cansada, agotada. Familias felices con hijos en instagram. Dos vigilantes de seguridad. Unos hombres se han pasado todo el trayecto hablando de calles de Barcelona y de cómo ir más rápido a los sitios por tal avenida y no por otra... no he entendido muy bien cómo se puede tener una conversación sobre eso y que dure tanto tiempo, ¿serían taxistas? También un grupo de señoras, muy bien vestidas, según la norma imperante, peinado de peluquería, tacones, maquillaje, abrigos impolutos, pendientes de perlas. Mucha incomodidad, todo eso puesto encima. Hablaban de los nietos, de las celebraciones, de pasteles de cumpleaños. Iban a algún lugar, yo me preguntaba a qué lugar. A qué lugar se va un domingo a las seis en un tren. Yo volvía a mi casa.
No comprendía nada. Ajena a todo el pasaje. Una especie de revancha interna. Y una tristeza, también, por no sentirme "dentro". Una tristeza llena de rabia.
(La foto de esta mañana)
Las señoras de +60 van a su baile del domingo, no?
ResponderEliminarSí, es probable, pero a qué hora empieza el baile? Mentalmente, calculé que tal vez empezaba a las 18:30 o 19:00 y acababa a las 22:30 y volvían en algún tren a las 23:20. Hoy estarán de resaca. Gracias por el comentario. La vida es más entretenida con comentarios.
EliminarMedia vida peleando por estar dentro y otra media por estar fuera... las cosas salen o no salen, o entras o no entras, pero forzar las cosas nunca acaba de funcionar, ¿no?
ResponderEliminarCon lo agradable, instructivo y cómodo que resulta mirar las cosas desde fuera... ¿para qué dentro?
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