sábado, mayo 02, 2015

Fotocopia: Detonantes



La decisión de dejar mi piso e irme de viaje fue fruto de una iluminación al despertar. Supongo que el subconsciente todavía seguía activo. No lo sé.

Pero hubo otro detonante. Coincidió con un proceso de mantenimiento de las vigas de madera. La propietaria decidió hacerlo y a mí me lo comunicaron por teléfono una semana antes. Pensé que era genial tener una casera tan cuidadosa. Yo todavía no sabía que siete días después decidiría mudarme, si no le hubiera dicho que esperara a que yo me fuera. No tenía ni idea de lo que iba a pensar una semana después. Creo que hace años no me pasaba esto. Yo no cambiaba de plan así como así. Había una estructura.

El operario que me llamó por teléfono me dijo que tenía que recoger toda mi ropa, mis libros y los objetos frágiles. Pensé en guardarme a mí misma.

Hice cajas. Aquel proceso me confirmó que aquello estaba siendo una mudanza encubierta. Una señal. Y ahí se desencadenó todo.

He vuelto a mi casa después de más de 48 horas, tal y como me dijeron. He entrado y estaba todo destartalado. Los muebles amontonados, la cama de pie apoyada en la pared, las sillas y la mesa en la terraza, el sofá en un sitio que no era el suyo. Una lámpara rota. Un parte de incidencia de lámpara rota que en teoría tiene que pagar el seguro. El suelo asqueroso. Mi póster de los Goonies arrugado (ya me advirtieron que con el de París Texas ligaría más), debajo de un montón de cosas. Mi territorio hecho trizas. Yo no lo dejé así el martes.

He abierto las ventanas para seguir el protocolo. Tenía que estar al menos cinco horas ventilándose. Y me he bajado a la calle.

Al salir de la portería, uno de los chicos pakistanís del supermercado me ha saludado con una sonrisa de oreja a oreja. En todo este tiempo jamás me había dado los buenos días, y menos tan efusivamente. Joder. Me ha dado pena. He pensado que justo ahora que me iba me integraban en su comunidad.

Me he comprado una coca-cola y me he sentado en un banco frente a la boca de metro. En la estación de Bicing había una chica fumando. Me ha dado un vuelco el corazón porque se parecía mucho a X. Su gesto, su pelo, su cuerpo. Era igual. Todo igual. Me he quedado allí pasmada. Ella parecía estar esperando, porque ahí no hay nada más que hacer que esperar. Me he puesto nerviosa y he querido liarme un cigarrillo, pero no llevaba. Los ojos claros. Los labios así. Se le parecía tanto que me he quedado  observándola, recreándome en la ficción. Me he puesto detrás. De espaldas era exacta. Me he movido y me he puesto a un lado. De perfil también. Si la miraba de reojo, era ella. Y me he quedado pasmada dejándome llevar por aquella tonta fantasía...

He planeado acercarme a la chica. Pedirle un cigarro. Contarle algo. Contarle que se parecía a un amor y que justo yo estaba dejando una casa, y que todo era raro. Que todo estaba patas arriba. Que cómo se llamaba. Que si era del barrio. No sé. Alguna respuesta. Entonces ha salido una mujer del metro y se ha ido con ella andando en dirección a la playa.

En fin. Es doloroso dejar de nuevo un hogar. Abrir los grifos por última vez. Todavía estoy a tiempo de echarme atrás, pero no creo que sea lo correcto. Me estoy acojonando. Cada día me parezco más a Richard Novak, el personaje de la novela de A.M. Homes. Pero él, al final, se deja llevar.
He vuelto a subir a mi casa para hacer pis. La emoción de ver a X, aunque fuera de mentira. La Coca-Cola Zero.
He vuelto a verlo todo desmontado. Parecía el primer día, como cuando llegué y todo estaba por hacer, pero era una nueva vida. He pensado en las cosas que quería que pasaran en ese lugar, y nada de aquello ha sucedido. Pero han habido cosas distintas. La vida es así. Está llena de sorpresas y de contratiempos.
He mirado hacia el pasillo. Me he puesto a reír. 
No. En realidad, a lo contrario. 
Me sentía perdida. Y un poco sola. Con todo el peso de no saber nada. Por qué no estaba bien en mi trabajo? Por qué no decidí ser una mortal más?
Me he puesto mi gorra verde con una avioneta pintada (me la dibujó un chico que hacía graffitis) y he vuelto a marcharme. Por suerte, A y M me han acogido en su casa y me han dado de comer muy rico. Hemos visto el vídeo de Eurovisión de Azúcar Moreno. Cuando salían a cantar y las trompetas no sonaban. Fue culpa del director musical. Y ellas se marchaban del escenario enfadadas. Y el de la guitarra se ponía a bailar para disimular. Quedamos en quinto lugar. 
Yo también debería ponerme a bailar para disimular tanto desconcierto.

martes, abril 28, 2015

Fotocopia: No he usado el comodín de junio. Ni el del público ni el de la llamada.

Fuente: http://www.zazzle.es/bicyclecards


El sábado por la noche volvía con mi guitarra y mi chaqueta de motorista (para aparentar una pizca de maldad, pero me temo que no lo consigo) en un vagón de metro que iba lleno de veinteañeros que olían bastante mal. Cuánto me alegro de haber pasado ya la veintena y oler bien.

Aún así, era bonito. Había cierta comunión entre todos... o ninguna. Los que se iban de fiesta tenían ese brillo en los ojos de a ver qué va ocurrir esta noche. Otros teníamos el brillo de a ver qué va a pasar con mi vida.

En la curva mortal de la línea amarilla, todo el mundo sabe cual es, se abrió la grieta. Fue un segundo.

Me metí en la cama con el abismo bajo los pies. Al día siguiente, al despertarme, escuché: ¿por qué sigues en esta casa si ahora ya nada dice que te quedes?

Ha sido mi territorio durante dos años. Me da un poco de pena abandonarlo, pero la pena no es amor. Aquí hubo soledad de la buena y de la mala, de la que te hace sentirte a gusto y cruzar un puente, y de la que te ahoga en cinco minutos sin que te des cuenta. He rehecho mi lista de canciones favoritas veinte mil veces. He compuesto cada día un inicio en el que se veía un reloj, una calle, unos tejados y un nido de gaviota. Y el sol en mi terraza, donde siempre era primavera, y yo sentía eso indefinido. 

Eso. Dolía pero era hermoso.

Lo decidí en una mañana. No son sólo paredes, aquí me he reconstruido en muchas ocasiones. Mis piezas sobre la mesa. No quiero dejarme ninguna. Estoy contenta. Seguir aquí era un impedimento y una comodidad. Creo que es sensato dejarlo atrás. Pero también estoy un poco asustada.

He desayunado con todo esto en la cabeza. He puesto el podcast de Todos somos sospechosos. Ha sonado una canción del nuevo disco de Christina Rosenvinge. No quería escucharla por si me recordaba al pasado bonito en el que nada de lo bueno se acababa. Por si me recordaba a la isla y a aquella otra vida. Por si volvía a temer haber agotado mis tickets de "vale por". La sensación de que todo estaba bien. Pero al final he tenido que tragarme la canción entera.

Curiosamente, el estribillo decía aún no sabes señalar lo que te falta. 

Ahora sí que saco el comodín.

Dije adiós a mi trabajo, ahora digo adiós a mi casa. ¿Hola?

¿Hola papa, hola mama?

Me he comprado un billete de avión, he planeado el verano, pero tendré que pensar en algo productivo. No quiero quedarme atrás dejando atrás.




miércoles, abril 22, 2015

Fotocopia: Tengo un comodín y se llama mes de junio





Tengo un comodín y se llama mes de junio. Es el comodín que te ahorra no pensar ni decidir hasta el mes de junio. Me permite tomarlo todo con calma, con más calma, si cabe. En junio tendré que ver qué opciones hay. Básicamente, las opciones se pueden dividir en: 

  • las responsables y las irresponsables
  • las sensatas y las insensatas.

Pero hasta entonces, un poco de aquí y un poco de allí, ver a ver qué pasa, ir a inglés, hacer trabajos "alternativos". Algunos días estoy fregando platos en el restaurante de mi vecino, así si salgo no me siento mal. El primer día me lo pasé muy bien, pensé que era un trabajo la mar de relajante, porque te olvidas de todo lo que en teoría es más importante.  Me ha dicho que quiere montar aperitivos los domingos  y que igual toco la guitarra con un amigo suyo. Su amigo se parece a melendi y a mi me da bastante repelús. También le estoy haciendo una web a un conocido o amigo, no sé lo qué es. También estoy siendo sociable; también estoy viendo algunas opciones para el futuro; también escribo cuatro tonterías en un documento que en teoría es una historia con inicio, desarrollo y final. Sigo entreteniéndome en el metro pensando en "cosas poéticas" y bonitas. Ayer me encontré a un exalumno en la parada de Jaume I. Estaba muy adolescente mayor. Creo que lo tuve en mi primer año de profe, en algún curso de los de ciclo superior. Estuvimos hablando un rato. Hoy he cambiado mi cama de lado. He puesto mi segunda guitarra en una silla blanca y he tocado una sevillana en estilo folk-grunge, pero con voz y todo, como es abril... Ha sido apoteósico. Mis vecinos no sé qué deben pensar. Yo tengo que aguantar que toquen el violín y la flauta a las diez de la noche. Leo, veo películas (la última, Blue Ruin, muy buena) y trato de no mirar como se consumen mis ahorros. Tengo pendiente lo de compartir mi piso y buscarme una compañera o compañero.

Este fin de semana abrí mi carpeta llamada Papeles de Hacienda, la llame así para disimular lo que realmente era. No guardo en ella nada relacionado con la Agencia Tributaria, pero desde luego que lo que guardo ahí es un tributo a alguien. Esto sólo se lo cuento sin filtro a E, a la que puedo decirle toda la verdad y nada más que la verdad, con nombres y apellidos, sin que me pegue la bronca o  ponga caras raras.

Hoy me he puesto pantalones cortos y he tomado el sol. El jueves, que será el día de Sant Jordi, me iré a la playa porque no me van a regalar niguna rosa de amor, sólo de esas que se regalan si te compras un libro. Pero esas no valen. No fastidies, esas no cuentan.

Me he acordado de una chica que me gustaba en 2003, con la que me vi unas cinco veces, no lo recuerdo. No sé ni cómo la conocí, creo que me la presentó alguien por Messenger. Atención. Messenger. Esto ya es vintage. Se llamaba I. Busqué su nombre en Google y me salió una foto actual. Estaba bastante igual. No estaba enamorada de ella pero se fue de Erasmus y se enrolló con una tal Marta y me rompió el corazón. Entonces hice una presentación en powerpoint (qué horror) con todas sus fotos y me las pasaba en bucle para llorar. Ella me hablaba de Marta porque acordamos ser amigas igualmente. Tengo recuerdos en mi mente con la tal Marta, me contó algo de que habían ido de paseo por unas rocas de la costa francesa y yo me monté la película como si fuera la protagonista. Al final, yo también quería estar con Marta. Corazones.

(me voy a  clase de baile y luego sigo)

Ya he vuelto. Hemos hecho una coreo con suelo. Mañana me dolerá todo el cuerpo porque ya tengo 36 años.  La profe me decía "hoy no has merendado, verdad? porque te comes los pasos", y yo sonrería mirándome al espejo y tocándome el pelo. Me daba igual. Volviendo del gimnasio, ya de noche, con nadie en la calle, sólo personas que pasean a sus perros, me ha parecido ver a un hombre volar.

domingo, abril 19, 2015

Fotocopia: futbolines




Un rayo de luz se cuela entre el marco y la puerta entreabierta de mi habitación. Se estrella en mi frente y me despierta, parece una señal divina.  Abro los ojos. ¿Qué es esto? Y lo recuerdo. Joder, soy yo, es la vida, es un nuevo día.

Esta mañana hacía calor en la cama. Ayer también. Me he quitado la camiseta y la he tirado por ahí y me he tapado con la sábana. Es una sensación tan agradable... taparse con una sábana de algodón ligera y fresquita. 

Algunas de las sábanas que tengo por aquí tienen historia. Pertenecen a un ajuar y están bordadas por mi abuela D. Murió hace ya muchos años. Cuando me tapo veo las iniciales de mi padre: R.S.F. Hay unas que llevan un bordado muy gracioso: Siempre juntos. Muy bonito, sí. El otro día se habló de mi abuelo S. durante una comida. No sé por qué apenas sé nada de él. Era muy alto y tenía los ojos claros. Se pronunció una frase intrigante durante la reunión familiar. Alguien dijo: "al abuelo lo mataron los futbolines".


al abuelo lo mataron los futbolines
al abuelo lo mataron los futbolines
al abuelo lo mataron los futbolines
al abuelo lo mataron los futbolines
al abuelo lo mataron los futbolines
al abuelo lo mataron los futbolines









jueves, abril 16, 2015

Insertar un vídeo en una fotocopia es alta teconología, y lo sabes.



Me gusta salir a la terraza con la guitarra y ponerme a cantar. A veces pasan cosas bonitas. Como ayer. Las estelas de avión persiguiéndose o el casi imperceptible movimiento de la persiana. Eso equivale a enamorarse. O a estar bien en el trabajo. O a tener las cosas claras. A aniquilar la nolosedad.

Ayer, mientras desayunaba, pensé en hacer un viaje largo en coche y en pasar alguna noche en un cámping. No es necesario que suceda todo a la vez. Puede parecer una tontería, pero nunca he ido de cámping. Un día fui a visitar a unos amigos, pero nada más. Comimos, pasamos la tarde y me fui. Esa es toda mi experiencia en un cámping. No me gustó demasiado, pero suelo dar muchas oportunidades. También quiero bañarme en un río. Eso sí lo he hecho algunas veces.

En cuanto al viaje en coche, dibujé una línea recta desde Barcelona y me llevó a Oporto. Luego recordé que tengo pendiente visitar Cartagena y bajar hasta Almería. Y también quiero ir a Soria a conocer Casa Tía Julia. Así que no sé hacia donde trazaré la línea.

Hoy hace 367 días que conocí a P. Era primavera, los árboles tenían florecillas blancas, los pájaros cantaban por la mañana en Manhattan. Parece que me lo esté inventando. Creo que P es la persona más equilibrada del planeta Tierra. Tiene mucha paciencia. No se desespera. No juzga. Quiero copiarme un poco.

A. me ha ayudado a resolver un problema matemático y luego me he reído con ella.

Este viernes voy a una fiesta de cumpleaños y M. y yo vamos a llevar ¡Tequila!

(Hacía tiempo que no usaba iniciales en el blog. Será que estoy  reconciliándome con la vida y vuelvo a ser normal. Ay, qué alivio.)