miércoles, agosto 30, 2017

Las llaves





Esta mañana, me he bañado en un río y he tirado piedras rasas para que rebotaran. Seguro que tú lo sabes hacer. A mí no me sale. También he estado observando las copas de los árboles tumbada en una piedra grande y plana, en la orilla. El bello sonido del agua brincando. El bosque me ha recordado a The Walking Dead. Ojalá haya un día una epidemia zombie. Me preocupa el combustible. Cómo nos moveremos. Me preocupa cómo sobreviviremos. Me preocupa cómo vamos a dormir sabiendo que hay zombies. Contigo dormiría tranquila porque sé que los matarías a todos. Viva la idealización y la fantasía. Así es menos aburrido. Los matarías sin vacilar. Yo sería buena en otras cosas. Sería buena buscando lugares en los que montar un campamento. Sería buena manteniendo cierta esperanza de cambio.


Me gustaría vivir siempre en el bosque. Y que "siempre" significara algo distinto. 


He colgado las llaves en la mochila. Mientras andaba se chocaban las unas con las otras. Por sorpresa, te has cruzado por mi mente. No he sabido hasta hoy que ese sonido era algo característico tuyo, un sonido que te acompañaba. En cierto modo, es una pena que con el tiempo se desvanezcan este tipo de detalles que almacenamos sobre las personas a las que hemos amado. También he recordado que hace un año me acordaba de ti. Y es un recuerdo sobrescrito. Un recuerdo encima del recuerdo de un recuerdo. Qué aburrida debo de estar, supongo. No, no creo que sea eso. Pero en cuanto dejo de rellenar, aparecen los huecos.

Noches de en el bosque. Me pongo a leer una novela (Mi nombre era Eileen, de Otessa Moshfegh), veo una película en el iPad (una de esas que me gustan ver cada verano, Pequeñas mentiras sin importancia o la de Sorrentino o una de esas españolas que están pocos días en cartelera.) Mientras tanto, la perri duerme a mi lado, en un cojín, encima de una silla, bajo la noche. Hay luz en una caravana, en una de las parcelas. Se abre la puerta y aparecen dos siluetas. Muevo las llaves, se chocan unas con otras. 


4 comentarios:

  1. Me pregunto por qué llamamos idealizar a lo que nos resulta más bello o menos aburrido si, en el fondo, la realidad cotidiana también es una idealización absoluta. Lo que pasa que más fea. Me refiero a que lo que consideramos real no es más que otro producto de nuestra mente. Y esto me hace plantearme por qué no vivimos siempre en lo que con asiduidad llamamos idealización o fantasia. Si, total, todo es fruto de nuestra mente. Creo que yo no podría sobrevivir en el campo con los zombies; sería la primera víctima, por ingenuidad pura, supongo. Besos.

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    1. Sí, tienes razón, todo es una interpretación, así que la realidad no sabemos cómo es realmente, jaja. A mí me gusta añadir efectos especiales. A mí los
      zombies me dan un poco de pena, así que seguro que trataría de "humanizarlos". Haría una escuela de zombies o algo así. Hay una peli que trata un poco el tema, se llama The girl with all the gifts. La recomiendo. Un beso

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  2. Sé que no tiene ningún sentido, pero cuando te leo sé que si yo fuera tú escribiría como escribes tú (bueno, seguramente un poco peor).

    Ignoro qué significa lo que acabo de decirte.

    Que me alcanzas de un modo que he sentido muy pocas veces, tal vez.

    Besi para la perri.

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    1. Gracias, Jesús. Cuánto tiempo! A mí me pasa a veces, lo que dices, de leer algo y decir que yo también lo escribiría así. La perri se ha puesto muy contenta. Un abrazo.

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