El sábado, a las 6 de la tarde, retumbaban las campanadas de la catedral de Girona en el muro de piedra de nuestra habitación. Cuando con 19 años me saltaba las clases de la facultad y paseaba mi nostalgia de mentirijilla y calimocho_todos_los_jueves por los alrededores, me sentaba a fumar en las escaleras y planeaba tener un amor que hiciera retumbar las campanadas en el muro de mi habitación.
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