miércoles, junio 10, 2020

En un barco


La playa estaba tranquila, sin apenas gente. Ha sido raro llegar con mascarilla y quitársela. El agua estaba fresca y cristalina. He estado nadando de aquí para allá, sin ton ni son, como si quisiera nadar todo de golpe mi primer día de playa del año. He pensado en la extrañeza de los últimos meses, en lo inaudito, y en el regalo que era poder volver a sumergirme en el mar. 

También he sentido incertidumbre y una tristeza necesaria (la tristeza consciente de la incertidumbre), al recordar aquel primer día de playa del año pasado, junto a Molly Nilsson, deseando tocarle la espalda (creo que era mi parte favorita), pero sin atreverme. Y luego los siguientes días de playa sabiendo que sí podía acariciarla. El desencadenante de los recuerdos ha sido una goma de pelo que ha viajado de un verano a otro dentro de mi mochila. Una goma de pelo ajena a todas las turbulencias. Ajena al otoño y al invierno porque ha estado cobijada en un rincón de mi armario. Ha saltado todo por los aires. Qué pena es que se acaben las cosas buenas. Me he sentido lúcida como aquel niño que se hizo famoso durante el confinamiento y decía vamos a morir

Sin embargo, ha sido un día extraordinario, con todas esas emociones de un lado a otro, como en un barco.


17 comentarios:

  1. No puedo dejar de escuchar esto de fondo.
    ¯\_(ツ)_/¯

    Ay, los veranos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay Elena, no me gusta Manel, les pillé manía y no hay manera de quitármela. Pero celebro que te gusten los veranos :-)

      Eliminar
    2. Ja. Ahora es cuando reconozco mi hijnorancia y te confieso, tía: no he escuchado nada más de esa banda, de hecho, creí que era UN señor, ¡el Manel!
      Me mandaron esa canción porque catalán, trompetitas moñas y ludismo cha-cha-chá, me iba a molar fijo. Y sí. Acertaron.
      Estoy investigando a estos señores.

      (...)

      Entiendo la manía, dan bastante rabia.
      Modernetas barseloninas de manual.
      Trobo a faltar a Pau Debon, jo què sé.

      Eliminar
  2. Ostres, pensava que allò de les cadires era insuperable, però aquesta versió al Palau, amb aquest cor, deu ni hi dó!!
    Com collons s'escriu Déu n'hi do, ¿asín?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaja jo sempre escric deu ni do, però correctament és "déu-n'hi-do", amb els guions inclosos (ningú ho escriu bé...)

      Eliminar
  3. Anónimo5:53 p. m.

    Pensaba, por un momento, que era tu música...

    ResponderEliminar
  4. Anónimo10:50 p. m.

    Volver a disfrutar de ese mar y en compañía de Molly, son grandes momentos, para sobrellevar el final de las cosas buenas.
    &

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, habrá que aceptar el final de las cosas buenas... siguiendo con las cosas buenas.

      Eliminar
  5. Vivo al lado de la playa y cada vez veo más gente bañándose. Confieso que tengo ganas de darme un chapuzón.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aprovecha ahora que todavía no hay guiris. ;)

      Eliminar
  6. Las gomas de pelo viven en otras dimensiones espacio-temporales, aparecen a su antojo cuando menos te lo esperas para traerte de golpe todas esas que no recordabas, que no querías recordar..

    Si lo piensas bien , el niño ese tenía razón. Vamos a morir todos, lo único que no acertó con el momento exacto...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora las he perdido todas. Eso también pasa mucho con las gomas de pelo, que se las traga otra dimensión.

      La respuesta de la madre al niño también fue muy buena: eso no se dice...

      Eliminar
    2. Es verdad, eso no se dice, de eso no se habla.. son demasiados los biombos que ponen nuestros padres durante la infancia para que no veamos el mundo real...

      Eliminar
  7. Suerte que pueden ir a la playa, por aquí es casi invierno y seguimos confinados.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo siento, José! Por aquí ya nos han soltado a la calle pero el virus sigue campando. Ánimo con el confinamiento.

      Eliminar

Deja tu mensaje secreto.