sábado, diciembre 31, 2022

Despedir el año

Hoy toca el clásico post de fin de año, pero voy a escribirlo rápido porque se ha hecho tarde.

Este ha sido un año muy productivo, no he parado. Laboralmente, lo he vivido con pasión, y musicalmente, también. En el trabajo, he estado divirtiéndome y aprendiendo. Y en lo musical, hemos tocado mucho en directo. Han sido doce meses intensos, de producir, de hacer, de llevar a cabo muchos proyectos. 

El 2023 me parece una incógnita. Creo que van a haber cambios. Espero vivirlos sin demasiadas dudas.

Me he tomado esta última semana del año para descansar y hacer las cosas que más me gustan. Entre ellas está ir en bici con mi perra, pasear por el parque de la Ciutadella, nadar y juntarme con mis amigas.

Ha sido un año de reencuentros felices y de personas que han vuelto a mi vida.

Un año con momentos muy bonitos y sin ningún sobresalto. Y si lo ha habido, no lo recuerdo.

Espero que en 2023 siga lo bueno y sea un año vibrante y luminoso.

lunes, diciembre 12, 2022

Tirar del hilo y juntar las piezas


Llevo unos días queriendo escribir. Lo he hecho mentalmente, sobre todo dando largos paseos por el mundo rural. Aunque me ha gustado estar cinco días frente a la chimenea, viendo vacas, toros, caballos y en un pueblo de postal, a la vuelta tenía unas ganas locas de ciudad. Nada más llegar me fui a unos conciertos a 15 paradas de mi casa para pasar un rato bien largo en el vagón: no hay lugar más asfixiante y rematadamente urbano que el metro. E hice el trayecto con gusto, el de ida y el de vuelta. 

Estos días de "desconexión" he estado pensando en un amor antiguo. ¿Puede que tuviera ganas de que llegara el momento de rescatarlo sin que me doliera? 

Escuchando algunas canciones que ya no recordaba que me recordaban a ella. 

Qué impactante es tener que tirar del hilo y juntar las piezas con esfuerzo y... entonces sí, reaparece algún detalle bonito en el que no podías dejar de pensar entonces.

A pesar de que aquel desamor fue triste y se mezcló con otras historias (en ese momento no hacía caso de las alertas que se iban encendiendo en el panel de control), el paso del tiempo le ha dado un sentido épico. Fue una especie de viaje lleno de aventuras y desventuras, pero con final feliz. Reencontrándote contigo misma y todo ese rollo. 

Mira qué bien, todo resuelto.

Que no. Que era broma. ¿No será demasiado aburrido escribir cuando esté todo resuelto?


domingo, noviembre 27, 2022

Se acerca el final del año

Ayer tocamos en una sala a la que le teníamos muchas ganas, y además era nuestro último concierto del año. Para mí fue una noche muy bonita en el escenario, disfruté como nunca. Me sentí muy cómoda y también muy niña que juega a cantar y a tocar la guitarra en una banda. Cuando disfruto tanto, la sensación es tan placentera e intensa que me cuesta dormir, y al día siguiente sigo en la nube. Me he levantado tarde y he desayunado con mi perra en una terraza del barrio mientras el sol calentaba el ambiente húmedo y frío; me he sentido afortunada por todo.

Después del concierto, me quedé bailando en la fiesta que empezaba justo después.  

El momento de volver sola a casa después de un concierto me parece muy de película de Isabel Coixet a finales de los 90's. Sea en taxi, sea en metro, sea en coche, sea andando.

***

Llevo semanas reflexionando sobre lo que significa ser valiente. Me he dado cuenta de que no siempre está relacionado con tomar riesgos. Hay que ser valiente para no dejarse llevar por la impaciencia, las prisas, los miedos, la inseguridad. Ser valiente para cuidarse y cuidar a los demás. Etcétera.


domingo, noviembre 06, 2022

¿Por qué siempre tengo en mi cabeza que debo demostrar algo?

Tengo que ir a la psicóloga y a la oftalmóloga. Ambas especialidades están relacionadas con cómo ver, qué ver, cuánto ver, dónde ver. 

Reconozco que estoy en un momento extraño. Ni bueno ni malo. Al final, lo que nos pasa, es la vida. Todo esto que nos pasa es la vida.  Las decepciones, las ilusiones, los éxitos, los logros, los sueños, las frustraciones, el aburrimiento, los enfados, los ni fu ni fa, la euforia, los disgustos, las alegrías, las primeras veces, las últimas, las noches en vela, la ropa por recoger, los platos sucios, los encuentros, los reencuentros, los momentos de luz y los momentos de sombras. 

Hoy hemos hecho un concierto. No es nada fácil lo que hacemos, la verdad. Siempre tengo la sensación de que salimos al escenario a demostrar por qué estamos en ese escenario. Puede ser agotador. Me gustaría salir al escenario sin más. Puede que sea un tema mío. El tener que demostrar siempre que soy válida para esto y para lo otro, como si siempre planeara la duda. Si de algo me sirve escribir estos diarios es para dar con la clave, con la pregunta exacta. ¿Por qué siempre tengo en mi cabeza que debo  demostrar algo? De todos modos, sí, lo que hacemos es complicado se mire por donde se mire. Y lo que hace el público que viene a vernos, también. Plantarse frente a un grupo, del que no conoces nada (o apenas nada) y sencillamente quedarte por curiosidad, es bastante fuerte... Aunque tal vez, el hecho de conseguir que se queden y que los aplausos cada vez sean más entusiastas, y que en los finales de concierto siempre haya esa sensación de haber conseguido hacer disfrutar con tu música a esas personas random que han venido a verte, tiene su mérito.

Hoy estaba en el escenario y pensaba, esto mola, estar aquí, tocando, y que te miren, y te escuchen, y a la vez pensaba, qué difícil es estar aquí tocando frente a estas personas, exponiéndome tanto. Después de cinco años haciendo conciertos, tengo ya una serie de estrategias para sobrellevar los momentos complicados en el escenario. Básicamente, mi estrategia para los momentos de agobio es recordar cómo me gustaba de pequeña imaginarme tocando en un grupo, bajo esas luces rojas y esos focos que a veces deslumbran y no dejan ver más allá. Y me transporto a mi habitación de entonces y a esos momentos de ensoñación.

Hoy he cogido dos taxis. El otro día me compré una guitarra. Ayer me fui a dar un masaje de una hora. Si tengo un problema, no es monetary.



lunes, octubre 24, 2022

Cuando el futuro ya no sea futuro


 

Soy una persona muy enamorada de su rutina. Cada día salgo de casa y cruzo esta calle, y pienso en el magnetismo que ejerce sobre mí esa línea recta que se pierde en el horizonte. Reconozco que es de una belleza peculiar, o te gusta o te es indiferente. Es una avenida muy tranquila, sin apenas coches, solo los justos para dar ambiente... Me encanta recorrerla en bici a pleno sol, y también de madrugada cuando vuelvo a casa.

He pausado mi otra búsqueda. Así que ahora ya no busco nada, por el momento. Estoy cansada de pensar en el futuro y de adelantarme a los acontecimientos. Me estaba estresando bastante. He estado un poco enferma estos días, del estómago, y también con vértigos. Un toque de atención. Al futuro llegaré cuando ya no sea futuro. Ahora estoy en este lugar.


domingo, octubre 09, 2022

El frankfurt con letras de frankfurt

Siempre que conduzco por la AP7 recuerdo aquella mañana del primer fin de semana de marzo del año 2006. 

Yo llevaba una camiseta de rayas rojas y blancas. La estrenaba ese día. El sol inundaba la autopista. 

Me dirigía a tu casa por segunda vez. Me habías invitado a comer. Cuando llegué, abriste una cerveza y nos sentamos en aquel sofá que era de color beige. Todavía no vivías allí pero había algunos muebles. 

Nos pusimos a hablar, no recuerdo de qué. En medio de la conversación, me acariciaste las manos y sentí que no podía contenerme. Nos empezamos a besar. Nos desnudamos y nos fuimos a la cama. Pasaron las horas volando. Era la primera vez que nos acostábamos juntas.

A las ocho salimos de la cama. Ya había oscurecido. Bajamos a la calle a comer algo, estábamos hambrientas. Entramos en un frankfurt con letras de frankfurt. Llevabas una parka de ante azul. Yo una chaqueta también azul. Me dijiste que nos habíamos conocido en un momento complicado. Yo pensé, vaya... siempre me pasa lo mismo. Pero la verdad es que nada fue complicado, al contrario.

Fuimos inseparables durante siete años.



sábado, octubre 08, 2022

A seis días de mi cumpleaños


Estuvimos viendo en primera fila a Molly Nilsson. Que en tu ciudad programen a alguien como Molly para la fiesta mayor es indescriptible. 

Nos volvimos locas con Happyness, Windows 95 y I hope you die (aunque en esta última los graves estaban que te reventaban el pecho). El último disco me gusta mucho, tiene temas que, sencillamente, te llevan a otro lugar. Molly Nilsson siempre aporta algo muy especial, es oscura y luminosa al mismo tiempo, y admiro que salga ella sola al escenario a lanzar canciones como una arquera con flechas negras. 


Antes del concierto, fuimos a la feria y también a la playa a ver los fuegos artificiales. Pólvora y nubes de azúcar. Luego, nos imaginamos que éramos turistas, y nos tomamos un spritz en  una de las terrazas del puerto. G y yo somos amigas desde hace 20 años y es como estar en casa. De madrugada empezó a llover y me pilló la tormenta en la bici, pero fue divertido. Llegué a casa empapada y con la sensación de haber vivido una noche especial. Qué más se puede pedir.


Buscar algo que no te hace especialmente ilusión es complicado. No encontrar es cansado. Busco dos cosas en mi vida. No encuentro ninguna de las dos. Una la busco de forma activa y la otra la tengo bloqueada.


El sábado pasado tocamos y las pruebas de sonido fueron difíciles porque el lugar tenía una acústica curiosa. Visto desde la distancia de una semana fueron divertidas. El concierto fue muy bien, disfruté de las canciones, N ya las tiene domadas y estar con ella en el escenario me da confianza, pero lo que más me gustó fue la cena, entre risas y con personas a las que conocer mejor. 


Pienso mucho en el final de las cosas. Es lo que más echo de menos de la juventud, no ser consciente de que el tiempo pasa, ni de las últimas veces. A seis días de mi cumpleaños, me hago muchas preguntas y crecen los miedos. Estoy en un periodo extraño, un poco adormecida, pero me doy cuenta de que con un puñadito de ilusión revivo como las plantas, es una descarga eléctrica.

viernes, septiembre 23, 2022

Insomnio postveraniego

Por si alguna persona todavía sigue este blog como si fuera un serial, la respuesta antes las dudas del anterior post fue NO. Decidí abstenerme y esperar.

Este mes ha hecho diez años que vivo en esta casa, que fue mi refugio en un momento muy difícil de mi vida (durante la depresión) y también fue mi palacio una vez recuperada. Es mi hogar.

Recuerdo perfectamente la primera tarde que entré en ella. Eran las cuatro. Yo ya me había decidido por otro piso que, aunque no me gustaba del todo, cumplía. Comiendo en la rambla decidí echar un último vistazo en Idealista , por si acaso, y vi el anuncio. Llamé y me dijeron que en un cuarto de hora empezaban las visitas, y que si llegaba en 10 minutos, me lo enseñaban la primera. Pedí la cuenta en el bar y salí corriendo, escopeteada.

Cuando se abrió la puerta, el sol inundaba el pasillo y el comedor. Me deslumbró. La galería-terraza era una estancia olvidada, con una tela negra raída que colgaba del ventanal, desconchones en las paredes pintadas de verde hospital. Las vistas a las fábricas antiguas.  La chimenea industrial. Los jardines salvajes de los patios. Las gaviotas. El mar cerca. Vi un oasis.

(Y no me equivoqué.)

Corrí hacia la oficina de la inmobiliaria porque sabía que, seguramente, alguien más vería el tesoro escondido. Cinco minutos después de sentarme en el despacho del agente inmobiliario, llegó una pareja que también estaba interesada y, poco después, otra más. Que decidieran dármelo a mí seguramente fue cuestión sentimental, pues resulta que yo trabajaba en el colegio al que había ido la propietaria de niña, y creo que eso fue un punto a mi favor. Una especie de señal. 

Estaba en un momento muy complicado, perdida, desorientada, confusa y con muchas heridas abiertas. Necesitaba un lugar en el que curarme. Un lugar en el que empezar de cero, un lugar para volver a ilusionarme. Un lugar en el que recomponerme. Y sí, fue todo eso y más... con mucho sudor y lágrimas, porque los siguientes 4 años fueron muy difíciles emocionalmente. 

Por eso, ahora, es mi hogar. Mi punto en el mapa. Mi calle. Mi barrio. Mis vecinas. Mis amigos. Mi rutina. Mi entorno. Me siento muy conectada. 

El sábado pasado, cuando toqué con mi grupo en la fiesta mayor del barrio, fui absolutamente feliz. La única bandera de la que estoy orgullosa es de la de mi barrio. Este es el nivel. Localismo al 100%. También es verdad que la lucha vecinal contra la gentrificación, el turismo masivo y el plan urbanístico que destruye buena parte del pasado industrial y lo sustituye por bloques de oficinas y residencias universitarias, es el ingrediente definitivo para sentirse todavía más vinculada porque hay una lucha común, un propósito. 

Hace diez años no había apenas nada en esta zona del barrio. Yo le llamaba "walking dead", sobre todo los domingos por la mañana. Sólo calles anchas, con edificios industriales y alguna que otra fábrica olvidada, alguna galería de arte, algún coworking... pero nada. Tenía un rollo inusual, decadente, olvidado, pero a la vez vibrante, que me gustaba. También eran las calles por las que, de pequeña, esperaba a que mi padre saliera del trabajo. Era un match ideal. Diez años más tarde es uno de los sitios “cool" de la ciudad, con los alquileres cada vez más caros. Y lo peor es que con la gentrificación, va perdiendo identidad, la identidad que lo hizo distinto. Y eso sí que me da pena. Pero hay que resistir hasta que se pueda. 

Me siento bien la mayor parte del tiempo, incluso cuando se abre la zanja. El otro día, escuchando música me di cuenta de que las canciones iban rascando, con sus largas uñas afiladas, mi corazón. Es mi zona en obras permanentes. No sé cuando se acabarán. No sé ni lo que se está construyendo ahí, en mi corazón. ¿Un parque verde, con árboles inmensos y flores raras? ¿Una fortaleza impenetrable? ¿Una calle peatonal? Espero que un día, por fin, se retiren las excavadoras... hasta entonces, NI PUTA IDEA. 





sábado, septiembre 03, 2022

Dudas ante una decisión

Estoy sentada en un banco de la plazoleta de Can Ricart tratando de vislumbrar la opción correcta. Se está a gusto, a la sombra, con un silencio extraño porque no lo es: ruido lejano de máquinas excavadoras. A veces pienso que toda esta rumiación me entretiene, me está dando un foco, una diana a la que apuntar, y está desplazando otras preocupaciones. 

 ¿Cómo decidir lo mejor? Sería absurdo querer decidir lo peor. 

Si ambas opciones conllevan riesgos, ¿debería inclinarme por el más moderado o por el que das el salto? ¿Son excusas o sentido común? ¿Es miedo del bueno o del malo? ¿Los obstáculos son señales o pruebas? Mi intuición, ¿es eso que me frena o lo que me lanza?

Hay momentos en los que lo tengo muy claro. La respuesta es sí. Hay momentos en los que no lo tengo claro. La respuesta es no.

Me gustaría estar convencida y lanzarme a por el "sí", en parte porque solucionaría algo muy importante. ¿Y si estoy dejando escapar una oportunidad? ¿Y si en un futuro se presenta una oportunidad mejor?

¿Lo estoy teniendo todo en cuenta?


martes, agosto 23, 2022

Cambiar las cosas de sitio


Llevo un par de días de tristeza veraniega (creo que no me sienta bien no descansar suficiente). Como un acto casi instintivo, me he puesto a mover muebles, a cambiarlos de lugar mientras sonaba un disco de Beach House. Durante el proceso, ha habido un momento en el que todo estaba amontonado y me bloqueaba el paso el escritorio, el sofá, las lámparas, las librerías, las guitarras, el teclado, los amplificadores, la escoba, los cojines... era imposible moverme. Me he quedado atrapada en la habitación... y he visto claramente que aquel espacio desordenado era una metáfora de mi mente y mi corazón estos días. Ya eran más de las diez cuando he conseguido ponerlo todo en su nuevo lugar. Mañana acabaré de ordenar algunas cosas.

Este fin de semana me lo he pasado bien saliendo y "socializando", pero me siento distante cuando la gente empieza a beber y a drogarse demasiado, no va conmigo. Y me marcho.

Volviendo en bici de madrugada vi una rata cruzando el Paralelo y otra en las Ramblas. El sudor me caía por la espalda y el frescor de la noche lo enfriaba. Volver siempre me ha gustado. Supongo que va a personas. Yo soy de volver feliz a mi casa. Recuerdo cuando decíamos "lo mejor es volver juntas". Ha pasado ya una eternidad de eso. Diez años. 

Hubo otra vuelta nocturna épica esta semana, bajando en bici a toda velocidad por la calle Sardenya con R y C, sin apenas parar, y acabando en un frankfurt del barrio compartiendo un poquito más de la noche.

Este otoño tenemos muchos conciertos. Y me gusta mucho el cine francés. 


lunes, agosto 15, 2022

Yo sigo escribiendo por si ocurre algo


Siempre me ha parecido que las piscinas, de forma misteriosa, se conectan entre sí, pero no como en la película El Nadador, en la que Ned Merill atraviesa una urbanización nadando de piscina de piscina (peli  ideal para el cine de cámping). No, mi idea es más fantasiosa: que una piscina, mientras nadas, se convierte en otra por arte de magia. Por lo tanto, se sabe en qué piscina se empieza a nadar, pero no en la que se acaba. 

Ayer, mientras nadaba, le di una vuelta más a la idea. No solo imaginé que la piscina se conectaba con otra, sino que esa otra piscina estaba en el pasado. O sea, una especie de viaje en el tiempo a crol. Y no sólo se conectaba con esa piscina del pasado, sino que yo estaba allí, mi yo de entonces estaba allí nadando conmigo. Mantuve una conversación en silencio con ella -con mi yo de entonces- mientras nadaba. En cada vuelta de campana le advertí de las cosas que tal vez era mejor no hacer... o sí, pero con cuidado. Le hablé a mi yo del pasado de los miedos que iba a tener, y de las dudas y de las decisiones que debería tomar. Le hablé claro. Spoiler total. Si haces esto, pasará esto y también esto otro. También le di claves, claves de futuro. Situaciones que no debía temer, lugares a los que debía ir, personas a las que debía conocer. Le di direcciones completas, calles, números, días, horas, nombres. Nombres.

En algún momento me pregunté seriamente: "¿te imaginas que todo esto está dando resultado y que cuando sales de la piscina todo el presente se ha modificado porque se ha alterado el pasado?" 

Está siendo un verano bonito. Un verano familiar y de amigas y amigos. Un verano de piscinas frente al mar, de piscinas con jardín y de piscina cubierta. Y de piscinas olímpicas. Y también de playas y brisa del mar. Y de patatas bravas, paellas, gazpacho, ensaladilla rusa... Y de melón. Y de nectarinas. Y de bares. Y de cenas. Y de futuras nuevas casas, o quién sabe. Y de reencuentros. Siguen los reencuentros. Me gustaría que apareciera una persona nueva o renovada. Una persona como una llamarada brillante, pero también como aire fresquito -está siendo un verano de mucho calor.

Yo sigo escribiendo por si ocurre algo, por si aparezco en otra piscina.


martes, julio 05, 2022

Aprender a resistir en tu espacio

 


Nadar enseña a saber cual es tu espacio, a ganártelo y a protegerlo. Cuando eres novata y te toca compartir carril en la piscina, te pones nerviosa, de hecho, es bastante común abandonarlo, porque te sientes incómoda con alguien que nada más rápido, o que ocupa más volumen, o que nada de forma agresiva...  No solo incómoda, también insegura, piensas que tal vez estás molestando, que estás entorpeciendo el ritmo del otro, y que van a comerte viva los tiburones; pero con el tiempo aprendes a resistir en tu espacio de carril, aprendes a confiar en tu brazada, en tu respiración y en tu ritmo, porque es el tuyo. Cuando confías en eso, empiezas a respetarte y empiezan a respetarte. Así es cómo comienzas a sentir que tienes tu espacio en el carril. Ya puedes compartirlo con quien quieras. Por lo general, si la otra persona también sigue los códigos clásicos de una piscina, no tiene por qué haber ningún problema. 

Esto no lo aprendí de las nadadoras más rápidas, lo aprendí, precisamente, de las personas más lentas. Empecé a darme cuenta de que era su forma de reivindicar su espacio. Hacía tiempo que quería anotar esta reflexión en el blog, sobre nadar  y respetar los ritmos. Hoy es el día.

Me siento en plena forma mental, emocional y físicamente. 

En los últimos cuatro meses he afianzado muchos espacios, espacios simbólicos, espacios que tienen que ver con una misma, con lo que se es. Reconciliarme con mis decisiones del pasado, con mis actitudes, con mis inseguridades, y también con las de los demás (esto es importante), abre el mundo; pero solo funciona si lo haces de verdad.  La clave para hacerlo de verdad no la sé, pero puede que tenga que ver con no buscar nada a cambio. 

En los últimos meses, he tenido algunos reencuentros con personas que forman parte del pasado, reencuentros físicos y también virtuales. Por algún motivo, la manera de acercarme a esas situaciones pasadas, me ha ayudado a sentir algo similar a cuando sabes que tienes tu espacio en el carril de la piscina.

He puesto esta canción tan épica de Little Simz porque la ocasión lo merece. I'm a black woman and I'm a proud one!



sábado, junio 25, 2022

Sueños sencillos

Ayer fue la noche de San Juan y celebramos la verbena en mi casa, como antes de la pandemia. Acabo de decidir que es mi fiesta preferida. Mis amigas, el verano, la brisa de la noche (por fin se ha ido el calor sofocante), los fuegos artificiales de fondo y los rituales de la suerte inventados.

También he inaugurado la temporada de cine de camping, que es como le llamo yo a salir a la terraza con el portátil y ver una peli. Es una tradición veraniega que instauré hace ya unos años. Es una especie de juego para mí, o así lo vivo, porque nunca he ido de cámping, pero siempre imagino que la sensación debe ser parecida. 

Me gusta mucho fantasear con ir de cámping por primera vez, algún día, cuando yo quiera. Es una especie de as bajo la manga, que me guardo. Es maravilloso tener un sueño sencillo, fácil de cumplir y posponerlo para que siempre sea un sueño posible.

De momento, en mi cine de cámping, he visto dos películas que me han gustado mucho: L'Animale y True Things. La protagonista De l'Animale es una adolescente en momento de cambio, con una coraza rígida que va cayendo a medida que avanza la película. Bueno, a mí me ha parecido que esa era la metáfora. Lo que más me ha gustado (estéticamente) ha sido: cuando va en moto de noche, los árboles iluminados con luz roja, el baile con la chica de la que se enamora, la nuca rapada, las protecciones de motocross (como la coraza), la manera de fumar, la cueva, los créditos. 

Y True Things narra la deriva de una mujer que se embarca en una relación tóxica y muy adictiva. El colofón de la película es el baile liberador de la protagonista mientras suena Lick My Legs de Pj Harvey. 

Qué mejor que el cine de cámping para reflexionar sobre la vida. Ahora veo tantas banderas rojas en todas partes... que es complicado iniciar una relación. Pero, como dice mi amigo J., es mejor verlas.

Me he dado cuenta de que me apetece más escribir en verano, que en invierno.

martes, junio 21, 2022

Son los edificios de cristal

Se iluminan por las noches, los nuevos bloques de oficinas que han construído en el barrio. Edificios de cristal, como fantasmas entre la neblina del calor y la humedad del mar. Vacíos, por estrenar, expectantes, en silencio. Me parecen punzantes y poéticos. 

Voy a hacerles hueco en mi corazón, aunque  me gustaban más las fábricas de ladrillo en ruinas de principios del siglo XX. 

Se acumulan los descampados sin alma, exacavadoras al atardecer, abriendo zanjas. Gruas que se elevan y rozan las nubes. La historia del barrio cambia, pero no quiero quedarme anclada en lo que fue.

Los edificios de cristal, como fantasmas buenos que, en realidad, no quieren asustarte.

miércoles, junio 15, 2022

Pelo mojado, Primavera Sound y verano

Mis amados Diiv tocando la canción con la que me mareé de emoción


He salido del laberinto de la melancolía... a base de dejarme llevar un poco por ella, para después sacudirme el polvo, levantarme, y disfrutar, salir y bailar. De volver a la playa, al pelo mojado por la tarde y de encontrar nuevas rutinas, como los paseos con mi perra por el parque de la Ciutadella. Y estos días también he recuperado ese olor tan característico de los pinos, que me recuerda a mi verano de los doce años. Una vibración intensa.

También estuve en el Primavera Sound (Weekend 1). Fue una decisión tomada a última hora, unos días antes. Uno de esos impulsos que me pillan a las dos de la mañana con tarjeta de crédito en mano. Aun así, a pesar de comprar las entradas en reventa, me salió el abono de fin de semana 100€ más barato (estoy muy orgullosa de ello y quiero que quede para la posteridad). Y es que... no podía quedarme en casa sabiendo que a 10 minutos en bici estaba tocando uno de mis grupos preferidos: DIIV. El concierto fue espectacular, sobre todo por el modo en cómo lo viví, como auténtica fan (me mareé un poquito de emoción cuando tocaron "Loose Ends") y durante las dos jornadas de antes (tocaron el último día) estuve planeando minuciosamente cómo iba a pillar sitio para verlos bien. Todo el tiempo pensaba que era increíble estar allí. Yo, que me sé la vida y milagros de la banda. Yo, que he pasado tardes enteras sacando sus canciones con la guitarra. Yo, que he pasado noches de insomnio viendo vídeos de sus directos en Youtube. Yo estaba allí. Me gustó mucho sentirme rodeada de mi especie, de fans como yo, porque el concierto coincidía con cabezas de cartel y ahí sólo estábamos los que verdaderamente éramos seguidores de la banda. Fui muy feliz.


Debo decir que el primer día del festival fue un desastre. Entré con mucha ilusión y me fui cabreadísima. Colas de 40 minutos para comprar bebida, tránsito de gente peligroso, masificación. A pesar de todo, guardo buen recuerdo del concierto de Cigarrettes After Sex. Lo disfruté tranquilamente sentada en el césped, con la brisa del mar, el olorcillo a cloaca del fórum,  y bebiéndome una cerveza (que durante el primer día era algo así como poseer un tesoro, porque las colas para pedir eran larguísimas). Estuve pensando mucho durante el concierto. Pensando en mí. En estar ahí "conmigo". Ir a un festival sola es lo mejor del mundo. Me encontré con gente y con amigas con las que podría haberme quedado, pero me las arreglé para ir escapándome, porque me apetecía mucho ver los conciertos y moverme sola, no tener que mediar, pactar y esperar a la gente para ir de un escenario a otro. ¡Libertad! Y sí, en aquel bucólico momento en el que la brisa y el olor a cloaca del fórum me erizaba la piel, sonó "K."


A partir del viernes todo mejoró, en cuanto a organización. Probablemente había más gente trabajando en las barras y más control, en general. Disfruté muchísimo del concierto de Little Simz, una rapera que fue un gran descubrimiento para mí. Me gustó absolutamente todo de ella, su rollo, su sonido, su banda, su voz, su energía en el escenario, su camiseta, y la masa enloquecida con "I love you, I hate you".

Uno de los conciertos que más me sorprendió fue el de las Warpaint, que estuvieron inmensas, extraordinarias. Había gente pero no demasiada, estaba medio festival viendo a The National. El foso enloqueció con "Love is to die."

Y tampoco me perdí a Beach House, que fueron fantasía pura, pero era el último día y yo ya estaba muy cansada de todo el festival y también de la muchedumbre. Demasiadas personas. En el último disco, hay un par de canciones que me sepultan y me catapultan, a la vez.

Bueno... no llegué a todo lo que quería ver y me perdí a Jenny Beth. Otra vez será.

Un momento maravilloso, que se repitió durante los tres días del festival, era el de volver a casa en bici, con el fresquito de la madrugada y las calles vacías.

martes, mayo 24, 2022

Evadirse o no evadirse

Acabo de llegar de un concierto de un trío de Nueva York, del que no puedo decir el nombre porque es desconocido y puede que algunas de las pocas personas que estábamos en el lugar busquen al grupo y les salga mi blog, y entonces yo dejaría de ser anónima  (aunque después de casi 20 años ya no lo sea completamente). Bueno, fuera rollos y paranoias. 

El grupo me ha gustado mucho, tenían algo muy fresco y distinto, era una especie de dark wave+noise. Los quiere fichar Matador Records, pero le han dicho que no porque han encontrado otro sello que les ha hecho una oferta mejor. Me lo ha contado la cantante, con la que he hablado un poco porque es amiga de una amiga (que en realidad tampoco es amiga amiga). Nos ha preguntado por el baño y le hemos metido un rollo que no tenía nada que ver. El acento de nueva york es muy cerrado. jeje.

Hace dos semanas fui a un concierto privado de un pianista muy joven (tampoco puedo poner su nombre por el mismo motivo que en el párrafo anterior...  me hace mucha gracia mi paranoia decadente, porque a nadie le interesan ya, en realidad, los blogs) que acababa su gira europea en casa de un conocido y me invitó a asistir. Esto queda muy elitista, pero en realidad no lo fue tanto. Se me despertaron las ganas de volver a tocar el piano (me arrepentí mucho de haber vendido el mío, pero lo cierto es que me traía tantos recuerdos que era o venderlo o morir de pena tocando) Hoy me he comprado un teclado. La tecla es igual de grande que la de un piano acústico y el tacto muy similar. Podría haberme comprado otro, uno más grande por el mismo precio, pero me he encaprichado de su color (rojo) y de que es Roland. Tengo muchas ganas de tocarlo. Voy a hacer un montón de canciones romantidarks.

La tristeza la llevo bastante bien, el sábado fue mortífero, eso sí, porque además me vino la regla y todo era mucho más intenso, pero acabé la letra de una canción nueva y puede que, aunque no sea la definitiva, tenga ya la idea completa. El viernes estuve bailando música electrónica en una fiesta al aire libre. Descubrí la diferencia entre la evasión (viernes) y la no evasión (sábado). Bueno, descubrir algo tan básico a estas alturas es enternecedor. 

El pasado está volviendo de un modo distinto, pero está volviendo. Y estoy inmersa en esa especie de viaje difícil de definir y de efectos agridulces para mi cerebro y mi corazón y mi insomnio. Es embriagador.

jueves, mayo 05, 2022

Gestos, palabras, Venecia

Siento un dolorcito por todo lo que no ha salido bien y por lo que se acabó. Un dolorcito que me adormece y que parece que no vaya a desaparecer pronto. Hay momentos en los que se desvanece como el vapor que sale de mi boca. Pero no me desespera, la vida me compensa de otras formas. 

Hoy me has escrito que hay un nuevo comienzo en cada esquina. Me he acordado al sacar la basura. He pensado en si, al cruzar la calle, me encontraría con ese principio.

Los fantasmas... cómo vuelven. Se instalan en los gestos, en las palabras, en la nevera.

Como consecuencia de empezar a leer "El palazzo inacabado", de Judith Markell, estuve pensando en Venecia, planeé que podía volver a buscar algo. Algo que quedó atrapado una mañana. Ese algo fue una sensación, un momento, una escena: un chico sentado en el muelle comiendo una porción de pizza al sol, despreocupado. Yo lo vi de lejos, desde el vaporetto. Había mucho silencio. Parecía universitario, era moreno, el pelo despeinado. Las fachadas, rojizas. Las piernas le colgaban y casi le rozaban el agua. Yo era 12 años más joven que ahora. Y el chico del canal también será 12 años más mayor ahora. Sin embargo,  para mí sigue en aquel muelle, bajo el sol... despeinado y universitario.

lunes, abril 25, 2022

Algodón dulce

Llevo unas semanas tocando cada tarde la guitarra. Desde adolescente, tocar ha sido una de mis evasiones preferidas.


He conseguido reconducir mis pensamientos y ya no son tan tristes como en los últimos meses. He tenido sensaciones nuevas, brillantes, sobre todo en instantes relacionados con el arte. Al contemplar un cuadro, una fotografía , al leer un poema o recordar un palacio de Venecia.


El sábado era Sant Jordi y estaban las calles llenas de gente. Sentí mucha alegría. Me sorprendió sentirla, no la esperaba. Alegría genuina, no un derivado. Alegría de repente, alegría como cuando abres una bolsa de patatas fritas y se rompe el envoltorio. Una alegría que me llenaba las pestañas, los dedos y la boca de algodón pegajoso y dulce. 

viernes, abril 01, 2022

Fragmentos de estos días

Cuando echas de menos algo, ¿es porque no lo tienes?

Tengo una laguna mental en un punto muy importante de la historia. La circunstancia era dolorosa.


Ladra un perro y llora un bebé.


Hoy he escuchado una canción que he estado componiendo durante tres semanas y no me ha gustado. Qué bajón.


Le daré otra oportunidad mañana.


Cuando sea anciana le dejaré mi herencia a quien me cuide bien y me haga reír. 


Hoy he tenido una idea de canción que me encanta. Cuando parece agotarse, brota de nuevo.

….

¿Volveré a amar?


No me lo imagino.

Sé que hay una tristeza que viene y va.

Qué guapa está Jessica Chastain en Secretos de un matrimonio.

Hay una canción que me gusta tanto que siempre parece nueva.


lunes, marzo 14, 2022

Sentir hasta fundir capas de hierro



El otro día leí o escuché, no recuerdo donde, que reinventarse es huir. Si es así, yo he huido muchas veces. ¿Y qué?


El sábado pasado sucedió algo muy curioso que me trajo, de algún modo, fantasía. Porque para aquellas personas que no lo sepan… yo, en 2022, lo que necesito es fantasía.


La historia empieza así.

Fue el sábado. Ese sábado tan esperado. Íbamos a tocar con un grupo conocido, en una sala a la que yo le tenía muchas ganas. Bueno, ese tipo de conciertos que tienen pinta de bolazo. Lo disfrutamos mucho. 


Llegué a las pruebas de sonido la primera. Estuve un rato sentada en el callejón. Me fumé un piti. Vino el programador de la sala a buscarme y me enseñó el backstage y me dio las pulseritas para entrar y salir. Vinieron los demás, probamos, todo sonaba bien, nos relajamos un rato.


Voy a dar un acelerón porque es muy largo y yo ya no quiero ser novelista. 

Resumen a fogonazos.


Empecé a hablar con una persona, a la que llamaremos L., que venía con el otro grupo, desde Pamplona, y que además conocía a un amigo mío aquí, en Barcelona. Esa fue la primera casualidad. 


Conecté mucho con L. Me refiero a cuando empiezas a hablar con alguien y todo muy cómodo, divertido, natural. Me pareció una persona muy bonita. Hay personas que transmiten ese tipo de sensaciones luminosas y cálidas. Pero… y aquí viene lo bueno: luego, durante la semana, hablando por instagram, descubrimos que también nos habíamos conocido en otra noche de hace 17 años, en ¡Madrid! y… la fantasía no acaba ahí porque mantuve durante años una relación de amistad a distancia con su hermana, precisamente a través de este blog, hace muchísimo tiempo, tanto que todavía existían las llamadas perdidas, durante aquella vida que ahora, con el tiempo, es como una nube de azúcar de algodón rosa en un parque de atracciones. 


Me pareció preciosa toda esa casualidad que se inicia tras las pruebas de sonido de un concierto.


Las casualidades son frágiles porque cualquier gesto insignificante, cualquier desvío, traspiés, cualquier metro más allá, pueden impedir que sucedan. Esa casualidad fue como abrir una puerta para pasar del pasado al presente que entonces era futuro. Fantasía. 


Me he protegido tanto tras estos últimos años que dentro de mi armadura hay eco. Quiero sentir, sentir mucho, tanto como antes, sentir hasta fundir la capa de hierro.

viernes, febrero 04, 2022

Fantasía con límites y todas las imbecilidades


Por primera vez, en todos estos años, se me ha olvidado la contraseña del blog. Tal vez sueñe con todas las contraseñas olvidadas una noche de estas... y lo digo porque últimamente sueño con personas del pasado, que vuelven, se aparecen. Me refiero a esos enamoramientos que me han marcado. Contraseñas en forma de persona. No sé si es porque, con el tiempo, me he dado cuenta de la cantidad de veces que he hecho el imbécil por amor. Esos sueños vienen a corroborármelo, o todo lo contrario, porque no son pesadillas. Suelen ser noches emocionantes, vibrantes, algo confusas, en las que tengo emociones que, ahora mismo... pues no, ahora me he vuelto racional, responsable e incrédula. La puerta de ruido en mi editor de sonido "sentimental" está al 80% y pierdo muchas frecuencias. Puede que la mascarilla sea una buena metáfora de eso, también.

No me enamoro de personas que no me convienen. Ni vivo historias locas. Ni hago el imbécil. Ni escribo poemas, solo canciones pero nunca descarnadas. Toda esa practicidad también ha hecho que pierda el gusto por la fantasía, como lo definí el otro día con R. La fantasía como ese algo que te hace creer en cosas que tal vez no sean, o sí.

Mis kamikazadas por amor, hechas en esos momentos de confusión mental absoluta, son de película mala o muy buena. Depende de cómo se mire. Depende de cómo se cuente. Podrían ser un capítulo de relleno o un largometraje. Aunque, ¿existen ahora capítulos de relleno? Tengo la sensación de que tanto en la ficción como en la vida, todo va tan rápido, que no queda tiempo para relleno alguno. Como si todas las acciones estuvieran sumamente planeadas para conseguir algo. Más espectadores, más engagement, más seguidores, más escuchas, más oportunidades profesionales, más clicks, más me gustas, más visualizaciones, más conciertos.

A pesar de todas las tonterías, qué sinceras, qué auténticas fueron. Fantasía sin parangón.

Como en el sueño de hoy.  He sentido una oleada de emoción al acercarme a ti (y eso que han pasado muchos años). Incluso te han hecho contrato indefinido (jaja la reforma laboral) y lo celebrábamos. Esos detalles ligados a las realidad me parecen muy divertidos. 

En el sueño venías a buscarme y nos reíamos. Puede que ese fuera el objetivo. 

martes, enero 18, 2022

O soy yo

Este invierno hace mucho frío

o soy yo?

Soy yo, un poco cansada.

Me he acordado de aquella fantasía de “guardarropa” donde te dan un número de la suerte por hacerlo todo muy bien.

(¿Podría ser esto una canción? Voy a anotarlo.)

lunes, enero 10, 2022

Feliz y nostálgica

Ahora que me siento feliz y nostálgica al mismo tiempo… Cuánto echo de menos Madrid por las tardes. 

¿Pero qué importa? A quién le importa.

El sábado estuvimos haciéndonos fotos de grupo en el terrado. Recordé aquel año en el que todo me parecía triste (depresión) y descubrí que el terrado podía ser una puerta hacia otro momento. Pues bien, supongo que he tardado años en abrirla, pero lo conseguí.