Esta mañana, he bajado a desayunar a la cafetería nueva, antes de ponerme a teletrabajar. La han puesto en la planta de abajo de la antigua fábrica. Es un edificio industrial que, cuando sales del metro, parece que te dé la bienvenida al barrio. Para mí, esa antigua fábrica significa "casa", significa "territorio", significa "mi lugar".
Desde los ventanales de la cafetería tenía una vista inmejorable de todo el chaflán, con la gente yendo y viniendo, saliendo de la parada, a tandas de cuatro o cinco minutos. El ajetreo de las mañanas. En seguida he pensado en mi idilio con estas calles, con este hogar y con todo lo que significa para mí. No necesito irme. Siento este amor, tan vivo y tan de verdad... He decidido pausar mi búsqueda de piso porque tengo una corazonada. Una intuición. Voy a escuchar lo que está diciendo.
El otro día vi que el último corto de León Siminiani se llama "Arquitectura emocional" y, por lo que he leído trata, precisamente, de esto que últimamente tanto me importa. De los lugares que no son solo lugares.
Desde el balcón veo la cafería y también la librería. Me encanta ver el escaparate iluminado por la noche e imaginar todos los libros que hay tras el cristal. Esto es amor, es amor, es amor, no me cabe duda.
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