martes, septiembre 30, 2014

corazón

Llevo casi dos semanas levantándome dos horas y media antes para leer un rato, desayunar tranquilamente y escribir algo. Tampoco mucho. Sólo notas. Dicen que si haces algo durante 15 días seguidos se convierte en un hábito.

Luego me voy a trabajar pensando que he hecho algo que nadie sabe, que he estado fuera de lo oficial... como cuando estás en algún país con horario distinto y miras el reloj mientras paseas por la calle a las seis de la tarde y piensas: en España están a punto de irse a dormir. O "mi madre ya está durmiendo."

Libertad.

Hoy una compañera me ha dicho que en mi clase estaban chillando mucho los niños. Era una especie de queja encubierta. Le he dicho que estaban siendo creativos. De todos modos, creo que tengo que ir al otorrino.

Tengo algunos de esos alumnos nuevos que sólo hablan conmigo en el patio. Es matemático: alumno nuevo, alumno que me pega la chapa en el patio sobre la vida a los 7 años. Creo que es porque me ven accesible. Como cuando los desconocidos te escogen en la calle para preguntarte por el metro, la hora, tienes fuego, dónde está la playa, etc.

Hoy jugaban a que estaban de camping. Y hacían una barbacoa y todo. Y me han dado pollo  invisible para que lo probara. Y yo he fingido que lo masticaba mientras decía: mmm, qué rico.

No sé, trato de ponerle corazón.

1 comentario:

  1. Es genial que pongas corazón.
    Es normal que los niños griten y que los dejemos gritar. Lo peor es cuando gritamos nosotras (yo, por ejemplo, aunque intento reconvertirme cada día).
    Seguro que habrías disfrutado en mi clase con los de 3 de hoy. La primera vez que cogían un instrumento... ¡eso sí era ruido! :)

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