Hace ya unos días, creo que empezó la semana pasada, que mi propio perfume me recuerda a ti. No sé de que fenómeno se trata, pero cada mañana, cuando me visto, mi perfume está más cerca del tuyo.
Aquella mañana, aquella del metro con tantos vagones - sí, ya sé que estaba muy guapa, me lo dijiste- fuimos en busca de tu olor y del mío. ¿Te acuerdas? Ya nos los sabíamos de memoria, por eso ya podíamos encontrarlos, y decidimos que los reconoceríamos en cuanto los tuviéramos en frente de nuestras narices. A mi me encanta hacer todas estas tonterías contigo, y el problema es que ahora no sé si encontraré a alguien que me siga el juego.
Así que entramos en la casa de los perfumes y me los hiciste probar todos. Éste, aquél, el otro... Primero encontramos tu perfume de los días especiales, aunque como yo sólo te veo en los días normales, para mí esos son los especiales.
Nos dimos cuenta de que no era lo mismo poner perfume en la varita de papel que ponerlo en la piel, porque en el papel aún no era nuestro perfume, en el papel era un perfume cualquiera. Cuando encontramos el tuyo, el de los días normales, te dije "¿Es éste?" y tú me respondiste "Claro, ¿ no lo reconoces?" y yo pensé que no, que no podía ser ese. Aquel papel no olía a cama recién hecha. Después encontramos el mío y yo te pregunté "¿Yo huelo así?" y me dijiste "No, no exactamente así, en ti es mucho mejor" y te acercaste y me oliste el cuello. Y yo, como estaba muy obsesionada con todo esto de tu perfume -¿no se nota?- te pregunté "¿Tú también piensas en ello? y me dijiste"Claro, yo también". Sonreías y me mirabas a los ojos. Me sonreías como en la oscuridad , mientras yo te decía "¿Has visto? Soy yo y estoy contigo"
Los perfumes en el papel, son como los recuerdos escritos, se parecen, pero no son exactamente lo mismo.
Aquella mañana, aquella del metro con tantos vagones - sí, ya sé que estaba muy guapa, me lo dijiste- fuimos en busca de tu olor y del mío. ¿Te acuerdas? Ya nos los sabíamos de memoria, por eso ya podíamos encontrarlos, y decidimos que los reconoceríamos en cuanto los tuviéramos en frente de nuestras narices. A mi me encanta hacer todas estas tonterías contigo, y el problema es que ahora no sé si encontraré a alguien que me siga el juego.
Así que entramos en la casa de los perfumes y me los hiciste probar todos. Éste, aquél, el otro... Primero encontramos tu perfume de los días especiales, aunque como yo sólo te veo en los días normales, para mí esos son los especiales.
Nos dimos cuenta de que no era lo mismo poner perfume en la varita de papel que ponerlo en la piel, porque en el papel aún no era nuestro perfume, en el papel era un perfume cualquiera. Cuando encontramos el tuyo, el de los días normales, te dije "¿Es éste?" y tú me respondiste "Claro, ¿ no lo reconoces?" y yo pensé que no, que no podía ser ese. Aquel papel no olía a cama recién hecha. Después encontramos el mío y yo te pregunté "¿Yo huelo así?" y me dijiste "No, no exactamente así, en ti es mucho mejor" y te acercaste y me oliste el cuello. Y yo, como estaba muy obsesionada con todo esto de tu perfume -¿no se nota?- te pregunté "¿Tú también piensas en ello? y me dijiste"Claro, yo también". Sonreías y me mirabas a los ojos. Me sonreías como en la oscuridad , mientras yo te decía "¿Has visto? Soy yo y estoy contigo"
Los perfumes en el papel, son como los recuerdos escritos, se parecen, pero no son exactamente lo mismo.
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