miércoles, diciembre 23, 2020

Como en un aeropuerto

El lunes, en mi primera noche en el hospital, con mi madre recién operada y ya en la habitación, me sentí aliviada, pero un poco desubicada; había ido todo bien, pero yo estaba agotada y buscando algo para cenar. La cafetería cerrada y toque de queda riguroso en la calle. Por los pasilllos de la planta, deambulando como un fantasma, encontré unas máquinas de vending con sandwiches de atún, de esos que no sabes demasiado bien qué llevan dentro. Me comí uno sentada en la salita y mirando por un gran ventanal con vistas a la montaña de Collserola, que estaba llena de casas iluminadas como si fueran luces de Navidad. Me sentí como en un aeropuerto esperando un vuelo que venía con retraso: la salita, los sandwiches, el ventanal, las luces...

Tengo la sensación de estar colocando muchas piezas en su sitio.


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