sábado, diciembre 31, 2011

Volver a empezar. Seguir. Feliz 2012.

Despedimos el 2011 en un balcón de la Puerta del Sol de Madrid. Llevadas por el entusiasmo que nos rodea, nos acabamos de comprar en la Plaza Mayor una peluca y un sombrero de vaquero azul purpurina.

El 2011 ha sido un año de desengaños, equivocaciones, cambios bruscos, rupturas, pozos de pena y fisuras en el alma. Únicamente me quedo del 2011 con los bellos reencuentros, con mi familia, el mar de Formentera y el salvavidas con el que nada nuestro amor poniéndose a salvo del naufragio.

Pido para el 2012 mucha salud para seguir juntas, detective Blenk. Lo importante es lo importante.

Que tengáis un feliz año...

viernes, diciembre 09, 2011

Jamás, jamás, jamás te olvidaré, Ike.



Mi amigo Ike, compañero del alma, Enriquito, mi hermano mayor, una parte de mí: 

Hoy he ido a trabajar pensando que era el primer día que no estabas en el mundo y todo me ha parecido extraño, ajeno, de otros. Pero te he sentido muy cerca, como cuando caminabas a mi lado por las calles de la Alfama.  Me enseñaste tantas cosas. Compartimos muchas noches en vela.  Nos gustaba un montón hablar de las chicas que no nos hacían caso. Ellas se lo pierden, decías. Y yo añadía, "y nosotros, también!"

Me cuesta escribirlo todo, es como cuando quiero nadar todo el mar, no se puede. Ahora me pasa lo mismo, que no puedo escribírtelo todo y me gustaría poder hacerlo. Aunque ya no puedas leerme, sé que lo hacías siempre. Sé que nos conocimos gracias a este lugar, que para mí es una habitación más de mi casa. Te dije hace menos de dos meses que cuando pasaras miedo pensases que yo estaba ahí contigo, a tu lado, porque te llevaba en el corazón. En mi corazón desde aquella noche que te conocí en Barcelona y tomamos unas cañas en Paseo de Gracia. Pocos meses después nos encontrábamos en nuestra imaginada Lisboa. Allí lo planeamos todo. Tal vez, tú planeaste que yo conociera a Carol , sabías que era lo mejor que podía pasarme. Nos fuimos a soñar a Lisboa juntos, ya lo tengo claro, y siempre, cada día, me he sentado y me sentaré contigo en aquel mirador, por encima de los tejados. ¿Qué buscábamos? ¿Qué encontramos? Yo te encontré a ti.

Todo ha vuelto a mi memoria de golpe. Todos los cómics que me regalaste, el bolso en forma de guitarra, las cartas portuguesas, las cartas de Pessoa, la comida en casa de mis padres con María, todos tus dibujos, tu canción de cumpleaños feliz,  el piano,  tus mails de todas las mañanas, el infarto de mi padre, el hospital, la película de Kar Wei en el cine, tu amigo Eduardo, la cena en casa de Merche y Eli para desbloqueranos los chakras, las llamadas de teléfono, el tranvia, las caipirinhas, las braguitas tendidas en el balcón, tus perros, tu hermana, tus amigos –de los que tanto me hablaste–, el tipo de la pensión, el ascensor de la pensión, nuestro tatuaje, mis trenzas, tu risa, tus palabras, tu abrazo. Tu compañía.

Siempre te querré, amigo, siempre. Y te lo dije mil veces. Te lo digo otra más. Y ojalá pudiera volver atrás y convencerte de algunas cosas, Ike. Y ojalá pudiera estar más contigo de lo que estuve. Maldita sea.

Desde hoy, una parte de mí ya no está porque te la has llevado contigo,  lo siento así. Como aquella Lisboa a la que ya jamás podremos volver juntos. Pero siempre estaremos ahí, Ike, tú y yo, haciendo planes, camarada. Estás en mí.

Amigo Ike, no quiero irme de este post, no quiero despedirme de ti. Caminaremos siempre juntos.
Te quería mucho. Lo sabías. Lo sé.



martes, diciembre 06, 2011

Latidos

Estoy viendo una película tailandesa lenta y sin sentido. Se llama Vidas truncadas. No la quito porque prefiero que avance y se acabe de una vez, sin prestarle atención.

Hace un tiempo empecé a escribir una novela. Ya voy por el noveno capítulo. Es como tener un lugar al que irse un rato, un lugar que nadie conoce. Antes, la historia estaba dentro de mí, pero ahora empieza a estar fuera. La estoy escribiendo para leerla. Quiero leer la novela que estoy escribiendo. De momento, me está quedando como yo quiero. Creo que es difícil hacer algo y que salga exactamente cómo imaginabas. En general, nada sale cómo esperas porque siempre se tiene una idea de cómo tiene que ser. Pero, cualquier cosa, cuando pisa el mundo, ya tiene un corazón. Y es incontrolable.



jueves, diciembre 01, 2011

Termo

Me compré una fiambrera especial para llevar comida caliente. En la caja ponía que aguantaba el calor hasta 24 horas. Me pareció que podía salvarme del abismo del mediodía, que es, para mí, por motivos que desconozco, una tragedia. La comida llega caliente. Destapo el recipiente y los alimentos que hay allí son los de mi casa. Mi techo. El trozo de pollo asado en
mi horno es una pizca de mi hogar. Me emociona llevarme a la boca un tenedor de mi casa.
Estaría bien tener un montón de fiambreras diferentes para conservarlo todo como el primer día. O como
más nos gustaba.
Todo duraría, por lo menos, 24 horas.

miércoles, noviembre 30, 2011

Voy a llegar tarde al trabajo

He decidido volver a escribir en mi blog al leer que un grupo de ingenieros ha inventado un robot inspirado en los gusanos y las estrellas de mar.

Quiero ser un robot de esos.

A partir de hoy, voy a escribir cada día una entrada, aunque sólo sea de un par de líneas. Necesito volver a los sitios de antes de antes para recuperarme de esto mío que empiezo a no saber lo que es. Es como cuando haces la actualización de un software y te das cuenta de que está lleno de errores o de que no es todo lo compatible que pensabas.

lunes, octubre 31, 2011

Seguir la corriente

(ilustración de E. Gorey)
 
 
Nadie imaginaba que aquello fuera a acabar en tragedia, siempre se había hecho sin que pasase nada.
La gente se agolpaba alrededor de las ambulancias y todo el mundo comentaba lo sucedido. Aquello podía ocurrir, existía el riesgo. Una chica de unos quince años lloraba en la acera desconsoladamente. La cara desencajada, decía una mujer. No quisimos ver nada, pero estábamos a pocos metros y el aire el mismo.


Volvimos a casa por otro camino.  Pasé el resto de la tarde leyendo para olvidarme del asunto.
Esta mañana, cuando he salido a la calle, he visto que seguían haciendo lo mismo, que a pesar del accidente de ayer seguían con lo mismo.
Ya no se respeta nada. Ya no nos protege ni el miedo.
El miedo no está bien visto.
Brindo por los miedicas.



miércoles, octubre 26, 2011

todo por nada








Lavar el dobok de Taekwondo, doblarlo (aunque sea mal) y meterlo en la bolsa, resucita en mí una porción de la ilusión que sentía a los 9 años. Lo llevamos blanco e impoluto, no como alguno de los chicos. Especialmente el de Julio, que ya amarillea. Julio es un chico que se pasa la tarde en el gimnasio practicando sin cesar. Cuando acaba nuestra clase, la última del día, él aún sigue  haciendo abdominales o dándole patadas al saco. El maestro no le hace ni caso, jamás le he oído decir "Julio, sigue así, lo haces muy bien". El chaval tiene una autoestima enorme y el maestro lo sabe, no necesita la aprobación de los demás. Un día pactamos que lo dejaríamos todo por ir a Taekwondo y por conseguir el cinturón verde. Ahora ya casi estamos y no nos ha costado tanto como imaginábamos.






Dejarlo todo por nada es una locura, dicen.  Pero en qué parte está la locura, ¿en todo o en nada?

 Me he apuntado a clases de hip hop para mayores de 25 años. Yo siempre había querido aprender a bailar siendo mayor de 25 años. Y disfruto tanto en clase, mirándome al espejo, intentando "copiar" a la profesora, contando los tiempos.  Hay movimientos muy sutiles, de hombro, de cadera, pero están llenos de significado. Luego, le metes un poco de "rollito", como dice mi profe, y listos. Ya eres feliz. Ya lo tienes todo por nada.
Cuando llego a casa busco la música en Spotify, aparto la mesa y le enseño la coreografía a Carol antes de cenar.  Mírame, ya verás. Eso es todo. Lo admito, me encanta ese momento de mayores de 25 años.


miércoles, octubre 12, 2011

Constructivos y guapos




Ya no están los obreros guapos en la obra. Los que hay ahora son corrientes. Los guapos únicamente se encargaron del trabajo inicial, el más duro. Duro porque no había nada y nada hacía pensar que allí habría algo en un futuro. Con su belleza y su fuerza compensaban el vacío del lugar. Su misión era empezar a darle forma. Bellos como la imaginación.
Fua, cómo me estoy pasando.


Una mañana, al levantar la persiana, uno de los guapos miró hacia nuestra ventana. Estaba cortando maderas para cubrir huecos. Lo hacía rápido y sin entretenerse en las mediciones previas. Encajaban a la perfección.

Eran muy buenos, en serio.




martes, septiembre 27, 2011

Tenemos una meta


¿Cómo saber si va a ser tu último día de playa? No se sabe. Haces la foto pensando que no. Luego te das cuenta de que sí. A menudo sucede a finales de agosto o a principios de septiembre. Siempre tengo la esperanza de que sea el primer fin de semana de otoño. Ese día te despides del verano como si se tratara de un acto oficial. Lo primero es nadar desordenadamente como un tiburón hambriento, aunque vayas a ser tú la devorada por el no_verano/no_future. Y los Sex Pistols harán una canción para superar el invierno. Y como viene siendo habitual... me pierdo en las enumeraciones. Pues eso, que lo primero será lo segundo y lo tercero.

Pero tú y yo tenemos una meta. Y algunos dirán que es la de siempre, porque todas las llegadas a la meta son iguales: el corredor cruza la meta y se rompe la cinta. Luego levanta los brazos y quién sabe qué es lo que oye en su cabeza.

Tú y yo tenemos una meta. La meta se parece a la salida. Su nombre lo llevo bordado en mi pañuelo blanco y su silueta colgada al cuello en una cadenita de plata.





(He recuperado a la mujer que se peina el pelo infinito como recuerdo a la primera cabecera que tuve en el blog, de la que ya va a hacer 8 años. Por cierto, este mensaje es en clave y solo lo entenderá quien esté desde entonces: ¿Superwoman sigues ahí? ¿Sigues siendo una not a pretty girrrl?)

jueves, agosto 18, 2011

melancoisla, melancopueblo y melancopizzería

Este es el tocadiscos que tenía en casa de mis padres y que ahora está aquí, en mi actual hogar. Asombrosamente, queda bastante bien con esa lámpara rosa chicle. He estado escuchando un disco de los Rolling Stones y otro de Elvis. Me he emocionado de verdad. He imaginado una fiesta con mucha gente. Creo que este año voy a hacer una de cumpleaños, lo que pasa es que muchas de las personas a las que me gustaría invitar están en otras ciudades o viajando por ahí. Las que están por aquí, no pegan los unos con los otros ni con cola. El alcohol hará el resto.

Este verano está siendo como una vida 2. Muy diferente y muy largo. Los quince días de julio en Formentera quedan ya muy lejos, pero fueron absolutamente maravillosos. Escribiré sobre ello en algún momento.

Luego estuvimos en otras playas, no tan bonitas estéticamente, pero llenas de recuerdos de la infancia. Allí también fuimos felices. Nos despertábamos a las once, desayunábamos a las doce y bajábamos a la playa a la una, cuando todos los guiris se marchaban a comer. Luego, cuando volvían a las cinco, nos íbamos nosotras. Cenábamos en nuestra pizzería preferida y de fondo escuchábamos la música de los hoteles. Antes de marcharnos, la camarera siempre nos invitaba a beber limoncello. Coincidíamos cada día en la playa con dos chicas francesas (mon cherie) que eran pareja. No cruzamos palabra con ellas, pero nos mirábamos todo el rato. Es que como siempre estamos buscando referentes... El último día, no sé cómo, una de mis chanclas acabó debajo de la hamaca de una de ellas. Fue un momento tenso, porque yo quería recuperarla y no sabía cómo entrarles. Finalmente, Carol se acercó y cogió la chancla y ellas sonrieron. No entiendo cómo podían estar con mi chancla en su territorio, tan panchas.

Hace una semana estuve pasando unos días en un pueblecito de Granada. La primera noche todo me parecía extraño, además, hacía calor y tuve que abanicarme para lograr dormir. Los humanos podemos dormir y abanicarnos a la vez, ya lo había visto antes en mi madre y en mi abuela, pero no sabía que yo también fuera capaz de hacerlo. Aprendí un nombre nuevo, salamanquesas, que son una especie de lagartijas planas con la cabeza muy gorda. Estuve en un mercadillo y me compré tres pares de calcetines de deporte por un euro. Una ganga, sin duda. Comí un montón de cosas prohibidas: morcilla, chorizo, tortas, patatas a lo pobre, migas, huevos con jamón y pimientos, y mucho pan. Había un pan buenísimo en forma de rosco que era mi perdición. Ojalá lo encontrara por aquí. Juro que lo buscaré. Desayunaba cada día un café con leche, un zumo de naranja natural y media barrita con jamón (que viene a ser un bocadillo por la mitad) por tan solo tres euros. Cuando me fui de Granada –volví sola a Barcelona– lloré un montón en el autobús, en mis ojos se mezclaban las lágrimas con los campos de olivos. Me dio mucha pena irme y prometí que volvería el verano que viene.

Yo hice la comunión en Andalucía, es algo que poca gente sabe. La hice sin hacer la catequesis. Fue una comunión ilegal. Fue un plan para hacer feliz a una persona. El cura me hizo unas preguntas antes de darme la comunión para comprobar que podía ser una buena cristiana. Las respondí todas menos una, la más importante. No la pude contestar porque el cura tenía un acento de la tierra muy cerrado y me costaba entenderlo. Era algo así como "'tosdiozèha?" Le dije tres veces "¿qué?", a la cuarta vez me dio tanta vergüenza volver a decirle que no le entendía –qué niña más tonta– que para salir del apuro contesté "no lo sé". El hombre se indignó. La pregunta era ¿Cuántos dioses hay?
Se vino a comer con nosotros.





domingo, julio 10, 2011

Me voy unos días al Melancoisla




Mañana me moveré en cinco tipos de transporte diferentes. Iré por tierra, mar y aire. Tren, autobús, avión, coche y barco. Y por quinta vez en mi vida llegaré a la isla que sirvió de inspiración a Julio Verne para su novela Héctor Servadac, Viajes y a venturas a través del mundo solar. Hay un monumento al lado del Faro de La Mola dedicado al escritor.

Os quiero enseñar la nueva cabecera del Hotel Melancoisla. Es preciosa. Nos la ha regalado "ss", autora del blog La distancia adecuada. Sus ilustraciones porque son bellísimas.

Como me gusta tanto la nueva puerta de entrada al hotel, he decidido que durante este verano voy a cerrar Qué mala soy dosificándote por vacaciones (hasta septiembre) y me voy al Hotel Melancoisla. Clara Monforte hace demasiado tiempo que está calladita… y no puede ser, que para eso es la directora del hotel. Escribiré entradas cortas, así no me saturaré, siempre y cuando la cobertura me lo permita.

Nos vemos en el Melancoisla.

lunes, julio 04, 2011

Recorrer distancias



Esta mañana he llevado a Carol al aeropuerto. He comprobado que los atascos en la Ronda siguen aunque yo esté de vacaciones. Algunas veces, de camino al trabajo, me había preguntado si después de las 8.45 los coches se desvanecían por arte de magia, o si todo continuaba igual sin mí.

Con Carol cruzando el cielo rumbo a Finlandia, yo he conducido por tierra hasta la urbanización donde pasé todos los veranos de mi infancia. Eso ya está vivido y siempre será así. He recordado lo largo que me parecía el camino cuando era niña. Para
mí era como ir al fin del mundo, a Fin-landia. Ni un avión con parada en Australia recorría tanta distancia como el Citröen CX plateado de mis padres. Aquel coche iba del invierno al verano. Y eso es muchísimo.

Cuando he llegado al apartamento, mi prima de 13 años, la edad en la que te crecen las tetas y llevas aparatos en los dientes, me estaba esperando para bajar a la playa. Ahí estaba ella, con la toalla al hombro y sus 101.000 complejos adolescentes a cuestas. Qué alegría tener 32 años.

sábado, julio 02, 2011

Buen viaje a Finlandia, Carol

Querida Carol:

Ya sabes que Elvis volvió a los escenarios en 1968, tras un parón debido al servicio militar y a otras causas que no vienen al caso. El concierto lo hizo vestido todo de cuero negro y dentro de un ring de boxeo. Las dos pensamos que Elvis está ahí más sexy que nunca... y que si fuéramos chico nos pareceríamos a él o a Jude Law.

Aprovechando que estás haciendo una ensalada y no puedes escucharme desde la cocina, acabo de grabarte en directo, con mi guitarra nueva y mi voz de siempre, ese tema de Elvis que tanto te gusta de la actuación del 68: One night.

Es para ti y te la dejo como prenda, para que la lleves contigo hasta Finlandia. A la vuelta, me deberás una noche.


P.V.

miércoles, junio 29, 2011

Carreteras vs laberintos (con Anna Calvi de fondo)



El cd de Anna Calvi empieza a sonar. Pliega la capota del coche y sube el volumen para que vuele como un vestido al viento. El sol de la mañana, el que aún es suave, cae sobre sus hombros y sus muslos. Se mira en el retrovisor, se contempla. A veces usa la barra de labios que le robó a su novia aquella mañana. Se acaricia el pelo y vuelve a mirarse. Primero escucha Desire, luego Blackout, después I'll be your man. Y para rematar, tres veces seguidas el cover de Surrender. Canta con fuerza el último verso de la canción y piensa en follar con la propietaria del pintalabios en una playa. Y en formar una banda de rock. Pasadas varias horas, por cosas que no puede controlar, se siente hundida y avanza por una calle sin sombra. Sólo los solos caen. Luego, más calmada, escribe esto y no entiende cómo la carretera en línea recta, a veces, se convierte en un laberinto.

No sé qué cenar.




viernes, junio 24, 2011

Salvadas



Me he salvado de un precipicio y aún tengo el susto en el cuerpo, pero ahora sí estoy en el lugar que deseaba. Mi ilusión es un folio Din-A4 intacto. Carol Blenk, escarbaré y buscaré un diamante bajo la tierra.

martes, junio 21, 2011

Se aleja para volver




Antes de irme eché una mirada a mi escritorio: en el contador de verano sólo quedaba una pechina. Parecía imposible que el verano fuera a volver. Mi contador no era más que una excusa para creer en ello. Parece mentira que la isla esté, de nuevo, tan cerca, como si se moviera de lugar en invierno y nadara hacia otras vidas. Otras vidas, ninguna es la mía. Pero la ilusión con la que inicié mi contador está como esos folios que a veces me entregan mis alumnos después de haberse equivocado mil veces. Que el plastidecor no se puede borrar, por mucho que digan. Deja marca. Me sacuden por dentro esos niños que escriben tan fuerte que atraviesan el papel con el lápiz, para, al fin y al cabo, equivocarse. Me reconozco en todos ellos.

Hoy le he preparado creps en el patio a una niña. Yo le untaba la Nocilla, ella lo enrollaba y se iba a jugar. Luego volvía a por más, después de marcar un gol o casi.

Y qué si la niña ha traído creps el último día. Le hacía ilusión. Yo no podía arrebatársela durante mi último patio del curso.

sábado, junio 04, 2011

Tengo que madurar



Ahora recuerdo lo del puente y pienso qué gilipollas, con g de guarra. La advertencia estaba ahí: no pierdas lo importante al cruzarlo. Esto de meterme en la boca del lobo y luego salir gimoteando es muy mío. Tengo que madurar. Hacer eso que sale en las películas, que se ponen a estudiar, a entrenar o a trabajar sin pensar en nada más. Mientras, suena una de la canciones secundarias de la banda sonora.




Cuando se acaba la canción ya te has convertido en una persona mejor, pasas de ser Mourinho a ser Guardiola, el repelente. Menudo rollazo. Yo no soy del Barça. El otro día, cuando ganaron el partido, estábamos en el cine viendo "Pequeñas mentiras sin importancia", una película que vale más que cien celebraciones futbolísticas, al salir, pasaban los coches tocando el claxon y cantando. Una niña de unos 11 años iba asomada por la ventanilla, con medio cuerpo fuera, hondeando una bandera. Yo le hice un gesto y ella me miró en plan "Hemos ganado y vamos a celebrarlo contigo, desconocida, que pasas por la acera". Hasta que se dio cuenta de que mi gesto era hostil: era el del dedo que significa vete a la mierda. Se le cambió la cara. Pobre niña. Me supo mal. Entonces, su supuesto padre aceleró. Me refiero a estas cosas... estas cosas tengo que evitarlas. Carol me dijo que no lo volviera a hacer más, que podían romperme la cara.

Puede que en unos meses ya no vea los tejados desde mi ventana, el edificio que están construyendo lo impedirá. Me recuerdan a Lisboa. Pero sí seguiré viendo la casa antigua del fondo, la que podría estar en Venecia. Una ciudad por otra.

He salido a comprar a las ocho de la tarde, a la hora en la que en verano la gente, recién duchada, sale con el pelo mojado a la calle. Antes de salir de casa se miran el escote, los hombros y las mejillas, y se sienten satisfechos porque están bronceados. A mí también me pasa.

Hace algunos meses giré una esquina, el sol se escondía tras un edificio muy alto y una gaviota paseaba por la acera. Me fijé en ella porque todo lo que me ocurría era imprevisible, exactamente como encontrarme una gaviota plantada en la acera. Intuí que iba a pasarme algo, pero no supe si iba a ser bueno o malo.

Esta semana pasada volví a encontrarme con otra. Estaba encima de un coche gris devorando algo que había estado vivo porque tenía piel y sangre. Los empleados de una oficina observaban la escena mientras se fumaban un cigarrillo en la puerta. Aquella gaviota era una anticipación de esta otra. Lo que intuí ya ha pasado... y no, no puede decirse que haya sido bueno. Yo las conozco muy bien, las gaviotas pueden ser asquerosas si se lo proponen. Una vez creímos que las habíamos domesticado a base de darles comida todos los mediodías. Nos gustaba verlas volar en círculo y oírlas graznar cuando les tirábamos pan duro. Pero simplemente estaban aprovechándose de la situación. Una gaviota no es un perro fiel y tontorrón.

Aquí estoy, intentando, una vez más, meterme en la película, en la secuencia en la que vuelves a encontrarte.

jueves, mayo 19, 2011

Todos necesitamos una maestra y una herida

Soy vigilante en el patio. Soluciono conflictos y detecto peligros inexistentes para los niños. Yo he visto milagros allí. Cabezas duras y rodillas de hierro. Reflexiono mirando hacia el horizonte del patio. Son peces de distintos tamaños y se comen los unos a los otros. Me he acostumbrado al griterío, a esa masa uniforme de vocecillas salvajes. Aguas cristalinas. A veces se me acercan algunos accidentados y me muestran un corte de un milímetro en un dedo, apenas visible, o un golpe de hace una semana fingiendo que se lo acaban de hacer. Su preocupación es real, quieren ser atendidos. ¿Te has hecho daño? Déjame ver... Mmmm... pues no te toques. Si te duele no te lo toques. Mójate la cara y verás cómo se te pasa. Son frases que repito muchas veces a lo largo del día.

Pero para la maestra no hay remedio.
Lo que duele, mejor no tocarlo.
Lávate la cara todas las mañanas y vete.

viernes, mayo 06, 2011

No soy yo (2): El paquete de pan de molde que anunciaba el fin

Ha sido un día bastante tranquilo. Como es habitual, he entrado en el metro sin apenas salir de la cama; cuando escucho el despertador me tapo con la sábana y, a la vez, me subo en el metro. El trayecto se queda en una especie de ángulo muerto y no recuerdo cómo he llegado al trabajo ni si había mucha gente en el vagón... ni si estaba buena la de delante, ni si me ha mirado, ni nada de eso que la gente suele escribir luego en su blog. Por la tarde he ido al gimnasio. Ahora, acabo de hacerme un sandwich de jamón y queso. En el paquete de pan de molde pone ANTICRISTO en letras grandes y amarillas sobre un fondo rojo. Todo encaja. No quiero irme a dormir. No quiero pestañear. Me aterra cerrar los ojos y aparecer en el metro. Esto es el fin.


viernes, abril 22, 2011

No soy yo (1): El nuevo mundo




Había recorrido todos los continentes cómodamente, siempre durmiendo entre sábanas de algodón. Coleccionaba mapas de todos los lugares en los que había estado. Le gustaba abrirlos y colocarlos uno al lado del otro formando una cuadrícula nueva. Convertía cientos de kilómetros en centímetros y los océanos en una sombra azul, reordenando el planeta a su antojo. Jamás hablaba del mundo porque lo había desfigurado. No podía decirse que lo conociera.

jueves, abril 07, 2011

Cajas flotando en el agua




Me da por querer tocar la guitarra por las mañanas, justo cuando conduzco. Así que aparco un montón de posibles canciones para otro momento. Canciones que aún no existen y que me esperan por las tardes como un hogar. El martes creí que sólo me entendía Christina Rosenvinge. Y vuelvo a decirlo, el día que ella, Christina, envejezca, todos los demás ya seremos unos ancianos.

Lo que más me dicen estos días es que estoy radiante. Qué fatalidad, pero no voy a acostumbrarme. Se suele estar guapa por fuera cuando por dentro estás hecha un amasijo de hierros. Yo solo digo que a veces es verdad. Te conviertes en un laberinto y la gente se empeña en encontrar la salida.

El otro día vi a un entrenador de baloncesto haciendo unas declaraciones después de un partido. Ni idea de quién era, de hecho, no sé ni las reglas del juego. Pero noté que el entrenador tenía los ojos llorosos y pensé que quizás se había enamorado. ¿Cómo es el amor entre gigantes cuando tú eres el más pequeño?

Mi maestro de Taekwondo, tan oriental, tan elegante, siempre en equilibrio, un pozo de sabiduría, se tiñe el pelo para cubrir las canas. Ese tipo de debilidades, como estar a punto de llorar ante un micrófono, son las que yo salvo de entre todas las cajas que flotan sobre el agua.

Ya tengo la escaleta de mi novela hecha. Ahora, únicamente tengo que escribirla. Sigo sin ver claro esto de los narradores cuasi omniscientes... con lo guay que es escribir en primera persona.

"Guay" es la palabra que aprendí a los 12 años y que no me suelta.

Tengo una morenaza de ojos verdes a mi lado, una morenaza que me manda un mail para decirme que ha comprado pan de chapata –para hacernos un bocata de jamón– y fruta. Y todo lo demás qué importa. Bueno sí, hay una cosa que sí me importa, que mañana se casan dos amigas de las de verdad, a las que también salvaría de entre todas las cajas que flotan en el agua.

martes, marzo 29, 2011

Yo viví en una de esas ventanas durante un tiempo maravilloso

Girona

No nos damos cuenta de lo que es extraordinario hasta que pasan los años y, un buen día, tendiendo la ropa, pensamos: fue insólito. En ese momento aparece una grieta en la pared, pero nadie la ve. Las señales: una chica se aparta el pelo de la cara; alguien escoge una lechuga de entre todas las del mercado; una profesora subraya el título de una canción; un niño mira por unos prismáticos del revés para verlo todo más lejos; una mujer con dos nombres planea una fuga a Venecia. (Me permito hablar así porque he leído que a los 30 ya se es una mujer de mediana edad; por lo tanto, ya puedo empezar a teorizar sobre el paso del tiempo. Yuju.)

En mi caso no fue así, porque cuando vivía en Girona era consciente de lo asombroso que era despertarse cada día escuchando los pasos sobre las tablas de madera del puente. Este fin de semana he comprobado que han cambiado las láminas y que ya no suenan como entonces. De todas formas, sigue siendo una ciudad parar vivir sabiendo que cientos de muros se agrietan a diario.

Paseando por mi antiguo barrio vi que en la Calle Ballesteries han abierto una tienda de guitarras. El flechazo fue instantáneo; tenía que comprarme esa guitarra. Un instrumento para tocar la ciudad con mis manos desde cualquier lugar del planeta... iba a decir "Marte". Me pregunto si he vivido alguna vez en la Tierra.










martes, marzo 22, 2011

¿Me recordarán?


Como buena Libra que busca el equilibrio en medio del caos, necesito estar en esa secuencia en la que la chica se concentra muchísimo en su trabajo y en nada más. No nos engañemos, es aburrido; en las películas siempre aprovechan ese momento para poner uno de los temas de la banda sonora de fondo.

Hoy: veinticinco niños de seis años ansiosos por saber qué características tiene la primavera. En realidad, es todo una invención de las maestras, si no de qué se iba a preocupar un niño de seis años en hacer murales sobre la primavera. No me jodas, hombre. La primavera nos la hemos inventado los adultos.

Perdón, quería decir: profesora de música de 32 años ansiosa por explicar que características tiene la primavera y cantando fuera de sí "ya llega la primavera, ya llega, no espera, ya llega, ya llegó" con la melodía del allegro de Vivaldi. Y los niños siguiéndole el rollo, claro. Como a los locos. (Tengo una amiga que siempre que se emborracha la canta.)

Efectivamente, he encontrado mi público.

¿Me recordarán esos niños cuando de adultos deseen estar en una de esas secuencias necesarias en las que suena de fondo una canción?







miércoles, marzo 16, 2011

un par de cosas claras

Mido 1'64 o 65, nunca me acuerdo, me gustaría no olvidar ciertas cosas. Peso 57 kg esta noche y tengo un morado en la pierna recién hecho, una patada en toda regla que me han arreado hoy en la clase de Taekwondo. Las protecciones y los petos no cubren lo suficiente, siempre se recibe en combate. Me pasa en el gimnasio y en la vida. Que voy muy chula lanzado ap chaguis pero siempre me las devuelven en el contraataque.
Estoy que me gustaría saber donde estoy.

domingo, marzo 13, 2011

De agosto a marzo van siete meses



Aquella caída en moto fue el inicio de una carta de amor; y todo lo que vino después, una declaración o una cajita negra con una anillo dentro.

Vi como el agua del grifo se llevaba la sangre; vi tus lágrimas y me vi reflejada en el espejo, cuidándote. Un par de horas más tarde, bajamos cojeando a la playa.

Finales de agosto, aquella brisa de la isla, cuando el sol se marchaba a las nueve. Y me di cuenta de que te quería y de que tenía que decir un taco, joder. Si tiene que salir bien, que sea contigo.

Ahora, en marzo, la samba siempre es triste y alegre, ¿por qué? Tomamos un Spritz en una terraza con las gafas de sol puestas. Me preguntas, ¿te gusta mi ciudad?, te contesto, sí. Y cierro los ojos para recordar el mirador de Santa Lucía con mi amigo Ike, aquel día que veneramos los tejados de La Alfama como si nos hiciéramos el mismo tatuaje.

martes, marzo 08, 2011

Los preludios de Wagner y calentar leche sin microondas




Hace dos días que no uso el microondas para calentar leche; lo hago en un cazo sobre el fuego. No hay ninguna razón pero, quien sabe, este cambio de hábito podría ser el interruptor de un complejo mecanismo.

Algo imparable sube desde el centro cuando empieza a hervir. Parece que se resista; sin embargo, está intranquila, como si llevara varias noches insomne. Esperando, esperando, esperando. Hay que prestar atención: si te descuidas un poco se pega. Es asqueroso que la leche pueda quemarse como un simple trozo de carne.

A las siete empezará Parsifal. Saldré en busca de la emoción del año pasado al escuchar el preludio del primer acto de Tristán e Isolda. Desear que algo se repita es peligroso. Si Wagner no me conmueve tanto como aquella noche, será como salir de caza y volver sin nada. O peor, volver con un disparo en el brazo y algún perro herido.



domingo, febrero 27, 2011

Mi madre de ahora es la misma de antes




Esta mañana he llamado por teléfono a mis padres. Ha saltado el contestador porque no estaban. Yo esperaba escuchar esa voz masculina entre persona y robot que graba el mensaje de todos los contestadores automáticos. (Bueno, la verdad es que ni lo esperaba. Esperar es demasiado importante. Sencillamente, la voz desconocida era algo que iba a oír porque así había sucedido todos los demás días que había llamado a casa y no había habido nadie.)

Pero hoy, la voz del contestador era otra, no era la programada por la compañía telefónica. Era la de mi madre. Ha sido extraño. Al escucharla, inmediatamente me ha recordado a ella pero como si fuera otra persona, otra madre, mi madre de hace tiempo. Voy a aclarar que es la misma que la de ahora, pero a veces se me olvida… Mi madre de ahora es la misma que cruzaba la Meridiana todas las mañanas, como a caballo, para llevarme al colegio, y la misma a la que yo deseaba ver aparecer con todas mis fuerzas en la puerta del colegio al mediodía. Pero esto no sucedía a menudo porque yo era una alumna fija en el comedor. Eso sí, mi madre llegó a una acuerdo con dirección y a mí me llamaba transeúnte, no fija, porque no quería ser fija, no quería ser de los que siempre se quedaban a comer. Así que me llamaban transeúnte, pero era fija. (Esto ya lo conté hace tiempo, fue durante aquel viaje en avioneta para salvar a un cachorro de lince.)

Mi madre siempre grababa los mensajes del contestador automático. Ningún niño de mi clase tenía uno en su casa. Yo sí. Era un aparato con dos cintas de cassette, en una se registraban los mensajes de las llamadas recibidas y en la otra el mensaje que contestaba. Mi madre los grababa con una voz muy bonita y clara, transparente, como si pudiera escurrirse entre los dedos de unas manos puestas en cuenco. Una vez, y lo recuerdo bien, yo toqué la guitarra de fondo en uno de esos mensajes. Se escuchaba la voz de mi madre y la música de mi guitarra a lo lejos, acompañándola.

Yo sé cuando mi madre cruzó un puente y se convirtió en otra madre, que es la mía igualmente, pero distinta. A pesar de todo, aquellos días nos reíamos mucho juntas. Sobre todo por las mañanas, cuando nos despertábamos a las nueve y decíamos que era una hora ideal para abrir los ojos y que, seguramente, era la hora en la que la Naturaleza, con mayúscula al principio, había decidido que el ser humano se despertara. En mi casa siempre se ha funcionado a base de teorías inventadas. Alguna de las rutinas de entonces era llevarla al hospital a hacerle las curas diarias –no recuerdo el nombre de la enfermera pero era maravillosa, era nuestra salvadora– o llevarla a la sesión de quimioterapia. El caso es que, a pesar de todo, eran días luminosos y en el Paseo de Gracia el sol era arrollador. Aprendí a conducir durante esos meses, me hice una experta al volante. Esa es la verdad.

Supe que se iba a curar una noche, tras un sueño. (Ahora viene cuando explico el sueño y la gente se lo salta, porque mira que es aburrido que te expliquen un sueño....) Soñé que yo iba en un barco que estaba en medio de una tormenta brutal y que tenía mucho miedo porque las olas cada vez eran más grandes. Justo cuando creía que no iba a aguantar más y me iba a caer al agua, mi madre, como una aparición, me decía muy serena y tranquila: “No tengas miedo, que ya se ve el puerto.” Y era verdad, se veían unas luces a lo lejos. Ha sido el único sueño en el que he creído verdaderamente.

Así que, resumiendo, que me estoy enrollando una barbaridad, cuando he escuchado la voz de mi madre esta mañana en el contestador, he comprendido que era ella, mi madre de siempre, la de ahora y la de antes, como las canciones de la radio. Me he emocionado tanto que he vuelto a llamar para volverla a escuchar y, sobre todo, volver a reconocerla.

domingo, febrero 20, 2011

No perder lo importante




Hoy he mirado por la ventana mientras hablaba por teléfono y he pensado que cada cierto tiempo cruzamos un puente y nos convertimos en otras personas. Hasta que no llegas al otro extremo no vuelves a reconocerte. No pierdas lo importante en el camino, Paola.

El dibujillo es mío.

Me voy a leer "Novecento" de Alessandro Baricco. Calculo que en una hora lo habré acabado. Tampoco es cuestión de calcular, ya, pero bueno, y qué pasa si calculo.

Empieza así:




miércoles, febrero 09, 2011

La fortaleza de los pijamas


Tengo un pijama que siempre me hace reír. No puedo remediarlo, es verme con él en el espejo y troncharme. ¿Cómo pude comprarme un pijama tan ridículo? Un oso que se rasca el culo mientras mira una libélula y dice "hello, little friend". Lo peor es que en su momento no me di cuenta de nada, ni del oso, ni de la libélula, ni de que se rascaba el culo.

Cada día paso en coche por una calle levantada, en obras. ¿Qué estarán haciendo? Nunca sé qué hacen los obreros exactamente. Pero un buen día todo vuelve a su sitio. En la esquina hay un bar de esos con el letrero de la Coca-Cola, un bar de barrio con nombre de saga, "Gallegos 2", por ejemplo, y me pregunto si existirá el "Gallegos 1" y donde estará. Todo esto es en serio, a pesar del oso que se rasca el culo. Justo encima hay un bloque de viviendas. En el balcón del primer piso siempre hay ropa tendida. Una camiseta, un pantalón y un pijama de alguien que tendrá una vida similar a la mía o totalmente distinta. Que dormirá más o menos siete horas. Por debajo de la ropa se arrastran los autobuses llenos de gente. Yo espero en el semáforo. El pijama desconocido sigue allí, suspendido sobre la nube de polvo, sujeto a un cordel gracias a unas pinzas diminutas.

Me siento a salvo, es lo más parecido a un milagro.



domingo, enero 30, 2011

AUDIOPOST: Al final de todas sus cartas ponía "con hielo"




Película en blanco y negro. Club de jazz.

–Cuando bostezas te quedas durante un par de segundos sin oír nada. Al abrir la boca no sólo tragamos aire, también hay fragmentos de otras cosas: de canciones, de palabras, letras sueltas, ruidos de fábrica, motores, reactores y gritos de niños en el patio. Nos llevamos un bocado del polo norte y otro del polo sur. Es imposible escuchar nada más, el ruido es ensordecedor.

–¿Y por qué no oímos todas esas cosas que según tú nos llevamos para dentro?

–¡Es obvio! No las escuchamos porque nos dejan sordos.

–Mmm... está bien. Sigue.

–Vale. Por eso, cuando bostezamos tenemos que estar muy atentos a los labios de nuestro interlocutor, ya que un despiste podría cambiar el rumbo de todo, si eres de las que cree en los hechos que cambian toda una vida...

–Sí, lo soy.

–Bien. Imagina que –por primera vez– ella está a punto de decirte te quiero, pero en ese preciso instante empiezas a bostezar, te quedas sin oír nada y únicamente le ves los labios. ¿Qué es lo que leerás si no estás atenta?

–No sé...

Con hielo. En vez de Te quiero leerás en sus labios Con hielo.


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Esta entrada es un audiopost. Haz clic en play para escucharla. También se puede descargar haciendo guardar destino como sobre el link. El archivo está incluido en el podcast del blog.

jueves, enero 20, 2011

No es un poema

Cuando llegué aquí
el edificio de al lado no estaba en ruinas,
pero lo tiraron abajo
porque había dejado de ser lo que era.
Me pareció cruel y muy triste.

Únicamente dejaron en pie una pared
que aún conservaba los azulejos
de lo que había sido, tal vez, una cocina.

El solar se llenó de trastos inútiles.
Un día vi a un chico desmontando un reloj a martillazos.
Las hierbas crecían.
¿De dónde viene la vida que surge en lugares así?
Un hombre meó entre aquellos matorrales
una tarde de sábado.

Ese día escribí una carta
que no envié,
fui a la peluquería
y reservé mesa en un restaurante,
me probé una chaqueta de piel falsa
y bailé con ella frente a un espejo del Bershka.
Me la quedé, se bailaba muy bien.

El terreno lo compró una constructora,
anunciaron unos pisos carísimos que nadie podía comprar.
Quitaron de la foto la piscina
y a aquella mujer tomando el sol.

El precio bajó.
Me pareció bastante cruel y triste.
Según dicen,
los han vendido todos.

Han empezado a construir
y una grúa duerme cada día
detrás de nuestra habitación.
Han hecho un agujero y,
por las tardes,
cuando ya no hay luz,
dejan caer una bola de hierro
que sacude los cimientos
de nuestra casa.

Harta del ruido,
de la vibración de nuestras paredes,
he salido a dar una vuelta.
Una mujer me ha regalado
dos entradas para ir a un circo
de esos que visitan las ciudad.

Si acabara de conocerte las usaría,
al circo sólo podría ir de estreno.
De otro modo
me parecería cruel y triste.

jueves, enero 13, 2011

Página en facebook: Suicidasbook



Nos caracterizamos por iniciar proyectos que al cabo de dos días nos da mucha pereza continuar, pero es tan excitante esa sensación de empezar algo nuevo... Así que, siguiendo nuestra estela de inicios, hemos hecho una página en Facebook titulada "Suicidasbook". Y estamos de suerte porque tenemos 49 seguidores y dirección corta (porque hasta que no tienes más de 25 personas a las que "les gusta" no te la dan):


La página Suicidasbook está dedicada a artistas que se suicidaron. Rendimos homenaje a todos aquellos escritores, músicos, pintores, actores y creadores que por diversas circunstancias decidieron poner fin a su vida. Por cierto, queda claro que no es una página para hacer apología del suicidio ni nada parecido. Es lo que es.



Link a la página Suicidasbook.



martes, enero 11, 2011

Frases subrayadas




Hoy he comido con una compañera en un bar que estaba lleno de obreros. También había dos tipos con una camiseta de la federación catalana de vela. Estábamos cerca del mar. Hemos pensado que en aquel sitio se comería bien y barato. Sólo había una chica sirviendo. Ha sonado por la radio Crazy de Aerosmith y la camarera se ha puesto a tararearla en voz alta. Momento irrepetible: la chica cantando, el local lleno de clientes hambrientos. Nostalgia en la cara salpicada de pintura de un hombre con mono blanco, tal vez recordaba el humo y los carajillos de hace un par de semanas. El café lo hemos tomado en la terraza. ¿Qué pensaría la chica mientras cantaba? ¿Qué pensaba el pintor? ¿Qué pensaba aquel hombre del coche rojo con el que crucé ayer una mirada mientras hacíamos caravana? Son minucias, sí. Pero las he visto. Son páginas con la esquina doblada.

sábado, enero 08, 2011

Sobre el documental "Comprar, tirar, comprar", de Cosima Dannoritzer.





Cuando me cansé de la carrera de Historia del arte (unos estudios que dejaron de interesarme, de funcionarme, de apetecerme, de gustarme) empecé a estudiar informática. Hoy he recordado una de aquellas clases de programación. En concreto, la de un profesor que nos demostró que si las cosas fallaban y se estropeaban era porque estaban diseñadas para que al cabo de un tiempo dejaran de funcionar y el consumidor las comprara de nuevo. Esa idea nos dejó a todos temblando.

Hace algunos meses coincidí en una cena con alguien que recibía una llamada de Cosima Dannoritzer, que se encontraba en África, en los vertederos donde van a parar muchos de los aparatos que quedan obsoletos en un abrir y cerrar de ojos. Toneladas y toneladas de productos averiados que ya no queremos. Fue entonces cuando me hablaron del documental que estaba preparando sobre la obsolescencia programada. Todo está fabricado para que deje de funcionar, para que entremos como burros en la cadena de comprar, tirar y volver a comprar. El mensaje del documental va más allá. ¿Nos lo tomamos todo como un producto de usar y tirar? Creo que en el fondo... sí. Ahora todo se tira y se cambia en cuanto empieza a cansar o a funcionar mal: las amistades, el amor, el trabajo, etc. Nos lo ponen en bandeja. No digo que sea bueno o malo, únicamente me estoy dando cuenta de que es así.

Os recomiendo que veáis el documental porque es excelente y os va a impactar. Se emitirá en castellano en TVE (La 2) el próximo domingo a las 22:00. Ya se emitió en TV3 hace un par de semanas. Lo he encontrado colgado en catalán en Vimeo, en su versión larga. El que se emitirá en La 2 el próximo día 9 de enero es una versión corta.

Os dejo algunos links que os pueden interesar:

Entrevista a Cosima Danoritzer y trailler sobre el documental.



Encuentro digital con Cosima Dannoritzer. (Podéis enviar vuestras preguntas a la directora del documental)






viernes, enero 07, 2011

Primera entrada del año 2011




Me siento como si hubiera pescado la mejor pieza del torneo.

He salido a comprar pasta fresca artesanal, y a cambiar un casco para bici Yakkay que nos han traído los reyes (pero no han calculado bien la talla de cabeza), y me he encontrado con una Ducati SportClassic biplaza gris, como la de la chica del blog comunitario de ficción Hotel Melancoisla. La matrícula era bastante nueva, H nosequé. Las han dejado de fabricar y son difíciles de encontrar, así que he topado con un tesoro. No sé porqué, pero intuyo que es de la tienda que venden tocadiscos retro, estaba aparcada enfrente.

Ahora me voy a jalar mi plato de pasta de albahaca, a ver qué tal está. Es como si hubiera ido a comprarlo montada en la moto, es que me ha hecho mucha ilusión. Según el día, soy feliz con poco.