lunes, febrero 02, 2004

estados

me sentía como una tortuga gigante, escondida en el caparazón y durmiendo en una cama. Qué absurdo. Oyendo la incansable tortura de las gotas que caen del grifo. Parecía que alguien estaba ensayando con su xilófono tras la pared de mi habitación. Así, yo le daba vueltas a tu silencio, tan contenedor de basura, tan trituradora de papel, tan cajón de cosas que no se sabe donde van, tan dañino para mi orgullo de caparazón, tan destructor e indestructible, tan paraguas roto con las varillas dobladas. Un silencio que se extiende como una mancha de aceite en el agua y te deja sin respirar. Un silencio que abre las persianas y te entierra con una tormenta de arena. Si fuera tan largo que te olvidaras de las preguntas y las respuestas que contenían ese silencio...Si nos asegurara un papel principal de víctima para las dos, si por lo menos no te sintieras indiferente, si, si , si, si...

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