viernes, mayo 02, 2014

¿Existe?

Suena el violín de mi vecino. Es músico. Cae la noche. 

Todo en mi entorno es complaciente. Lo que escoge mi retina. Los sonidos y la música, y es el momento de recordar una cena en la que alguien habló del laberinto del oído y sus formas; tengo una voz enredada en él. Los sabores sin censura que me alimentan. Una parte de mi piel está roja y quemada por el sol. La acaricio con cuidado. 

Hasta aquí mi entorno. Contorno.

Me he tambaleado al hablar de mi coche. Un objeto con ruedas, pero mi casa durante tantos mediodías. Observar por la ventanilla el cielo. Despertarse más allá. Mi coche llevándome. Deshacerse de todas las cosas. Luego aquellas luces contigo. Luego aquellas luces sin ti. He empezado a balbucear hablando de mi coche. Mi coche está en casa de mis padres. No puedo ir a casa de mis padres, no consigo reconciliar mi último yo allí con el yo de ahora.  He tenido que despedirme antes de empezar a llorar, cruzar la plaza de la catedral mirando al suelo. Antes de meterme en el metro me he quedado un rato arriba, en la calle. Había mucha gente esperando a otra gente en Jaume I. He mirado el reloj. Yo no esperaba a nadie. Estaba esperando saber qué hacer. 

He perdido mis casas. Pero ahora tengo ésta, que conozco y desconozco.

Yo era esa persona que conducía mi coche, ponía música, cantaba. Me cruzaba con camiones que transportaban cosas. Con coches que iban a otros lugares. Con aquel autocar. ¿Existe todo eso aún?

No sé si soy capaz de subirme a mi coche y de volver a estar dentro de él sin tener nada de lo de antes, sin poder esperarlo. Qué desencanto.

No soy provisional. Me cuesta acostumbrarme.

Debería tratar de volver a lo que sigue siendo mío. Pero me da miedo que me sacuda. Quiero sacudidas piadosas, gestos amables. 


4 comentarios:

  1. Muchas veces lo que consideramos provisional se convierte en eterno. Y lo que creíamos eterno se hace provisional.

    Deberíamos sentir y vivir más y pensar menos.

    ResponderEliminar
  2. Pues yo prefiero que nada sea eterno, creo...
    Lo que dices cuesta en según qué temporadas, yo todavía no le he pillado el truco a lo dejar de sentir, dejar de pensar, a mi antojo. Me parece complicadísimo.

    ResponderEliminar
  3. Clarooooo! Una cosa es decirlo y otra hacerlo. Pero hay que intentarlo.

    ResponderEliminar
  4. Hubo un tiempo en que quedé atrapada en una casa de paredes tan blancas que daban miedo. Todo estaba en orden y limpio, me sobraba tiempo y en algo habia que invertirlo. Un dia me sente y escuche el silencio, terror autentico. Sin alguien a quien acudir, hablar, llorar. Ahora lo veo desde lejos y me alegro que todo aquello pasara. Creo que ahora que me siento feliz puedo apreciarlo porque antes fui todo lo contrario. La vida como montaña rusa es todo un vértigo y nos gustaría siempre estar en ese momento de las cosquillas. Sin embargo no se puede elejir y ahora toca bajonazo pero dentro de un tiempo podrás también tu mirarlo de lejos y sentir con alivio que todo paso...

    ResponderEliminar

Deja tu mensaje secreto.