Ahora recuerdo lo del puente y pienso qué gilipollas, con g de guarra. La advertencia estaba ahí: no pierdas lo importante al cruzarlo. Esto de meterme en la boca del lobo y luego salir gimoteando es muy mío. Tengo que madurar. Hacer eso que sale en las películas, que se ponen a estudiar, a entrenar o a trabajar sin pensar en nada más. Mientras, suena una de la canciones secundarias de la banda sonora.
Cuando se acaba la canción ya te has convertido en una persona mejor, pasas de ser Mourinho a ser Guardiola, el repelente. Menudo rollazo. Yo no soy del Barça. El otro día, cuando ganaron el partido, estábamos en el cine viendo "Pequeñas mentiras sin importancia", una película que vale más que cien celebraciones futbolísticas, al salir, pasaban los coches tocando el claxon y cantando. Una niña de unos 11 años iba asomada por la ventanilla, con medio cuerpo fuera, hondeando una bandera. Yo le hice un gesto y ella me miró en plan "Hemos ganado y vamos a celebrarlo contigo, desconocida, que pasas por la acera". Hasta que se dio cuenta de que mi gesto era hostil: era el del dedo que significa vete a la mierda. Se le cambió la cara. Pobre niña. Me supo mal. Entonces, su supuesto padre aceleró. Me refiero a estas cosas... estas cosas tengo que evitarlas. Carol me dijo que no lo volviera a hacer más, que podían romperme la cara.
Puede que en unos meses ya no vea los tejados desde mi ventana, el edificio que están construyendo lo impedirá. Me recuerdan a Lisboa. Pero sí seguiré viendo la casa antigua del fondo, la que podría estar en Venecia. Una ciudad por otra.
He salido a comprar a las ocho de la tarde, a la hora en la que en verano la gente, recién duchada, sale con el pelo mojado a la calle. Antes de salir de casa se miran el escote, los hombros y las mejillas, y se sienten satisfechos porque están bronceados. A mí también me pasa.
Hace algunos meses giré una esquina, el sol se escondía tras un edificio muy alto y una gaviota paseaba por la acera. Me fijé en ella porque todo lo que me ocurría era imprevisible, exactamente como encontrarme una gaviota plantada en la acera. Intuí que iba a pasarme algo, pero no supe si iba a ser bueno o malo.
Esta semana pasada volví a encontrarme con otra. Estaba encima de un coche gris devorando algo que había estado vivo porque tenía piel y sangre. Los empleados de una oficina observaban la escena mientras se fumaban un cigarrillo en la puerta. Aquella gaviota era una anticipación de esta otra. Lo que intuí ya ha pasado... y no, no puede decirse que haya sido bueno. Yo las conozco muy bien, las gaviotas pueden ser asquerosas si se lo proponen. Una vez creímos que las habíamos domesticado a base de darles comida todos los mediodías. Nos gustaba verlas volar en círculo y oírlas graznar cuando les tirábamos pan duro. Pero simplemente estaban aprovechándose de la situación. Una gaviota no es un perro fiel y tontorrón.
Aquí estoy, intentando, una vez más, meterme en la película, en la secuencia en la que vuelves a encontrarte.
Yo una vez dije que era "de interior" y se rieron de mí. Pero es verdad. Me sobrecogen las gaviotas en las ciudades con mar. Me sobrecogen de belleza, y de presagios. Lo primero en lo que me fijo cuando llego a Lisboa es en las gaviotas. Yo hubiera reaccionado igual con la niña culé. No sé: entiendo el lenguaje que hablas. Me gusta.
ResponderEliminar¿Y para que quieres madurar aviadora?
ResponderEliminarYo te veo tan bien así.
Para lo otro ya están los demás....
Un beso
Nieves
He leído esto: "Tengo que madurar. Hacer eso que sale en las películas, que se ponen a estudiar, a entrenar o a trabajar sin pensar en nada más. Mientras, suena una de la canciones secundarias de la banda sonora"... gaviotas, Lisboa, Venecia... y, ahora, no he podido sentirme más identificada.
ResponderEliminarme ha encantado lo de la gente que sale de casa con el pelo mojado y miran antes si están bronceados :)
ResponderEliminartambién se visten mucho de blanco para que se note más! xD
Paola, sentí pesar por la niña de once años. Una escena marca Vaggio para esa película de ti que un día quisiera ver. un film con muchos cortes y uno que otro plano secuencia que supongo serán los que hablarán de amor.
ResponderEliminarUn besazo. Te sigo.
Mara
Paola, sentí pesar por la niña de once años. Una escena marca Vaggio para esa película de ti que un día quisiera ver. un film con muchos cortes y uno que otro plano secuencia que supongo serán los que hablarán de amor.
ResponderEliminarUn besazo. Te sigo.
Mara
Es cuestión de cerrar los ojos y dejarse llevar... .
ResponderEliminarBesos
¿Y qué es madurar?
ResponderEliminar...
Escenas que nos gustaría borrar del mapa... imborrables... cambiar para no repetirlas...
...
tiempo.
Me gustó tu entrada. Yo también me miro... aunque nunca consiga satisfacción por ello.
Un saludo,
Rebeca
Lo que dice Candela es muy cierto, y lo de madurar "paqué" también....
ResponderEliminarSon olas... suben, bajan, están calmas... las norias a veces nos hacen perder el Norte.
Pero ten en cuenta que quien manda es quien manda: el corazón.
Una nunca acaba de madurar .. o no lo suficiente ..
ResponderEliminara veces es necesaria toda una banda sonora para que pase eso de convertirte en una persona (no ya mejor) diferente .. ánimo
B&M
Yo una vez intente madurar........pero lo único que conseguí fue caer más deprisa del árbol!!...Así que mejor dejarse llevar y ya veremos!
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