He estado callejeando, ahora lo recuerdo.
Por eso he llegado a las seis y media.
Pensaba en la suerte que tuve.
El Casino temblaba,
los japoneses me adoraban,
la ruleta giraba a mi favor y
allí me gané.
Más o menos,
-mucho más-
eso fue conocer a la chica:
subirse a los tejados,
a las chimeneas,
a las farolas,
a los árboles.
Tratar de tú a tú
a los que están rozando el cielo.
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