martes, abril 07, 2020

26 días confinada (empecé antes)

Me he despertado y, tras desayunar al sol en el balcón, mientras veía a los repartidores llegar con sus furgonetas, he tardado casi dos horas en decidir si seguir mi racha de 4 días seguidos haciendo yoga (el remedio moderno para todo), o si mejor romper con ello.

He optado por hacer yoga, pero a los diez minutos de clase me he tumbado en mi esterilla improvisada, y he dejado de seguir las instrucciones del vídeo, me he quedado un buen rato mirando al techo, con la voz de la yogui youtuber de fondo. Me relajaba. Y al mismo tiempo, crecía el hastío y la apatía.

Hoy no ha sido un buen día. Además, he terminado Halt and catch fire. ¡Cómo me ha entretenido esa serie! Excelente banda sonora, excelente trama y mi platónica Mackenzie Davis dando vida a una programadora de videojuegos en plena efervescencia de bits ochentera. La he disfrutado muchísimo.

Luego he estado fregando platos, haciendo la cama y barriendo, mientras escuchaba un podcast de Efecto Doppler. Una entrevista a la escritora Belén Gopegui. Reconozco que esas cuatro tareas (vaguear haciendo yoga, hacer la cama, fregar los platos y barrer) me han salvado media mañana.

Por la tarde me he discutido con un Airbnb del primero segunda, manteniendo las distancias de seguridad, de hecho, en cuanto he visto que se acercaba, le he cerrado la puerta. Me he discutido mal, sin modales. Debo decir que él ha sabido mantener la compostura. Es de esos que discute sin inmutarse. No hay que fiarse. Le he dicho, por segunda vez (la primera fue el sábado, de madrugada) que está prohibido usar el terrado, ahora y siempre, y que la norma no me la he inventado yo, sino la comunidad, porque está hecho una mierda y los últimos pisos tenemos goteras y, además, cada paso que se da arriba parece el de un dinosaurio y retumba toda la casa. Que quién era yo para prohibir nada. Y tú, ¿tú quién eres? La próxima vez llamo a la guardia urbana. Oye, sin amenazas. Que te digo que no se puede usar el terrado y punto. Portazo.

Me he quedado mal media tarde, indignada por un puto subalquilado de airbnb en pleno confinamiento, paseándose por toda la escalera y dando brincos por el terrado. ¿Que estoy exagerando?Me importa un pito. Que al terrado no sube nadie mientras yo esté en este edificio. He llamado al presidente. Va a cambiar la cerradura y solo voy a tener llaves yo para controlar el desagüe y las goteras. Se acabó el tema del terrado.

Francamente, no sé qué más he hecho en toda la tarde. Tomar el sol en la terraza un rato y enviarme audios con un vecino preocupado, que ha escuchado mis gritos y mi indignación. Creo que debo controlarme.

No puedo dormir, o no quiero. No tengo ni idea de cual de las dos es. Por un lado, me iría genial dormir para dejar atrás este día de desidia confinada, pero por otro, ah... me queda la esperanza de revertirlo con una lectura a las tres de la mañana, o con esta confesión en este blog de los dosmiles.

Mañana llamaré a Pereira para contarle cuánto odio a la especie humana durante la crisis del coronavirus.

Mañana me gustaría coger la bici, recorrer todo el paseo de la playa hasta el final de la Barceloneta.

2 comentarios:

  1. A mí lo único que me pudre de este confinamiento impuesto, que apenas varía de mi existencial confinamiento voluntario, es no poder usar la bici.
    Y qué gracioso, no sé quién será tu 'Pereira': el mío es el servicio de instalaciones que nos resuelve los marrones cinematográficos, cuando los hay. O cuando los había, en la época previa a la desaparición del cine y el teatro AY DIOSANTO QUÉ VA A SER DE NOSOTRAS.
    Me apunto la serie esa en mi lista de pendientes en Filmin usurpado.
    No discutas, quita mucha energía. El aislamiento está consiguiendo que detestemos al prójimo. Más.
    Mientras, la naturaleza se adueña de todo: ayer vimos PERDICES en la bici-senda paralela a la Avenida de los Poblados, que es un lugar insólito, industrial, donde jamás imaginarías ver esas aves medio inútiles. Tan vulnerables. Y hay cosas verdes creciendo por todas partes, en las grietas del asfalto de la M-30; los conejos que viven ahí encerrados habitualmente deben estar súper felices. Me alegro tanto por ellos...
    Qué puto coñazo el yoga, la verdad.
    Bueno. Ánimo, si eso.
    Lucho manda besitos a Lady Croquet.
    Y yo a usted, señorita.
    Nos vemos pronto, ya verás.
    :-)

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    Respuestas
    1. (Yo, más que confinada, me siento CONFITADA. Pero es que mi señora no puede parar de cocinar postres. Death by crema pastelera? Sugar is also a virus... Sweet muerte, springtime is here...)

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