miércoles, diciembre 31, 2003

cine

Busco en las carteleras de los martes, de los jueves, de los días del espectador, para ver si estás. A veces te encuentro en el viejo cine que antes era un viejo teatro. Otras veces en cines recuperados, que de golpe parecen nuevos y los veo demasiado grandes. Me gustaría poder buscar en el cine que estaba en la salida del colegio o en un cine improvisado en cualquier aula de la facultad. Mi pase preferido es el de las 7.10, una hora exacta para este desencuentro en la Sala 1 o en la Sala 3. Te empiezo a proyectar mucho antes de que apaguen las luces, y antes de hacer la cola y comprar la entrada, y antes de llegar y ver los títulos en los carteles, y antes de salir a la calle y de que haga frío. Antes de mirar la tarjeta del metro y contar los viajes que quedan para gastarla. Si fueras una película.

miércoles, diciembre 24, 2003

de viaje



El viaje que hago hasta tu nuca, cuando faltan horas para alguna hora, es casi kilométrico, de distancias insalvables, aunque tu piel me roce los labios y estar tan cerca me confunda contigo.
El viaje hasta tu nuca no lo encuentro trazado, ni en los planos, ni debería empezar siempre en mí, pero quizás esté un momento en las líneas de tu mano y en esas tiradas de cartas que nos desatinan, entre la rueda de la fortuna y nuestro colgado, que nos pone del revés, para que todo sea difícil.

miércoles, diciembre 17, 2003

de papel

Una foto me llevó a un libro que no recordaba. Antes era un libro-cometa que dejaba volar muy alto y que atábamos al balcón de un quinto piso. No sólo llevaba su historia, no sólo peligraba el orden de sus letras cuando se elevaba, en la cola iban nuestros cuentos ligeros, de poco peso. Y se sonreía en el aire por encima de esos días sacados del puño de un mago. La ciudad y las calles eran caricias, y nuestros zapatos como manos, y aunque era gris, porque finalmente acordamos que era gris, algunas fachadas eran naranjas y se miraban en el agua.
Pero la cometa también hacía llorar con las piernas encogidas y la cabeza agachada, porque todo lo que deseabas te ahogaba. Como a mí.

we can touch, touch our girls cheeks, and we can hold hands like paper dolls

lunes, diciembre 15, 2003

a ratos

Cuando no consigo llenar la tarde. Cuando no hay poemas que te viertan y que haya leído mil veces, cuando no me escondo ni dentro ni fuera, lo de cada día te va haciendo a ratos. Eres un rato en el tren, cuando alguien que ha escogido ventana se queja de la calefacción y lleva puestos tus pantalones. Eres otro rato en las cafeterías, leyendo en las pizarras desayunos a un euro con algo, y por el mismo precio, te incluyen en el café. Y eres un rato en las librerías, para llevarte en edición de bolsillo y sin tapas duras.

sábado, diciembre 13, 2003

despacio

vuelvo por el camino más largo para escuchar muchas canciones. De vuelta de ti, como si fueras un lugar al que ir para después volver. Porque ahí nunca me quedo. Con tu suelo inestable, el equilibrio a prueba, las paredes se pintan con lo que dices y tiemblan por el peso que callas

martes, diciembre 09, 2003

secrets / secretos

(amb les paraules que et parlo)

Diuen que avuí fa fred a la teva ciutat.
Des d'aquells estius, camins de tu em perden i trepitjo en fals per voreres de records. Del rellotge només sé que una agulla ens menja i l'altra ens fa caure, com Saturn s'empassa els fills. Perque som d'aquella sorra i del temps. Aleshores, no sabia que ja mai més tindríem el moment fràgil i descalç que parlava de secrets a les fosques. Ja sé que fa alguns anys...però aquest jo per tu era tant pur com allò que no porta enlloc i no vé de res. Com és que encara em fa tant mal escriure't? Hi ha una ciutat, on per mi, des de sempre, només hi vius tu.
. . . . . .

Dicen que hoy hace frío en tu ciudad.
Desde aquellos veranos, caminos de ti me pierden y piso en falso por aceras de recuerdos. Del reloj sólo sé que una aguja nos come y la otra nos deja caer, como Saturno traga a sus hijos. Porque somos de aquella arena y del tiempo. Entonces, no sabía que nunca más tendríamos el momento frágil y descalzo que hablaba de secretos a oscuras. Ya sé que hace algunos años... pero este yo por ti era tan puro como lo que no lleva a ninguna parte y no viene de nada. ¿Cómo aún me duele tanto escribirte? Hay una ciudad, donde para mí, desde siempre, sólo vives tú.

domingo, diciembre 07, 2003

de pérdidas

Lo he perdido o me lo han robado. Y no me dejan encontrarlo, buscarlo por el suelo, por los rincones, por los bares, entre las mesas. Ver si está atrapado, entre las sillas, entre los abrigos, en los lavabos... Me arrastran, me empujan, gente y más gente, y yo quiero encontrarlo.
Intento sacar la cabeza entre tantas cabezas y mirar a un lado y al otro. Me ha parecido verlo en el mostrador de una tienda. Entro corriendo, suena la campanilla de la puerta, la dependienta dice que "no" y yo le digo "¿seguro?" y ella me contesta "seguro, aquí no está". Vuelvo con la gente, gente que habla y habla, y lo busco entre las palabras, me mira un hombre ¿y si lo tiene en su casa? o en la de ese, o en la de aquel. Voy a la estación, pero si está en un tren ¿en qué tren? Me parece imposible encontrarlo, descanso, me toco las manos, me giro el anillo y entonces,

entonces me acuerdo de ti y te veo a oscuras dejando tu anillo encima de la mesa, aunque ya sé que no es lo que estoy buscando. De eso hace sólo unos días, aún no hace tiempo... tiempo del que se descuenta. Porque sólo hace unos días te quedabas callada o dormida, mientras te enredaba el pelo con los dedos, y había algo más, quizás tus sueños, y yo pensaba en alguna canción que tengo, que tengo pero no sé, y en sus acordes poco exactos. Y estabas cerca, tan cerca, tan cerca de mi piel, que te confundía. Ahora, en una habitación, con las persianas medio cerradas, entra la misma luz que entraba, cuando tú escribías algo en una libreta encima de la cama y yo aún tenía mi nombre, mi nombre, mi nombre. Después, no sé, lo he perdido o me lo han robado.                     ¿Qué escribías?

jueves, diciembre 04, 2003

punzadas

Tengo un dolor de oído que sólo se calma si me contestas tú, y no esa voz de teléfono no disponible que da punzadas. Que no es cuento.... Que tampoco eran de cuento tus ojos aquel día que cruzé los dedos y deseé que se reinventaran las horas e hicieran un congreso mundial para cambiarlas, y las pusieran dobles y en vez de tres fueran seis, así un poco borrachas, y todo eso pasara antes de que te dejara en la esquina de tal con tal, y me dieras dos de tus besos que son casi un beso, porque siempre se resbalan, y no sé si es que no tienes puntería o me puteas, sin perdón. Y es tan difícil esquivarte porque me da que tú pelo es como un mediodía con sol o sin sol y claro, así, qué día no tiene un mediodía sin sol o con sol...Tus ojos no serían de cuento porque son casi de verdad.

martes, diciembre 02, 2003

del clima

¿Qué hago con Su distancia en una mano? ¿y con Tu silencio en la otra? ¿Cuál de las dos escondo? Con Tu silencio que es "quizás...", con Su distancia que es "tal vez..." No sé si ayer la lluvia se Te quedó en los zapatos porque en tu contestador no avisas de nada. No sé si ayer se Le quedó en los zapatos, porque nada me dice si el suelo allí está mojado. ¿Y qué hay de mis zapatos? En mis zapatos se queda ésta y aquélla, la de allí, la de aquí... Cosas de la climatología del deseo.

domingo, noviembre 30, 2003

otras horas

Hoy es cuando las horas que pasan no son las de este reloj. Las que corren son las de otro. El que nos dirá que hace una, dos, tres, cinco, seis, diez semanas... y así hasta que se nos olvide contar y borremos las luces de la plaza real y los violines del vestíbulo del metro y el perro que daba pena vestido con gafas y sombrero, el que se suma a nuestro absurdo y al constante tic tac. Cuando nuestro reloj empiece a inventar caras, minutos de más, olores, nuestras huellas donde no están y más retales de tú voz tanteando a oscuras...
Cuando eso pase, ¿qué seremos?

jueves, noviembre 27, 2003

el diccionario

Siempre me acerco despacio, casi con miedo, con recelo. Adorábamos aquel lugar, quizás por su belleza ordenada, su porte paciente, sus brazos abiertos y la fuerza del mar a sus espaldas, siempre de espaldas, como si nos importara poco el horizonte.

Nos gustaba aquel banco del paseo y nos encontrábamos allí algunas mañanas. Dedicábamos las horas a intentar entendernos. Tú me decías y yo te decía, sin comprender la mitad de las cosas. Pronto descubrimos que hablábamos, palabra sí palabra no, con una lengua inventada. Si apoyaba la cabeza en tu pecho y sentía tú voz en mí, entonces sí te comprendía. Y a ti te sucedía lo mismo.

Un día propusiste hacer un diccionario con nuestras palabras. Sin duda aquello nos ahorró más de un mal entendido. Y disfrutábamos de nuestro descubrimiento, lo amábamos, y nos divertía añadir nuevas entradas con sus nuevos significados. Con el tiempo, y por el uso diario, nos aprendimos de memoria el diccionario inventado. Y era un alivio no tener que estar siempre buscando, pasando páginas...

Al final... aquello que tanto nos fascinaba, pasó a ser algo corriente y cotidiano, e incluso, a veces, nos quedábamos sin hablar, no sé si intentando inventar más palabras o pensando en las que ya estaban. Y a un día de silencio, le seguía otro en silencio, y otro y otro y otro y otro.

Será por eso que ahora me acerco despacio, con desonfianza... al lugar que nos vió alejarnos cuando nos habíamos alcanzado, cuando nos comprendimos del todo. Quizás dé miedo su belleza ordenada, su porte paciente, sus brazos abiertos y toda la fuerza del mar a sus espaldas.



miércoles, noviembre 26, 2003

kiwis y naranjas

Muevo las piernas entre las sábanas, la pereza se me arma con una pizca de anginas, para darme guerra. Y sigo en la cama, pataleando y estirando mucho los pies, me pongo casi de puntillas, y busco y busco y rebusco el calcetín que me falta. Mi maldito calcetín, ¿donde está?, ¡si no hay más cama! ¿Te imaginas?! y si de repente... te encuentro a ti (¡?) Resultará que habrás estado a mi lado, atrincherada detrás de algún pliegue de este nórdico tan agobiante, ahí donde a veces también se esconden los fantasmas..., y yo sin darme cuenta, y tú a mi lado riéndote. Pues vaya...Pero no encuentro mi calcetín ni te encuentro a ti, así que no puedo salir de la cama. Alguien me tendrá que ir a comprar jarabe para la tos. Y ponerme sus canciones preferidas más algunas de las mías, seleccionadas con mucho cariño y esmero, y traerme un par de libros muy muy interesantes, sobre viajes, con fotos, y ya puestos, un poema con muchos kiwis, y naranja cortada a trocitos pequeños con azúcar por encima y sopa caliente al mediodía. Y ah! alguna película de Leonor Watling. Y algún beso arriesgado.

lunes, noviembre 24, 2003

adiós

Cuando estabas en la cola, no sabía si irme o mirarte. Has debido embarcar, por la puerta 1, con todas las canciones que hablan de aeropuertos y despedidas, porque no he encontrado ninguna. Pero me los imagino en esta. ¿Qué más te habrás llevado? me sabes a los dulces de Lisboa pintada de almíbar y sudor, pero hoy, tengo el estómago lleno de lágrimas.










domingo, noviembre 23, 2003

acuerdos

No quiero pasar con nadie por donde paso contigo. Porque siento que me desvalijan, y cierro las manos egoístamente, para atraparlo. Entonces camino, y eres un secreto que se sacude con impaciencia dentro de mis bolsillos. Sonrío con malícia, porque nadie lo sabe. Esa no soy yo, esa debe ser otra, casi en ruinas, pero no la detesto.
Me distraen de ti, y casi te desvaneces. Pero entonces, como si estuviera acordado, suena un telefóno y estás en la llamada de alguien que pronuncia tu nombre. Quiero girarme, ver quien habla, se vuelca la locura, quiero saberlo, casi lo sé, vuelves a ser de barro mojado, pienso en llamarte ... ¿y si comunicas?

jueves, noviembre 20, 2003

hay algo

Hay algo que vuela. No creo que seas tú, ni son estos días que nos vamos prestando. Que sumamos por igual, sin darnos ventaja. No es el quiosco donde me esperas, no creo que el quiosco vuele, ni los músicos callejeros que quiero escuchar, mientras me estiras de la manga. Tampoco el vagón que me devuelve con dolor de cabeza a alguna casa. Ni la cafetería, ni las cabinas, ni los minutos que llegamos tarde, ni las ofertas de ida y vuelta, ni la foto que nos pide la pareja de la mesa de al lado, ni lo que te cuento a medias cuando a medias nos rozamos las manos ... Vuelan. Y no sé si en este Jueves lo quiero atrapar o dejar que siga volando.

miércoles, noviembre 19, 2003

Con mi piano

El papel se parece al piano, cuando intento tocar algo parecido a ti. Y siento que en las agudas, a veces como alfileres y de caramelo, te estás peinando. Y cierras los ojos, tienes dentro algún lugar, hay en ti islas que no sé... Entre nota y nota, dejo que te duermas. Te meces con alguna melodia. Hago escalas, con las manos sueltas, y viajas, preparas la maleta, te duchas con agua tíbia, se me resbalan los dedos, casi en tu piel, me equivoco de nota. Vuelvo a empezar, y te alcanzo en sostenido y se abren tus incógnitas, y tus dudas...se empaña un espejo. Te acabo en grave. Y en La.

martes, noviembre 18, 2003

maldito orden

Tengo un orden. Amontono los cielos plomo con las tormentas, los libros cerrados con los finales abiertos, las postales que compré con las que aún no me han enviado, y tus llamadas, con las que yo no te contesto. Y al lado, justo al lado, tus reproches, claro. Porque los entiendo, y yo también me los hago. Un poco más allá, puedo seguir acumulando tus fotos con tus fotos, y si quieres, separo tus miradas de las mías, las que no llevan respuesta. Aunque...no me importa quedarme sin espacio o incluso tener desordenadas tus carícias, tu voz enredada en mi pelo, todos tus juegos y tus versos en silencio. Pero no me culpes, si con tanto orden, con este maldito orden, es demasiado fácil encontrarme, casi sin querer, con Ella.

domingo, noviembre 16, 2003

El autobús

El primer día me enseñaste todas las habitaciones, menos una.

Algunos domingos, suelo visitar tu casa. La de las canciones. Me llevan en autobús. El conductor trabaja pensando en sus hijas. Una de cinco años, la otra de ocho. Yo tengo un billete, ese que me venden con el último sueño de cada mes. La primera parada después del túnel, es la mía. Allí me despido de los otros pasajeros con destino a otras casas...llevan regalos, pasteles. Yo siempre voy con discos. Me dicen adiós con la mano, "adiós! hasta el próximo domingo" y yo les sonrio. Desde la parada veo tu portal y me esperas bajo el sol, sin hacer nada. Sólo me esperas. Cuando llego, nos alegramos y nos miramos las manos, para ver si algo ha cambiado. Casi siempre, tu cocina huele a crepes con chocolate, y casi siempre merendamos crepes con chocolate mientras ponemos música. Cuando nos sentamos en el sofá, me dices que tengo un beso en los labios, pero a veces lo encuentras dormido en el cuello.

El último día abrí esa habitación cerrada. Descubrí lo que había dentro. Algo así como un almacén, muy ordenado, con una ventana. Te pregunté que guardabas. Y me dijiste: "Ahí están, enfrascadas, etiquetadas por fechas y precintadas, todas tus tardes."

Con razón, a las 16:00, siempre siento que me quitas algo.

viernes, noviembre 14, 2003

Angie

De los Beatles, me gusta Don't let me Down, y de los Stones, casi todo, pero durante aquel trayecto, me colgué con un Angie. Hablando de bandas sonoras...yo no quería ir a ese viaje, pero al conocerte, y ya sin vuelta atrás, me dijiste: "¿quien no quiere ir a París?" y mi voluntad cayó por los suelos. Cuando no estabas cerca, estabas de reojo, y sino, me parecía que todo el mundo tenía algo tuyo, como si fueras universal, pero tan para mí que te alejabas de todo. Como la tarde que me perdí, y me encontraste en el Pont Des Arts, con un artista callejero que pasaba las horas dibujando, y lo envidiaba tanto, porque en ese momento, yo no te quería hacer una foto y ya está... tampoco sé más, quería mirarte y entender tu rostro, para poder hacer tus ojos con algo mío, trazarte en un papel con un lápiz, como si te acariciase, y tener aquella tarde y aquel puente, en un garabato sin color.

jueves, noviembre 13, 2003

aquí

Ya no tengo algunos lugares donde te incluí sin avisar, con un croissant de chocolate a dos calles, con el perro que siempre ladraba en la puerta de una casa y el hombre con corbata. Un libro en el que te colabas entre línias, un volante muy frío y los cristales helados. Y la gran avenida que bajé algún miércoles, para acompañarte, y con los días en los que recordaba algún otro día, y con el sol que se parecía tanto a otro sol y con la última lluvia, de esas que te mojas hasta con paraguas. Y con los mapas de metro abiertos encima de la mesa, ¿recuerdas? Y ahora, cómo me vas a encontrar si cuando pienses en mí yo ya no estoy allí. Lo vas a notar. Y no te voy a poder olisquear en el perfume de la camarera. Estoy aquí.

miércoles, noviembre 12, 2003

signos

Tú no oyes lo que oímos los demás.
Sé que puedes oir la nieve posándose sobre la tierra. Cubriendo los tejados, cruzando caminos. Y puedes oir como nos retiene con horizontes blancos. Nos acorrala. Como lo haces tú, tú conmigo, contra una pared, temblándome por dentro y la piel, me callas la voz, me surcan tus manos y con los tuyos, acértandome, me lees los labios, abriendo la boca, para respirarnos, para vernos, para comernos mejor, como en los cuentos.
Y en el silencio, oyes la nieve, helando las raíces, ensuciándose con los coches. Y como nosotras, se parte en dos.

lunes, noviembre 10, 2003

nos pertenece

Nuestro mapa siempre empieza a partir del primer escalón que baja a la playa.
Quizás aún tenemos 12 años, llevamos los vaqueros cortados y algunas pulseras de hilo. Y quizás, así, volviendo a nuestros tesoros, de año en año llegan todos los veranos.

(...) Sacas un papel arrugado del bolsillo. Diez pasos y giramos a la izquierda. Contamos en voz alta... Empezamos a hundir las manos en la tierra, y en seguida, tocamos nuestro tesoro con los dedos. Ahí está, lo encontramos. Una caja de galletas con dos collares (...)

Ahora me pregunto, quien de las dos guardó el último mapa. Me inquieta saber que hay algo nuestro olvidado. Algo tuyo, mío, de la luna y de las mareas. Aguarda paciente ... porque nos pertenece.

Por si lo perdiste, ya sabes que siempre empieza en el mismo lugar, en el primer escalón que baja a la playa.

domingo, noviembre 09, 2003

gotas

Una madrugada de domingo y con la boca amarga. Llueves fuerte y lo empapas todo: Cambiar de tercera a cuarta, un plato frío y unos zapatos viejos, con todos sus pasos... los míos, los tuyos, con las huellas que ahora perseguimos y las que ahora andamos. La autopista está vacía, las ventanillas del coche bajadas y tus gotas caen llorándome por las manos. Estás muy fría y me encelas por nada y grito por dentro, para que no salga, porque no hay nadie, nadie, y eso es muy poco, que te acompañe a casa.

jueves, noviembre 06, 2003

Ida y vuelta

Me cuentas que en ese lugar no puedes dormir, persigues las noches en bicicleta, y se te clava el frío. Y como si fuera un secreto, me explicas el ruido de las hojas secas y me dices que deseas tu mar. Sin embargo, quieres ver el que tengo cerca. Sé algo. Sé que te sabes el cielo de memoria. Y tienes un billete de ida y vuelta. Y de las dos, es un camino. Lo encontramos como las casualidades, sin saber. Hay árboles y algo que se esconde, algo feroz, algo a lo que temer. Te mezclo con niebla, con lluvia, con sal, con el verano. Es algo que se toca con los dedos, algo que es, o casi es. En apariencia real, pero tan resbaladizo.


Un tercer tigre buscaremos. Éste
Será como los otros una forma
De mi sueño, un sistema de palabras
Humanas y no el tigre vertebrado
Que, más allá de las mitologías,
Posa la tierra. Bien lo sé, pero algo
Me impone esa aventura indefinida,
Insensata y antigua, y persevero
En buscar por el tiempo de la tarde
El otro tigre, el que no está en el verso.

(Fragmento del Otro Tigre, Jorge Luis Borges)


martes, noviembre 04, 2003

Y si...

Camino por las aceras de las seis de la tarde. Detrás de los vidrios hay caras a las que les faltan dos horas para salir del trabajo. Te imagino y quiero llegar rápido hasta tí. No sé si rompiendo las calles, no sé si en coche o nadando. Las luces de freno se unen, se diluyen, forman un oceáno de color rojo que quiero abrir. El autobús se arrastra calle arriba, los hombres cansados, son atractivos, las mujeres cansadas, son como tú. A las siete de la tarde, todo se quiebra o vuelve. Yo vuelvo a casa, pero no sé donde estás. Aunque sea fácil preguntártelo, aunque todo sea mucho más fácil, hoy te dejo al aire y en blanco. Y si...

lunes, noviembre 03, 2003

Lo que te dejo

(derrochando a L)

Te dejo este Lunes para tí, para que lo despiertes, para que lo moldees a tu gusto, lo hagas menos pesado, para callarle la boca a la pelota de turno, y me des ganas de ver el mar. Para maldecir que no pueda enseñarte esa ventana que abro todos los días y decirte que me encanta. Para que me traigas esa imagen de tí y que estás a punto de romper si levantas la vista. Y recordar que un lunes pensé que quería caminar mucho rato contigo. Con ese sol a gritos que te susurraba tan bien la piel. Cosas así, soy cotidiana... Pero los lunes, casi siempre son sólo un lunes y además, ya se acaba.

sábado, noviembre 01, 2003

Lo que no sé hacer

Me pasé la tarde deseándote los hombros. Entre bailarinas de Degas que se desnudaban, tus tirantes negros ya eran pinceladas gruesas, en relieve. Se oían y se tocaban. Te apoyas en mí, "tengo sueño". Me gustaría mojarme los dedos en acuarela y dibujarte mientras duermes, dibujarte en el metro mientras me hablas, dibujarte caminando por la calle, dibujarte cuando me buscas la mirada, cuando estás muy cansada, callada, desnuda, enfadada, cuando me das la espalda, dibujarte al teléfono, en el sofá, en la cama, dibujarte por dentro, dibujarte los dientes, los ojos, la lengua, mientras comes, mientras bailas. Cuando ríes y me abrazas. Me gustaría poder dibujarte los sueños, pero no sé dibujar.

jueves, octubre 30, 2003

Día improvisado

Me he bajado en una estación que no era la mía y te he improvisado. Porque esta mañana era muy parecida a otra contigo, porque hoy no he pensado dos veces y ya estaba en tu andén. Y me dices que por qué no sé quedar. Y yo no te digo que a veces eres como una canción que necesito recordar, para tenerla dentro, en los labios y sentirla, y que tiene que ser así, de golpe. Hablo y hablas y como otras veces pienso que eres más niña que yo pero me arrastras, me invaden silencios llenos de lo que no te digo, como cuerdas al aire que siguen sonando entre nota y nota. Y estás muy lejos, y yo no me atrevo a tocarte, y no puedo volver a coger un papel y escribirte que me debes un beso a las 11 porque ya lo hice una vez y me diste demasiados. Hoy deseaba que me volvieras a hacer preguntas cuando no tengo voz para respondértelas. Pero nos hemos besado con las manos en los bolsillos, como si tuviéramos que guardar algo.

martes, octubre 28, 2003

Mi amuleto

Mi amuleto: todo va a salir bien.
El blanco viejo, el olor insano, el silencio ahogado, el miedo, la esperanza, pero sobretodo el miedo, no son lugar para pedir que te tomes un café conmigo, que me prestes tus anclas y me agarres la mirada para medirte mejor las manos y ensayártelas con escalas, y con música. Mientras espero y te cuento memorias de infancia, cercanas y futuras, ojalá que sí... carreteras de la costa, regalos después de algún viaje, el balcón de la rambla y todos esos rumbos que son mi madre. Lloro salado.

lunes, octubre 27, 2003

quiere ser

(malgastando a L)

Ella quiere ser automática, mecánica, desafectada.
Hacer y deshacer, obedeciendo a cosas que siempre son y están. Inquebrantables, acostumbradas. Al levantar las persianas, no ha podido evitarlo, y sin querer, se ha sorprendido ante la nueva luz. Quería ignorar este lunes desencantado, por no bajar por Balmes, por los silencios despechados, por el tránsito de la lluvia, en silencio y despacio, por tu pelo y tu piel.

domingo, octubre 26, 2003

Para mañana

(malgastando a L)

Los domingos es el día que el aire mueve las cortinas y tomo un té en el Sáhara. Y un día para aumentar la colección de los "si quieres que" que no te digo.
Los lunes son para escuchar muchas veces una canción y desear que haga mal tiempo. Porque si llueve, sé seguro que buscarás un paraguas o que quizás te estés mojando. Y eso, sin duda, es una forma de acertarte.

sábado, octubre 25, 2003

rojo y de hierro

Las estaciones son las mismas, pero los vagones cada vez son más pequeños, nos acercan con más fuerza, nos limitan el espacio, te hacen inevitable. Mi libreta se queda al descubierto, y lo que es mío y quiero para tí, al desnudo. Hoy nos acercamos al puente, el que nos ve y nos cruza. Allá donde estemos. Nos paramos justo en medio. Levántamos la vista. Vemos golpear las antiguas persianas húmedas. Y en el viento que nos corta los labios, nos agrieta, rozándonos, van todos los recuerdos que ahora queremos sólo para nosotras. Volvemos atrás, sin cruzarlo.

jueves, octubre 23, 2003

En otra parte

Tus fotos no han perdido color ni se guardan en los cajones, siguen en las mismas paredes, pero ya no me veo. No me encuentro, ni sé de esa playa que se vé al fondo. Alguien me quitó de ahí. No sé si debo buscar a La Lejana,o a Alina Reyes en el Bestiario de Cortázar. Porque en otra parte, sigo despertándome a tu lado, pero helada.
Y no sé si recuerdas mi voz, no sé si aún me pides canciones, no sé si lloramos juntos entre las sábanas y me pides que te explique por qué te escribo cartas. Peró aquí, en esta parte, he dejado de creer, por gastarte, por beberte de golpe, por besarte sólo porque siempre te besaba. Me meciste tanto...
que me dormí.

"Le pareció que dulcemente una de las dos lloraba. Debía ser ella porque sintió mojadas las mejillas, y el pómulo mismo doliéndole como si tuviera un golpe. También el cuello, y de pronto los hombros, agobiados por fatigas incontables. Al abir los ojos (tal vez gritaba ya) vio que se habían separado. Ahora sí gritó. De frío, porque la nieve le estaba entrando en los zapatos rotos, porque yéndose camino de la plaza iba Alina Reyes lindísima en su sastre gris, el pelo poco suelto contra el viento, sin dar vuelta la cara y yéndose."(de Lejana, en el Bestiario de Julio Cortázar)

miércoles, octubre 22, 2003

Te gasto

En vano te busco en un plano de metro y me invento paradas sin encontrarte. Imagino las escaleras mojadas, paraguas abiertos, pisadas de agua, últimos trayectos, billetes gastados, en tarjetas con T, de diez, de mes, de joven, de día. Viajes por estrenar. Busco en el silencio, entre las rutinas nuevas. En las siluetas de los coches, en un mapa de calles que me lleva de una página a otra...sigo con un dedo el trazado recto, paralelo, estrecho, por el centro, en la periferia, por calles conocidas, olvidadas...por tus calles, las que no entiendo. Imagino las canciones, te pienso en tu vida, te olvido tan mal como pliego el mapa de nuevo. Y no te dosifico, te gasto.

martes, octubre 21, 2003

no el de mañana

(malgastando a L)

De repente, lo que para tí es innecesario para mi no lo es, y en este cruce entre tus cosas y mis cosas, quizás ya nos alejamos. Me he dado cuenta de lo largos que se hacen los semáforos, de lo que cuesta levantarse por las mañanas, de lo tristes que son las canciones tristes, y no sé que música poner. Y de que la cuarta cuerda está a punto de romperse desde hace meses y no sé que tocar. Y no sé si habrán más quioscos con postales como excusa para esperarte ni hombres estatuas fingiendo que no nos ven. Quiero otro miércoles y no el de mañana y me importa una mierda si el sol es más caro en octubre y otra mierda me importa si exagero, porque sólo yo sé con que pesos intento equilibrar la balanza. Que poco sentido tiene dosificarte.

lunes, octubre 20, 2003

Waiting in vain

Por los caprichos del tránsito, por los caprichos témpranos de mi despertador,
cada mañana me tengo media hora en exclusiva. Media hora infinítamente a solas en el coche. Más conmigo que cuando me despierto, porque entonces aún me comparto con los sueños y con un lunes que me levanta de madrugada y me deja los pies helados.
Y en esta media hora no hay remordimientos por el tiempo, porque me sobra, y lo único que debo hacer es pelearme con el teléfono, porque me muero por enviarte un mensaje pero me digo que no, que mañana, y lo escribo pero no te lo envio, y los guardo y me los aprendo de memoria, y me peleo con las palabras, porque hay tantas y no sé si poniendo tnc un paraigu xq no t mulls , me entenderás. Y esperar y esperar y esperar.

Qué mala soy dosificando el saldo.


"I don't wanna I don't wanna I don't wanna I don't wanna
I don't wanna wait in vain"