El domingo salí a dar una vuelta después de pasarme todo el sábado con dolor de cabeza; hacía un poco de frío y un sol radiante. Me subí la cremallera del abrigo hasta arriba. Con gafas de sol, mascarilla y capucha me sentí como un ser no terrenal, como un ángel paseándose por el mundo. Feliz, caminando como si nada pudiera afectarme. Entonces decidí que quería aprender a tocar la batería.
Al día siguiente, el lunes, recibí mi primera clase.
Por las noches tengo la sensación de que he recorrido un largo camino durante el día. Tengo grabada esa frase en mi mente y no sé el porqué, lo de ir hacia adelante. Pero he encontrado lugares para descansar.
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