jueves, noviembre 11, 2004

volviendo a las andadas

gracias y gracias por la foto netalga


Esta mañana, Violetah asomaba la cabeza por el portal que yo había pasado de largo pensando en la hora: son las diez ya, son las diez.
Hemos entrado por una puerta oscura, después de unos breves escalones. La casa era grande, de piel fría y paredes deshabitadas y techos altos y altos, tan altos como para no encontrarlos.
El suelo...el suelo era firme, pero el vendedor con pinta de hombre corriente, ha comentado algo y no sé exactamente lo que habrá dicho, pero la frase que he escrito en mi mente ha sido "cuidado porque por ahí hay un agujero" y rápidamente he mirado hacia abajo, he visto el vacío,
me he visto cayendo,
me he visto en el fondo
y antes de que todo pudiera suceder, todo lo malo, he dado un giro de bailarina y he esquivado el supuesto agujero de mi cabeza.

En una de las habitaciones había una repisa para poner santos o vírgenes, y una ventana por la que se escapan las oraciones . También sé que por esa calle, años atrás, pasaban los tranvías.

Todas las puertas estaban abiertas y seguíamos la luz de la linterna que se paseaba por todos los rincones de aquella vida antigua. Hasta que hemos llegado a la cocina. Una cocina sin fuego, que apenas tenía mármol, pero grande, todo era grande. Y el vendedor ha dicho como sin darle importancia "la cocina necesita una reforma eh...", y sólo se me ha ocurrido imaginar un pote lleno de galletas y algún vaso de leche fría a medio beber.

Por encima de nuestras cabezas se extendía el altillo y unas escaleritas de color blanco llevaban hacia arriba. A saber cuántos secretos caben en un altillo. Intrigante.
Después hemos llegado al comedor, que era inmeeeenso, con mucha luz, y que tenía tres radiadores viejos y dos nuevos. Y por fín,
el *jardín.
Con los árboles sin podar y muchas plantas descuidadas.


Y al fondo... la Casa del Jardín, la sorpresa final.

Aunque a este otoño se le esfumen las ilusiones.


*Siempre debería sanearse la tierra de un viejo jardín porque puede guardar deseos enterrados. Y los sueños ajenos no son de fiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu mensaje secreto.