Mañana va a llover, las ovejas de un pastor se han puesto a dar saltos sin razón. La última vez que empezaron a saltar como lo hicieron esta mañana, sin control y sin el ton y el son que se espera de unas ovejas, fue hace tres años. Por lo visto, al día siguiente empezó a llover a cantaros, a ríos y a mares. Llovieron tantas aguas que la tragedia no fue una inundación si no el campanario. El campanario de la iglesia. En la aguja del campanario apareció colgada una barca de la costa dorada. Ya se sabe, el mar, los barcos, el viento, los cántaros. En resumen, que por lo visto las ovejas saltan cuando va a llover tanto como hace tres años, o eso se deduce de esta historia animal que ha contado el hombre del tiempo de la televisión. Por otro lado, cambiando de canal mientras el Barça ganaba pero perdía en Liverpool, cosas de la vida, he visto que hay hombres que cazan pájaros, pajarillos, para que enseñen a cantar a otros pajarillos, y los llevan en sus jaulas para iniciarlos en el cante, entrenarlos y llevarlos a un concurso. El conductor del programa le ha preguntado a uno de los hombres:
- ¿Y quién le enseña a cantar al pájaro?
Y uno de los hombres ha dicho:
-Un maestro... un pájaro maestro que enseña a los demás.
Está claro.
No sé qué prefiero, si el instinto animal o el sentido común de los humanos.
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