miércoles, junio 26, 2013

Post 1016: fresas en un plato blanco




Me he metido en la cama a las 21 porque creo que me he costipado. Estamos en un mundo lleno de corrientes frías. Nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro corazón se resiente con los cambios bruscos de temperatura. A veces pasa con las personas. Me gustaría no resfriarme por nadie y ser immune a los demás. Pero los catarros hay que pasarlos. Me apetece estar tapada, abrigada y tomar caldo calentito; leer un libro y quedarme medio dormida; tener un poco de fiebre y ponerme el termómetro; tomar medicinas que sepan a cuando me quedaba en casa porque tocaba saltar el potro en gimnasia; justificante. Me apetece todo eso. Y que me cuide Inés, que para el/la que no sepa de qué va todo esto, es un personaje que me he inventado para una novela. Pero es que Inés no sé si está preparada para

sssssssh creo que acaba de entrar en casa. Ha lanzado las llaves sobre el mármol de la cocina (tiene esa manía). Dónde estás? Pregunta Inés. Estoy aquí. Respondo yo desde la habitación. (Es mi personaje pero habla conmigo, es fascinante) Qué te pasa? Me dice desde la puerta del dormitorio. Que me he resfriado, le respondo. Deja que te toque la frente para ver si tienes fiebre. (Inés me toca la frente pero no sabe medir la temperatura con las manos, sabe hacerlo con los labios, pero no con las manos. Yo lo sé porque soy quien escribe sus movimientos, sus palabras y su vida.) No sé si tienes fiebre, es mejor que te pongas el termómetro. Dice Inés. Vale, ahora me lo pongo. Digo yo. Escucho a Inés en la cocina. Cazos, cacerolas, cajones que se abren, puertas. Vuelve Inés. He pensado en hacerte arroz hervido, ¿quieres? Me pregunta Inés (aunque el arroz hervido es para cuando estás enfermo del estómago pero no importa porque Inés se equivoca a menudo con esas cosas, pero la intención es más o menos buena).

Inés prepara arroz hervido para mí y albóndigas con tomate para ella. Como Lana del Rey. Canta una canción mientras lo hace porque está contenta, le gusta alguien o algo así. No sé aún quién, tengo que inventármelo. ¿Quieres fresas? Me grita Inés. Creo que no. Grito yo. ¿Qué?! Grita ella. Que creo que no me apetecen. Grito yo. Que te pregunto que si quieres fresas. Me dice otra vez desde coño desde aquí mismo, en la puerta de la habitación, qué susto. No sé si me apetecen. Pues piénsatelo.



6 comentarios:

  1. ......Vale, ahora me lo pongo. Digo yo. Entonces me coge con mimo y le digo , gracias Inés , lo necesitaba, ella responde , Un abrazo es siempre la mejor medicina. Escucho a Inés en la cocina. Cazos.....



    Sin querer ser inoportuno

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  2. Me encantan tus escritos.

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  3. jajajaja... me ha gustado lo del potro. yo me ponía mala cuando había que hacer carrera de velocidad ^^
    no sé cómo me lo montaba pero siempre acababa como una rana de bruces contra el suelo (sospecho que el problema es que mi cabeza corre más que mis pies, siempre va por delante y... hasta los pensamientos acaban rompiéndose como un jarrón mal puesto)
    Yo cuando me pongo enferma (o me siento rara, cosa que sucede con bastante frecuencia) me tomo una manzanilla. No sé por qué. Supongo que es por tradición. Desde pequeña con la manzanilla siempre se acababa yendo todo (hasta los miedos) y ahora la utilizo como placebo.
    Me gusta Inés. me intriga ese 'o algo así'.
    Siento ganas de llevar un bote de nata a escondidas y robar alguna fresa mientras imagino la conversación de después.

    p.d. a quién no le gustaría elegir no resfriarse por nadie? ;)

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  4. Anónimo1:06 p. m.

    Me ha gustado mucho como has mezclado las dos narraciones :) Un saludo!

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  5. Qué lindo personaje, Inés, con sus despistes, con sus entradas ruidosa. Quiero conocerla pronto.
    Besos de fresas sobre plato blanco.
    Etcétera

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