jueves, julio 01, 2021

#11 (Diario de verano, 2021)

Mi madre me ha llamado desde el hotel y me ha contado que desde la habitación se ve el mar. Me ha mandado una foto. Y que todas las habitaciones que acaban en 10, como la suya, tienen la terraza más grande. Que han tenido suerte. Que mi padre se ha bebido un gin sour después de cenar mientras empezaba el karaoke del hotel (me conmueve, me suena a infancia, a música que viene de lejos, a mosquitos, a 1989, a coches de gasolina). Me gusta mucho que mis padres estén de vacaciones y que mi madre esté disfrutando, y que los dos hayan dejado atrás el susto de finales del año pasado e inicios de este. Lo pensé cuando estábamos en el hospital, que ojalá llegara el verano, luminoso y lleno de karaokes. 

Hoy aquí ha hecho mal día, allí también, por lo visto. 

Esta tarde he estado con A en el bar de mi ex-vecino. Me gusta mucho esa terraza y el airecito que sube de la playa. Ayer estuve en la tienda de discos y me dieron una mala noticia: desaparece la nave industrial que veo desde mi casa. Construirán un edificio alto, de cristal, lleno de ventanas iguales y aburridas, tal vez un hotel u oficinas, tal vez pisos. Adiós a los ladrillos sucios, a los vidrios rotos, al hierro, a las chimeneas y al jardín salvaje. Me da mucha pena que desaparezca ese pedazo de los últimos ocho años de mi vida, pero qué le voy a hacer. No me gusta nada cómo está cambiando el barrio. Está desapareciendo. Se va a perder, se perderá. 

Son días de volver al pasado y de darme cuenta de que ya no está, pero estoy a punto de dejarme llevar hacia lo que sea que venga. Estoy cansada de resistirme. No sé qué mano soltar primero.

2 comentarios:

  1. Te diría que las dos... los días a los que nos aferramos, las manos que creemos que nos sujetan... nada de eso existe desde hace mucho...

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  2. Los días de verano tienen ese nosequé que los hace inigualables.

    Saludos,
    J.

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