Luces from QueMalaSoyDosificandote on Vimeo.
Lleva toda la tarde lloviendo. Desde aquí, a veces oigo las bocinas de los barcos. Los imagino grandes, lejanos y llegando a puerto o marchándose.
Es de noche y todavía sigue lloviendo.
El otro día me desperté temprano y en la pared había una luz que cambiaba de forma. Fue la primera imagen del día. Era la luz del sol. Fuera hacía viento y los árboles se agitaban.
En realidad, no veía ni los árboles ni el sol en sí, sólo el reflejo en la pared, en medio de la oscuridad. Vivirlo todo en primera persona hace que algunos instantes parezcan una señal confusa.
Me levanté y salí a desayunar. Era muy pronto y no había nadie en la calle, la Via Layetana estaba desierta. Los edificios majestuosos, más que cuando hay gente. Bajé en bici por en medio de la avenida. Iba a hacer calor pero el aire de la mañana todavía era fresco. Todas las tiendas estaban cerradas. Ciudades vacías. Soy una persona corriente.
Me senté en la barra de la churrería. Pedí un chocolate con porras. Como no quedaban, hicieron más. La pasta blanca se sumergía en el aceite. El churrero había estado enfermo durante un tiempo; todos los que entraban, que parecían habituales porque no necesitaban especificar que querían para desayunar, preguntaban si ya se había recuperado. Yo no sabía de qué iba aquello, pero me pareció que era una persona querida por todos. Yo miraba y miraba, queriendo saber. Cuidado que queman.
Pensé en qué sería de la churrería cuando se jubilara él; pensé en que me gustaría tener una churrería, como si fuera un hijo, pero de porras y chocolate. Algún día nos iríamos de vacaciones a una casa cerca del mar. Mi hijo churrería y yo. En Portugal. Nada de viajes largos.
Pensé en qué sería de la churrería cuando se jubilara él; pensé en que me gustaría tener una churrería, como si fuera un hijo, pero de porras y chocolate. Algún día nos iríamos de vacaciones a una casa cerca del mar. Mi hijo churrería y yo. En Portugal. Nada de viajes largos.
Le dije adiós cuando me marché. Era un buen hombre, con un corazón inmenso, se le notaba en algo, no sé. Yo estaba allí como caída del cielo, o de la cama, y me sentía como un ángel en pantalones cortos y camiseta. Más tarde, no recuerdo bien lo que hice.
Siempre he querido hacer una ruta por las churrerias de Bcn.
ResponderEliminarHay luces que inspiran, sobre todo las del comienzo del día, que luego siguen acompañando.
ResponderEliminarSi tienes un hijo churrería, te sugiero hacer una figura con la pasta en plan muñeco de nieve.
Abrazo!!!!
Estoy completamente convencido que, si quisieras, sólo con escoger ciertos posts de estos años de blog, ya tendrías una estupenda novela. Estoy hablando de que incluso se encontraría un hilo argumental. Que lo sepas. Besos.
ResponderEliminarCuando explicabas lo de las luces en la pared, me he acordado del mito de la caverna de Platón que nos explicaban en COU. Me encanta despertarme y ver como las primeras luces juegan en la pared. Y pasear por las calles vacías de Barcelona, entonces siento la ciudad más mía, como si tuviera un momento íntimo con ella, jaja
ResponderEliminarAhora me has dejado con ganas de churros ;D