He pasado por delante de la parada de la carne. Me encanta el carnicero, ese chico de piel muy blanca y rubio con unos labios finos de Finlandia. Es un buen chico. Por la mañana afila los cuchillos mientras su madre habla a gritos con el de la parada de en frente.
Te he recogido a las dos y diez. Llevabas un polo azul que te quedaba de película, era el último de la tienda. Tuvieron que desnudar al maniquí del escaparate para vestirte.
Las ruedas de mi coche chirrían en tu párking como si fuera a 200 kilómetros por hora... pero en realidad voy muy lenta. Soy ese piloto que gana todos los rallyes a 10 por hora.
Qué bien se está con alguien que está. Lo comprobé el domingo mientras sonaba la música. Una fiesta a las doce del mediodía en el jardín, Elvis cantaba Wop-bop-a-loom-a-blop-bam-boom Tutti frutti, oh Rudy, tutti frutti, oh Rudy. Te sentaste al piano y tocaste como las niñas que no saben tocar. No, no dejes de hacerlo.
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