martes, agosto 19, 2008

Wifeando en el faro



Hacer castillos de arena sola no me gusta demasiado, pero es lo que hay.

He llevado el timón de un patín de agua typical spanish y he sentido en los pedales la fuerza del mar inmenso. En el horizonte, yates y veleros blancos, zodiacs de la cruz roja y motos acuáticas. Al otro lado, el perfil de la playa, colchonetas de colores y tablas de surf de la sirenita. Cada día me da más pena dejar el agua porque está preciosa este año. Me he bañado durante horas y se me han borrado todas las marcas, ahora los peces llevan mis lunares. Bajo el agua hay historias silenciosas que te dejan sin respiración. Nado a croll y giro la cabeza hacia un lado, respiro y veo mi brazo y una porción de cielo, qué guay. Mi prima de diez años se ha ido llorando a Barcelona porque quería quedarse más días pero sus padres no la han dejado. La he acompañado hasta el coche por si cambiaban de opinión en el último momento y yo lo esperaba tanto como cuando mis padres cambiaban de opinión en el último momento y nos quedábamos más días, pero se han ido. Se ha alzado el Ejército Vacío por dentro, pero no quiero que avance. La echaré de menos esta semana. Esto tiene más sentido si hay algún niño. El verano tiene más sentido si hay algo de infancia aunque no sea la tuya. El verano es para los niños, los guiris y los profes, básicamente. Y ahora, en la terraza del café wifeando. Empieza a oscurecer y a lo lejos, olor a sardinas. Te echo de menos. Estoy supermorena ya. Es curioso, me siento como si hubiera estado en el espacio, en algún chiringuito chill out de Saturno.

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