Hoy aquí ha hecho mal día, allí también, por lo visto.
Esta tarde he estado con A en el bar de mi ex-vecino. Me gusta mucho esa terraza y el airecito que sube de la playa. Ayer estuve en la tienda de discos y me dieron una mala noticia: desaparece la nave industrial que veo desde mi casa. Construirán un edificio alto, de cristal, lleno de ventanas iguales y aburridas, tal vez un hotel u oficinas, tal vez pisos. Adiós a los ladrillos sucios, a los vidrios rotos, al hierro, a las chimeneas y al jardín salvaje. Me da mucha pena que desaparezca ese pedazo de los últimos ocho años de mi vida, pero qué le voy a hacer. No me gusta nada cómo está cambiando el barrio. Está desapareciendo. Se va a perder, se perderá.
Son días de volver al pasado y de darme cuenta de que ya no está, pero estoy a punto de dejarme llevar hacia lo que sea que venga. Estoy cansada de resistirme. No sé qué mano soltar primero.
Te diría que las dos... los días a los que nos aferramos, las manos que creemos que nos sujetan... nada de eso existe desde hace mucho...
ResponderEliminarLos días de verano tienen ese nosequé que los hace inigualables.
ResponderEliminarSaludos,
J.