lunes, diciembre 28, 2020

Las ganas que tengo

Después de estos días complicados, solo tengo ganas de alegrías. Me apetece disfrutar. Si eso es muy difícil, me conformo con estar tranquila.

La muerte de mi abuela me ha hecho pensar en la muerte de todos los que van y vamos detrás de ella. Será algo inevitable y el dolor por la pérdida, también. No voy a añadir nada más porque todo sería obvio. 

Tengo ganas de acostarme con alguien (que me guste) o de cambiar de lugar, por lo menos, una semana. También tengo ganas de que me hagan cosquillas. Y tengo ganas de todo lo bueno. Lo más fácil es lo que depende solo de mí: cambiar de lugar; un avión, cinco capas de mascarillas y una pcr.

 

viernes, diciembre 25, 2020

Te recordaré bailando


Yaya, que en paz descanses. Ya han operado a la mama y está bien, no pude decírtelo porque cuando te llamé, cuando marqué tu número, ya no pudiste contestar. Ahora lo sabes desde donde estés. Gracias por todos los días que pasamos juntas. 

Estoy acordándome de cuando me llevabas contigo a comprar al mercado y te tomabas un cortado en el Marcelino, que era de Zaragoza, como tú. Y de cuando íbamos en metro al centro y me ayudabas a contar las paradas. 14 paradas. Y del cuento de los Tres Cerditos, que tanto me gustaba, porque siempre parecía nuevo. Y de tu máquina de coser mientras me dabas la merienda, y de tus lentejas, y de tus croquetas. Y de qué lista es mi nieta, y qué bonica, y qué chicotón. Y de cuando en Navidad cantabas jotas y estabas feliz. Y de cuando ibas a bailar y te arreglabas y estabas muy guapa, y de tu canción preferida en el karaoke, “Solamente una vez”. Y del bingo, que siempre ganabas. Y de cuando en verano me llevabas a la playa temprano y nos bañábamos cuando todavía no había llegado “toda la gente”. Y yo siempre me fijaba en que no había pisadas en la arena. 

Te quiero mucho. Cuídanos. Ayúdame a ser valiente. Mándanos alegrías, por favor, momentos bonitos. Gracias por enseñarme tantas cosas. La historia de la nieve asada.  ¡Cuánto viviste!  No diremos tu edad, siempre serás más joven. Seguro que te gusta la canción que te dedico para despedirme de ti. Ahora necesito unos días para bajarme del árbol. Lo entenderías. Besicos, yaya, besicos.

miércoles, diciembre 23, 2020

Como en un aeropuerto

El lunes, en mi primera noche en el hospital, con mi madre recién operada y ya en la habitación, me sentí aliviada, pero un poco desubicada; había ido todo bien, pero yo estaba agotada y buscando algo para cenar. La cafetería cerrada y toque de queda riguroso en la calle. Por los pasilllos de la planta, deambulando como un fantasma, encontré unas máquinas de vending con sandwiches de atún, de esos que no sabes demasiado bien qué llevan dentro. Me comí uno sentada en la salita y mirando por un gran ventanal con vistas a la montaña de Collserola, que estaba llena de casas iluminadas como si fueran luces de Navidad. Me sentí como en un aeropuerto esperando un vuelo que venía con retraso: la salita, los sandwiches, el ventanal, las luces...

Tengo la sensación de estar colocando muchas piezas en su sitio.


domingo, diciembre 20, 2020

El sentido de todo

Tengo ganas de que acabe el día y de irme a dormir, por eso escribo. Qué gran compañía encontré el día que descubrí que podía escribir. O el día que descubrí que podía tocar la guitarra. O el día que descubrí que podía leer. Y ahora, que he descubierto que puedo tocar la batería. Desde el hospital se ve el mar. El mar siempre lo mejora todo. El mar es el verano, el verano tiene algo esperanzador, algo brillante. Bañarse, nadar, secarse al sol. Sería lo que yo aportaría a la montaña de significado. 

Me he acordado de la novela Nada, de Janne Teller. Es la historia de un niño de 11 años que se sube a un árbol y decide que no va a bajarse ("nunca") porque se ha dado cuenta de que todo da igual y de que nada tiene sentido y de que nada importa. Sus compañeros de clase tratan de demostrarle que se equivoca. Ante todo lo hacen para salvarse a sí mismos, porque Pierre Anthon está enfocando algo molesto, algo incómodo. Está alterando el orden "del grupo". Los compañeros, para mostrarle que no tiene razón y enseñarle que sí existe un sentido, lo que hacen es "construir" una montaña de significado ("un montón de significado") mediante la acumulación de cosas que para ellos tienen importancia. La novela da giros inesperados cuando la obsesión por la búsqueda de sentido se les va de la manos. Pero, ¿logran convencer a Pierre? 

Pierre Anthon es un niño que está triste, que tiene miedo, o al que le han hecho daño, o las tres cosas. Eso no está en la novela porque, en realidad, lo que importa es la fábula existencial. Pero para mí sí fue necesario, en el momento en el que la leí, pensar en los motivos del niño. El miedo y el dolor son poderosos y proyectan sombras, y las sombras nunca son lo real, lo que de verdad está. Escudarse en la pérdida de sentido es un escondite, "una casa en el árbol". También puede interpretarse que la falta de sentido es un alivio. Sigo creyendo que es un escudo. A mi hoy me da mucha pena que mi padre esté triste porque mi madre está en el hospital. Creo que tiene mucho sentido que esté triste. Porque conoce a mi madre desde los 16 años. Porque saben mucho el uno del otro. Porque se escribían cartas. Porque iban a la playa a Sant Pol y a Caldetes. Porque se compraron un Seat 600. Porque llevaron pantalones de campana juntos. Porque tienen películas super 8 bailando. Porque van a comprar juntos el pan. Porque se conocieron en una parada de legumbres, en el mercado del barrio, en la que mi madre ayudaba por las tardes. Esos detalles me parecen importantes, me parece que tienen mucho sentido.


Últimas semanas del año

Mañana ya ingresan a mi madre. Antes de irse a dormir me ha dicho que quería decirme algo. Me ha hecho prometer que si le pasa algo, no me hundiré, que seguiré con mi vida y que cuidaré de mi padre. Con esas palabras. Le he dicho que no le va a pasar nada, y que todo irá bien, y que el día de Navidad ya podremos estar juntos en casa.

A veces me siento sola y fuerte como un transatlántico.

Lo superficial no tiene en cuenta los matices. 


martes, diciembre 15, 2020

Sorprendida


Estoy muy feliz porque hoy me han dicho que me renuevan el contrato. Lo cierto es que me he emocionado tanto que he tenido que contener las lágrimas en la reunión. Este trabajo es muy importante para mí. Lo primero que he hecho es llamar a mi madre para decírselo. Se ha puesto tan contenta, que mi padre ha confundido los gritos de alegría y ha pensado que había pasado algo malo.

Había tanta niebla hace unas semanas. Mi corazón hecho puré de hace unos días. El miedo. Estoy muy sorprendida. 


sábado, diciembre 12, 2020

Recuperar la identidad

El miedo se ha marchado, las últimas pruebas salieron bien. La semana que viene operan a mi madre. Justo tres días antes de Navidad. Pasé unas navidades en un hospital cuando le dio el infarto a mi padre, hace más de 10 años. Comimos mi madre y yo solas en el bar del hospital el día 25. No había nadie. Estábamos felices porque mi padre se estaba recuperando. Qué tontería, pero recuerdo que la comida estaba muy buena. Yo ya escribía este diario, así que ya lo conté en su momento, pero en presente. 

Hoy hace frío y calor al mismo tiempo. Mi vecino ha puesto música y está cocinando. Gracias al trabajo estoy conociendo a personas muy interesantes. Lástima que todo sea virtual. No quiero que se acabe, pero ya me he hecho a la idea. La semana que viene sabré cuando finaliza mi contrato. 

He estado documentándome en el archivo histórico digital del barrio, a ratos libres. De momento, solo busco historias. 

He vuelto a ver Phoenix, con Nina Hoss, me parece una mujer muy atractiva. Es una historia triste. La secuencia final es una maravilla. Cuando ella canta... y en ese instante recupera su identidad. Y no antes.



lunes, diciembre 07, 2020

Miedo

Que mi madre vuelva a estar enferma me asusta. Es algo que no sé cómo encajar, falta, todavía, mucha información. No sé cómo manejaba esta incertidumbre con 21 o 22 años.

Sin embargo, tengo recuerdos muy vivos de la otra vez. Conducir con la “L” en el coche mientras la llevaba a quimioterapia; escuchar a un médico nervioso decir que la operación no había salido bien; despertarme riendo con mi madre y que la habitación se llenara de sol; dejar a mi novio porque me gustaban las chicas; salir del armario; pasar muchas horas con mi padre en salas de pespera, los dos solos; esperar frente a una puerta amarilla con un cartel de “peligro, radiación”; los bocadillos de pimientos fritos en el bar de al lado del Hospital Clínic. 

Me duele todo el cuerpo. Es de miedo. Mañana voy al dentista y podré no pensar en nada durante el rato que esté allí.

Sé que ahora no me creo gran cosa, ni me siento gran cosa. Tantos desplantes vitales seguidos me han hecho puré el corazón. “Tal vez tengan razón”, dice una vocecita maliciosa, “puede que no seas suficiente...” Dice. 

Pero sé una cosa: que es mentira.

lunes, noviembre 30, 2020

Como una avalancha de nieve o una inundación



Me he acordado de aquella fiesta de Navidad en Madrid, a la que fuimos con aquella amiga de... ¿Pamplona?, que estaba estudiando Medicina, en la que pichaba Juan de Pablos. Todo nos parecía vibrante e incandescente como las luces que aquella noche iluminaban la Gran Vía. Fueron unos años excelentes, en general. He sentido períodos así después, pero cortos, no se han mantenido, han dado para unos meses. Se han ido truncando, interrumpiendo. ¿Estaré haciendo algo mal? Pensando en todo eso ha aparecido un llanto venido de no se sabe dónde, pero era como una avalancha de nieve, me inundaba... como el tema de hoy, de DEHD, una banda de Chicago que debutó en 2016.

Ayer, un semáforo, el coche de al lado. Dentro, cuatro chicas con gorros de Papa Noel y mascarilla cantando esa canción tan manida que dice All I want in Christmas is you. Cuando decían You, me señalaban, y yo, para seguirles la gracia, me señalaba a mí misma. Hicimos eso durante dos estribillos hasta que el semáforo se puso en verde y el coche siguió, y yo giré por otra calle. 


jueves, noviembre 26, 2020

Hay pizza


Me gustaría ser fuerte cada día, o ser un ángel impoluto, sin tormentas. Pero empieza a torcerse la tarde, y salgo a dar una vuelta y se tuerce más, y llego a casa y la ducha no me reconforta, y mis planes de presente tampoco, y los de futuro se desvanecen, y no hay a qué ni a quién implorar. (Hay pizza).

Por primera vez he echado de menos el confinamiento de marzo, abril y mayo, cuando el mundo estaba parado y no podía dejarme atrás. Sin embargo, ahora, si no salgo adelante... Si no soy fuerte... Si no acierto... Si no mantengo la llama, la motivación... Ojalá encuentre alivio, algo de calor, una recompensa a todo el esfuerzo, la insistencia, la constancia, el corazón. 

El tema de hoy es Now Awake, de Jelly Crystal. Tiene una introducción preciosa que se recupera en el estribillo y sigue hasta el final.   


martes, noviembre 24, 2020

Terrenal

El domingo salí a dar una vuelta después de pasarme todo el sábado con dolor de cabeza; hacía un poco de frío y un sol radiante. Me subí la cremallera del abrigo hasta arriba. Con gafas de sol, mascarilla y capucha me sentí como un ser no terrenal, como un ángel paseándose por el mundo. Feliz, caminando como si nada pudiera afectarme. Entonces decidí que quería aprender a tocar la batería.

Al día siguiente, el lunes, recibí mi primera clase. 


Por las noches tengo la sensación de que he recorrido un largo camino durante el día. Tengo grabada esa frase en mi mente y no sé el porqué, lo de ir hacia adelante. Pero he encontrado lugares para descansar. 


sábado, noviembre 21, 2020

¿Es ahora cuando viene lo bueno?



Estoy para el arrastre. Tengo la regla, no puedo dormir, estoy triste. Por suerte, hoy tengo ensayo y suele ser una fuente de placer. 

El martes bajé a la playa para ver amanecer; ayer también. Me da esperanza. No sé exactamente de qué, pero me vale. Quiero bañarme, como en verano.

Echo de menos, como si fuera un estado de ánimo. 

Hay un 99% de posibilidades de que me quede sin trabajo en enero. Ya lo sabía, era la condición. Estoy sustituyendo a una persona que vuelve a su puesto. Este es el mejor trabajo que he tenido jamás, es perfecto, tiene todo lo bueno, pero no puedo hacer nada, salvo buscar uno similar y cruzar los dedos. El 1% lo reservo para un milagro. Tengo buen curriculum, de eso puedo presumir. También de otras cosas, pero son mágicas, y las ves o no las ves. No puedo ponerlas en un archivo PDF y enviarlas por e-mail. Y la verdad es que ya empiezo a estar cansada de tener que esforzarme siempre tanto.

He estado dudando mucho sobre qué canción escoger para la entrada de hoy, ya que tengo varias fetiche estos días. Pero finalmente es "Bury me", de Girl Names. Por la letra, por el sonido de las guitarras, por la batería y por la bajista, con la que me gustaría imaginar y planear algo mejor.

Qué raro es todo. Me encuentro mal, ¿tengo fiebre?


jueves, noviembre 12, 2020

A salvo entre guitarras vaporosas


He vuelto a despertarme a las 4. Me he imaginado contigo para ver si me entraba sueño otra vez. En mi fantasía, nos besábamos y nos tocábamos las manos. Era todo muy dulce, como la uva que compré ayer junto con el vino y las pastillas para dormir, pero está claro que, de momento, no están funcionando. Los remedios naturales tardan en hacer efecto, supongo. 


Cuando me despierto siento cómo se agolpan las preocupaciones, como en la cola del supermercado, y las trampas, y el ruido.


A oscuras, en mi casa, en un edificio de 1936, a cinco calles del mar, en la Barcelona, con toque de queda, he hallado consuelo en la fantasía de querernos un poco.


Mi canción fetiche de la semana es "gush", del grupo bdrmm. Son ingleses. Me gusta mucho el inicio con la batería sola, y luego las guitarras vaporosas, que aparecen entre la niebla y van perfilando el paisaje. 


Las canciones nuevas que estamos arreglando todas tienen final suspensivo, no acaban ni con la nota esperada ni en el tiempo esperado. No sé si tendrá algo que ver con el momento mundial de impás, de espera, de " a ver cuando viene lo bueno". Sin embargo, no hay tiempo de espera que no cuente. Tengo ganas de que reabran los gimnasios para ir a la piscina, nadar me parece un buen ejercicio para esperar a que venga lo bueno. 



jueves, noviembre 05, 2020

Cortina de humo


Estoy bastante recuperada, aunque sé que he dejado atrás muchas cosas que me gustaban, y que no van a volver a ser cómo eran. La pandemia lo confunde todo, porque se ha solapado con algunos cambios en mi vida que no tienen nada que ver con ella, la pandemia está haciendo de cortina de humo, pero está siendo un periodo tan largo que me está dando el tiempo suficiente para asimilar todo lo demás.

He descubierto a este grupo, CCFX, que solo tiene un EP publicado de 4 canciones, hace tres años, pero me parecen maravillosas y me hacen pensar en cómo será todo cuando se disipe la cortina de humo, y aparezcan nuevas cosas con las que disfrutar, porque al final siempre se acaba encontrando algún hilo del que tirar. Descubrir canciones es mi nueva esperanza, fijarme en todos los detalles y disfrutarlas mientras el corazón vuela.

Los ensayos siguen siendo mi momento preferido de la semana, una especie de oasis en el que me siento muy feliz. Una burbuja para ponerme a salvo.


jueves, octubre 29, 2020

No es lo mismo caminar para volver




Ayer salimos a las 21:20 del ensayo, todo el mundo corría antes de que empezara el toque de queda a las 22:00. Los coches, en el breve tramo de la ronda litoral que cojo para volver del local, iban a toda velocidad. Cuando llegué al barrio, la sensación era la misma. Gente caminando sola, o de dos en dos, volviendo a casa. No es la misma forma de caminar la de volver a casa, que la de ir a alguna otra parte.

Estuve en la piscina porque ya imaginaba que la iban a cerrar con las nuevas restricciones. La luz se filtraba por la claraboya y a ratos cambiaba, porque las nubes pasaban y tapaban el sol, y el agua se veía de otra tonalidad. 

Hoy me han hecho una limpieza dental, no ha habido anestesia, una pena. Aun así, me ha encantado. Sentía el aparatito escarbar, el agua, el aire pasando entre los dientes. Algún calambre de vez en cuando. No entiendo por qué me gusta tanto ir al dentista. Es un descubrimiento tardío. Estoy allí un rato y me olvido de todo. 60 €uros.

Estoy saliendo adelante. 





sábado, octubre 24, 2020

El videoclub que no cerraba nunca


Son las 20:30 de un sábado y he recordado el videoclub que no cerraba nunca. Era un lugar ideal para refugiarse. Entrar allí, pasar el rato leyendo contraportadas de películas tratando de descifrar la que podía gustarte más, sin ver el trailer, sin consultar Google, sin leer mil opiniones. Tú sola ante la caja de plástico con la portada. Finalmente, escogías una y, a veces, llegabas al mostrador para alquilarla durante 48 horas y la chica te decía que ya no estaba, que alguien ya se la había llevado. 

Recuerdo ese momento, el de estar entre las estanterías buscando alguna historia en la que perderse, como algo maravilloso que se vivía en el presente y se proyectaba en el futuro. Aquello era, nada más y nada menos, que la felicidad. Eso que tanto se busca, o se desperdicia,  o se pierde, o se encuentra. 

La perri está dormida mientras escribo y veo sus patitas y su morrito hundido en la manta, hundido en el presente. Acabo de acordarme de mi amigo Pereira porque él podría decirme algo que sirviera.

Qué guapo y solo Jude Law en la película. Me encantaría tener un café así, aunque mi trabajo de ahora es lo mejor. Pero si tuviera ese café me comería un trocito de tarta al final del día, de la que ha sobrado, qué rica. Qué guapa y sola Cat Power compartiendo ese cigarrillo y marchándose.



viernes, octubre 23, 2020

Baltimore está a 3 horas



Desde que fui al dentista, me duele la muela del juicio, no sé si son mis ganas de volver a por una nueva dosis de anestesia o si de verdad me duele. Todo así.


Siento que mi muela empastada no funciona del mismo modo y que es distinta, como esos cambios a los que debes acostumbrarte para seguir masticando a diario. 


Llevo una semana escuchando a Future Islands y Beach House sin parar. Ambas bandas son de Baltimore, que está a tres horas en coche de Nueva York. Lo primero que voy a hacer en cuanto todo vuelva a ser como antes de marzo de 2020, será ir a verlos en directo a la primera ciudad en la que toquen, y si tengo que cruzar algún océano o coger un avión, mucho mejor. 


Soñé una vez que estaba en una casa mirando por una ventana, las calles estaban inundadas, la fuerza del agua arrancaba los postes de la luz. A menudo recuerdo ese sueño cuando estoy despierta, sin venir a cuento. Por ejemplo, ahora. Ahora ha aparecido por aquí...


Hoy pensaba que tengo un poquito de mala suerte, pero solo a veces, porque en ocasiones tengo una suerte inmensa.


Se me rompen muchos vasos. También platos. Nunca me enfado porque cuando los veo hechos añicos en el suelo sé que lo único que puedo hacer es recogerlo y tirar los restos a la basura. 


Una canción me ha recordado que, hace cuatro años, cuando estaba enamorada de (?),  imaginaba que ella vivía en un bloque feo de la barriada de La Mina y que yo cogía un bus para ir a verla mientras el corazón latía tan fuerte que golpeaba contra la ventanilla. Bueno. Toda esta apocalipsis sexoafectiva (o como se llame ahora) se me ocurrió un día yendo en autobús a una entrevista de trabajo. Me dejó una camiseta que olía a ella. Usaba un detergente buenísimo. Me gustaba esa idea de la Mina y del amor en barrios quinquis de los 80’s.


Hoy tengo revisión médica. Si muero pronto, pues nada, me quedaré con las ganas de un concierto y de un autobús hacia alguna parte y de una camiseta que huela bien.





viernes, octubre 16, 2020

Anna Calvi es la que mejor versiona a Elvis



En el coche llevo un cd de Elvis con las primera canciones. En mi cabeza, Elvis es un chico de 13 años, tímido y vergonzoso, que perdió a su hermano gemelo (Jesse) al nacer, y que toca la guitarra y canta después de trabajar. Vive en una humilde casa blanca de madera, construida por su padre, en Tupelo. Anna Calvi es la mujer que mejor versiona a Elvis. En este vídeo pide un poco de luz para empezar porque  necesita saber a qué altura del mástil van los dedos. Yo tengo una pegatina luminosa tras el mástil, en el quinto traste, para poder situarme cuando hay poca luz. 

Hice una lista de últimas voluntades para cumplir antes de que acabe este peculiar año. La que mejor se me da es la más frívola de todas, que es la de comprarme toda la ropa que me apetezca, aunque solo sea para llevarla en casa y para salir a pasear con la perri.

Ahora que para frenar la vida social y los contagios se cierran los bares y restaurantes, me he dado cuenta de que no voy a bares ni a restaurantes desde hace meses, creo que he ido tres veces desde mayo, y que ninguna de las restricciones me afecta porque ya las llevo a cabo de forma personal. 

Hoy he roto la rutina yendo al dentista y he pasado dos horas excelentes con la boca anestesiada. Me ha gustado mucho cómo ha vaciado la caries y la ha dejado limpia. Y también, la dedicación con la que le ha ido dando forma al empaste para taparme el agujero. Y qué alucinante es la anestesia, no notar nada aunque te estén taladrando el diente. Me he sentido a gusto, me ha tratado con mucha amabilidad y cariño, y en todo momento me iba advirtiendo sobre lo que iba a sentir. Me ha costado 90€.

El último rayo de la tarde de ayer me recordó al último rayo de la tarde de hace 10 años y me he sentido feliz, como si estuviera viviendo los dos rayos en paralelo. Pero estoy enfadada, y un poco triste, también. Joder. Joder. Joder. Joder. Joder.

 Amabilidad, cariño y anestesia, mis tres nuevos tótems.




domingo, octubre 11, 2020

No sabemos cómo será ese día ni tampoco el de hoy



Cada año compro algo en el supermercado que caduca el día de mi cumpleaños,  y pienso: ¿Cómo será ese día? ¿Será normal o especial? ¿Acaso será malo? Este año caducan el 14 de octubre unos flanes, unos huevos y una bandejita de bacalao desalado. No sabemos cómo será ese día.

El 2020 me parece provisional para todo, dada su excepcionalidad, como si fuera un año en pausa en el que nada puede planearse, pero no es así. Pasan los días y las semanas y los meses. Estoy cuidando mi corazón que late.

Esta semana no paro de escuchar a Girl Names, una banda de Belfast, pero ya hace dos años que no sacan disco con canciones nuevas. Este año han publicado, por lo menos en digital, una colección con todas las demos desde que empezaron en el 2009, pero no sé si siguen tocando. Acabo de comprar en el bandcamp de la banda una copia en vinilo de un disco que sacaron en 2018. Fijo que se van a poner super contentos cuando vean que alguien, desde Barcelona, les compra un disco de esos que deben tener en una caja bajo la cama o en un rincón. El cantante, que seguramente debe ser el que reciba el aviso, le enviará un whatssap a la bajista y le dirá "tía que nos han comprado un disco desde Barcelona". La bajista, que estará sola en su casa bebiendo café y mirando a su perra, lo leerá y le contestará "Tenemos que volver a ensayar y sacar temas nuevos, tengo algunas ideas!"



miércoles, octubre 07, 2020

Lo vi distinto, lo vi todo más bonito

 

Se está muriendo el geranio. Puede que sencillamente esté entrando en esa fase de estar mustio para renacer de nuevo, aunque yo no recuerdo que mi abuela tuviera los geranios feos en ninguna época del año. Yo veía aquella terraza de la calle del Clot como una selva húmeda y sombría, pero en cierto momento de mi pre-adolescencia descubrí que podía sentarme a escribir en la mesita y pasar la tarde fuera, en la selva misteriosa. Hará un par o tres de semanas,  fui a visitar la exposición de una amiga y me di cuenta que el lugar estaba cerca de aquel piso en el que vivía mi abuela y los geranios. Lo vi distinto, lo vi todo más bonito. Tanto que al día siguiente volví a dar un paseo por el barrio y estuve toda la mañana por allí, sobre todo en el parque.


Esa tarde, la de la exposición, sentí alegría. No sé si porque estaba haciendo algo “normal” o algo que era habitual en la “normalidad pre-pandemia”. Volví a casa y me puse el disco que me regaló V e imaginé que estaba en un bar tranquilo, tomando algo. Y aunque fuera imaginario, en mi recuerdo veo a una camarera y también a otra gente, en otras mesas, hablando y riendo. Creo que era verano. También me veo a mi en casa disfrutando escuchando el disco. Es un recuerdo con dos imágenes.


Últimamente estoy pasándolo muy bien en los ensayos. No tener la presión de tocar el setlist para preparar algún concierto hace que podamos pasarnos horas y horas probando canciones nuevas. Me siento tan a gusto con mis compañeros de grupo. Quizás es porque nos centramos en la relación que tenemos (el grupo) y la cuidamos. Es el único lugar en el que estoy en un lugar cerrado, sin ventilación, sin mascarilla y con 3 personas más, eso me preocupa un poco pero solo los cinco primeros minutos y los cinco últimos. En medio, me olvido.







viernes, octubre 02, 2020

Solo me gustan los nadadores

Podría decir que estoy en el séptimo cielo laboral. También podría decir que he hecho grandes esfuerzos. 

Siento amor cuando mi perra corre por el parque, contenta y despreocupada, y luego volvemos a casa tras la alegría inmensa del césped, los àrboles, la fuente y el sol de la tarde escondiéndose, y se oyen platos en las cocinas de las casas y algunos televisores encendidos.


Me he comprado una linterna para leer cuando no hay demasiada luz. Creo que también va a ayudarme a iluminar eso que tanto miedo da.  ¿Y si me quedo atrás? Y el mundo sigue y no logro alcanzarlo...


Hoy he nadado mucho y he sentido que avanzaba. Había un chico en el carril de al lado. Solo me gustan si son nadadores. Ha salido del agua y se ha puesto un albornoz negro. Era el chico más guapo del mundo y lo he mirado.  


Últimamente tengo el sueño roto. Me he despertado a las cuatro de la mañana. Me he acordado de que A. me había dicho que la luna de octubre era la más redonda. Y me he levantado de la cama para verla.



lunes, septiembre 28, 2020

Repara todos los daños

En la ducha, me he dado cuenta de que en la etiqueta del champú dice “Repara todos los daños. Fortifica.” He empezado a lavarme el pelo a conciencia imaginando que realmente lo repararía todo: el alma, los pensamientos, los miedos. ¿Volveré a sentirme fuerte como un árbol frondoso que crece y crece? o ¿fuerte como una plantita que, tras quitarle las hojas secas, vuelve a reverdecer? Me gustan las dos versiones.

Esta noche duermo en mi cama de adolescente.  Mis dudas no se parecen a las de entonces. Mi padre sigue poniendo el volumen del televisor alto. Mi madre escucha la radio. 

Bona nit. ¿Y si mañana empieza la nueva etapa?



domingo, septiembre 27, 2020

Tras las persiana


Si fuera una tenista a la que vuelve a dolerle aquella rodilla que se jodió en un partido, sería más fácil de llevar para mí y para los demás. Me daba tanto miedo el verano que no pensé en que el otoño también podía ser un laberinto complicado.

Ha salido el sol justo cuando ya está a punto de irse. Eso sería como llegar a la fiesta cuando ya se acaba. Aunque todavía no estamos en octubre, ya empiezo a pensar en mi cumpleaños. El año pasado lo celebré con una persona. Soplé las velas y fuimos a jugar a billar al bar del señor que siempre parece estar un poco triste. Hacía calor porque en las fotos yo voy en pantalón corto. En esas fotos siempre iré en pantalón corto y siempre será mi cumpleaños y siempre lo estaré celebrando con esa persona. Los dos años anteriores lo celebré con 21 personas apretujadas en mi casa. Sin embargo, no tengo fotos. Este año, como máximo con 6. Y como mínimo conmigo.

Sigue costándome mucho entender que lo que se deja atrás, se queda atrás. No sé si se debe a mi lesión de tenista o si le cuesta a todo el mundo. Bueno, al final lo dejo todo atrás por imperativo. Como cuando cierran los bares y te dicen "ya vamos cerrando" y aunque pidas otra caña sabes que te vas a tener que ir. Aunque ahora, con lo de las restricciones por el virus, echan la persiana, hacen ver que cierran y te puedes quedar dentro. Yo sería un poco ese tipo de bar que dice que cierra, pero no.

La semana pasada compré de segunda mano el single en vinilo "Voyage, Voyage" de Desireless.  Tengo ganas de que llegue por correo desde París y pincharlo tras la persiana.


viernes, septiembre 25, 2020

Esperando el cambio de etapa (I)



Va a rachas de viento. Cada semana espero ver señales que indiquen el inicio de otra etapa, pero no llega. Qué largo es este final.
C, con su hocico corto y su palmo de altura, cuando no sabe cómo conseguir lo que quiere, acaba yéndose a dormir, pero sigue atenta a cualquier movimiento para que nada pueda pillarla desprevenida.

Ella espera comida-calle-jugar, y yo mi cambio de etapa. Mi vecino sale a pasear y a meditar -o eso dice-, siempre a la misma hora. ¿Estará buscando también su nueva etapa?

Llevo toda la semana escuchando el último disco de Khruangbin. Me lo regaló V. por sorpresa, un día que vino a desayunar conmigo y a preguntarme cómo estaba. Ese día pensé que ya estaba llegando mi cambio de etapa. Luego resultó que un poco sí, pero también un poco que no. La guitarra de la canción se parece a las siete de la tarde, luminosa y melancólica, tan bonita que duele bajo las costillas porque ya es finales de septiembre. 



jueves, septiembre 10, 2020

Que todo vuelva a brillar


Ha llegado septiembre, hay cosas que se acaban, otras que empiezan. Algunas continúan. En mi semana de vacaciones descubrí una playa a la que no había ido nunca y, a pesar de tener un chiringuito, se respiraba calma. Tengo ganas de volver un día de estos para fantasear de nuevo mientras escucho el mar. Del chiringuito me sorprendió la música. Silencio hasta las dos de la tarde, pero entonces, a esa hora el camarero siempre ponía discos enteros de Toots & The Maytals. Era esperanzador. Como si aquel chiringuito fuera la primea línea de una novela. Esa historia empezaría la última semana de agosto con unas sombrillas volando en mitad de la playa y una palmera cayendo encima de un hombre de 41 años (RIP).


Las cosas están mejor, pero no están bien del todo. Mi motivación pega bandadas. Unos días mucha, otros días nada. Todavía me parecen tristes algunos lugares, como si hubieran perdido aquello que los hacía especiales. Es difícil volver a ellos, de momento. En esos sitios-persona encontraba fragmentos de mi verano de los doce años, aunque no tuvieran nada que ver con aquel verano, pero sí con las sensaciones.

Qué largo es este final. Cuánto cuesta desprenderse y quedarse con los pies colgando, como otras veces.


sábado, agosto 22, 2020

De cuatro a siete de la tarde


Cuando he salido del coche el olor del mar se colaba entre las calles. Hoy el barrio está distinto. Han abierto algunos de los bares que cierran en fin de semana. La tienda de muebles antiguos también ha levantado persiana... sí, donde el otoño pasado compré una aceitera de cerámica durante una tarde de tormenta. Me pilló de lleno y subí a casa como si me hubiera dado una ducha. El papel de periódico en el que me envolvieron la aceitera estaba absolutamente mojado. Me costó 7€. Nada de esto es importante.

De cuatro a siete de la tarde suelo aburrirme y es justo cuando pienso que debería irme de vacaciones para huir de esa franja de horas interminable. Sin embargo, sé que esa franja me va a atrapar vaya adonde vaya. También pienso que puedo contagiarme y contagiar luego a más personas. Recuerdo una sesión de cine en agosto a las cuatro de la tarde. Vi una roadmovie francesa sobre una novicia que viajaba por la costa en busca de su hermano gemelo. La acompañaba un chico que escuchaba a Elvis en el coche. El chico era el actor Nicolas Nauvachelle y la película "Avril". Durante el viaje se hacían amigos, iban a la playa y cenaban bajo una guirnalda de luces. Viendo la película pensé que algún agosto haría ese mismo trayecto en coche, en busca de mi hermano imaginario por la Carmarga francesa. Podría ser este año pero... no sé si tengo ganas de llegar a una playa salvaje, ver que es bonita, ver que son las cinco de la tarde y ver "que ya está". ¿Y si me invade un sentimiento de profunda desazón? 

Un amigo me ha invitado a irme de vacaciones a un lugar que puede generarme bastantes recuerdos. No sé si quiero pisarlos ya. Desearía guardarlos un poco más. Como un luto o un homenaje a un lugar sagrado que no puede ser, todavía, desmantelado. No sé, es tan difícil saberlo. A veces me parece absurdo, otras no. Creo que me pondría a llorar. Creo que podría estar bien ir con ellos y desmitificar las cosas. Cualquier opción es buena. 

Hacía tiempo que no pensaba en mi hermano imaginario... desde que hice aquella terapia para despedirme de mi hermano no nacido antes que yo. Era moreno y tenía una sonrisa bonita. Tenía un grupo de música, tocaba la guitarra y tenía rollo... El otro día conocí a un amigo de D y pensé que se parecía a mi hermano imaginario.  

Qué bien, ya son las 7. He atravesado la franja conduciendo y escribiendo. 

Me he cortado el pelo y me siento mejor. No iba a la peluquería desde febrero. Soy un poco más yo. Todavía quedan cabos sueltos.


miércoles, agosto 05, 2020

He descubierto algo



He comprendido cómo empleo la melancolía. Es una cuerda muy larga que utilizo para no desprenderme del todo, y si estiro estiro estiro, me acerca a lo que ya no está, pero nunca llego al extremo porque ya no existe. Es una especie de anacronismo. He empezado a preguntarme qué pasaría si cortase esa cuerda, ¿cómo me sentiría? ¿cómo actuaría? Y si decido hacerlo, ¿cómo lo hago? ¿qué necesito para cortarla y qué instrucciones debo seguir? Y si en vez de cortarla, que es demasiado drástico (puede que incluso peligroso), ¿dejo de estirar?  Siento que va a ser un alivio y una liberación, pero no sé cómo hacerlo, me da miedo que no salga bien. Tic tac tic tac tic tac... 

No hay turistas por las calles. Es un agosto distinto. La playa estaba prácticamente vacía. La encargada del club de vela me ha dicho que se aburría mucho durante el día. Hemos estado hablando un rato sobre la nueva realidad (que no normalidad). He cogido una tabla y he remado para pensar en remar y no en otras cosas. Luego me he tumbado en la playa y he disfrutado de estar allí sola, sin prisas.

jueves, julio 23, 2020

Los veranos que se derriten como un helado de fresa






He visto pasar un autobús vacío y me ha parecido un refugio maravilloso. Los autobuses me inspiran seguridad desde pequeña. Cuando los escuchaba pasar desde la cama, mientras intentaba dormir, sentía algo así como: “Ahí va un autobús. El mundo es seguro. Siempre hay un autobús de un lado para otro.” Sucede algo similar con el camión de la basura, cuando lo oigo de madrugada, siguiendo su curso, sin fallar ni una sola noche.


Llevo cuatro días, desde el lunes, llorando a ratos cuando recuerdo lo feliz que fui el verano pasado. Y miro a mi alrededor y nada es como antes. Si nos hubieran dicho aquella mañana en la playa -con nuestras cabezas bajo una toalla y un ataque de risa de 24 horas- que un año después ya no estaríamos juntas, y que, por separado, iríamos por la calle con mascarilla... ¿Cómo habríamos reaccionado al saber el futuro? 


Todavía me cuesta comprender cómo se deshace un verano entero, cómo se deshilacha durante el otoño y el invierno, y se convierte en una madeja de hilos rojos.


Recuerdo la luz de los faros del coche al anochecer, por los caminos de tierra, y  mi cuerpo embadurnado de líquido anti-mosquitos y aquella feria en el pueblo, y el color ultraverde de los arrozales. Y el maletero cargado con sillas y sombrillas y un poquito de arena de cada lugar. 


Me parece de una injusticia poética abismal que no hayamos podido llegar a otro verano. ¿Cómo puede haber ocurrido? 


Me siento desilusionada.


Sin embargo, sobrevive cierta inocencia. 


domingo, julio 19, 2020

No hay suficientes teletrófonos para todos


Estoy a mis cosas y teletrabajando, ocupando mi mente y mi tiempo con eso, y esquivando todo aquello que pueda sacarme de ese redil que me pone a salvo, de esa calma, de esa rutina.

En Barcelona han subido los contagios de manera vertiginosa, y aunque la recomendación del Govern de la Generalitat es "no salir de casa excepto para lo necesario y no dirigirse a segundas residencias", la gente se la está pasando por el forro. La realidad es que los bares están llenos y la costa también. Yo, sinceramente, pensaba que aquí seguiríamos a la de YA lo que nos dijera Torra. Mi planteamiento era el siguiente: si la  mayoría de población cree en algo común se configura una especie de "conciencia de grupo" simbólica, algo así como "todos a una", "tot el camp és un clam", y que si el presidente de la Generalitat lo dice, pues se cumple. Pero me he dado cuenta de que tal conciencia no existe. En realidad, los y las catalanas estamos unidos y unidas por un plan mucho más elevado que la Independència: ¡ir de cañas y a la Costa Brava! Que nadie se ofenda, que estoy de broma... 

No es mi caso. Yo no tengo conciencia de lo uno ni de lo otro. 

Aunque mi vida social ahora mismo es mínima, y cuando digo mínima lo digo en serio, y sigo todas las recomendaciones, aun así estoy en cuarentena por haber estado en un espacio cerrado más de 15 minutos, a menos de dos metros de distancia, con un positivo y con otro sospechoso de serlo. 

A todo esto, en mi confinamiento y cuarentena voluntaria (porque nadie me está haciendo ni seguimiento ni rastreo de contactos ni todo eso que dicen en las noticias que se está haciendo) acabo de descubrir un podcast llamado Biotopía. Copio el resumen del boletín oficial de Biotopía:

Una de las claves del éxito de Biotopía es su comunidad. En nuestras instalaciones conocerás a cientos de profesionales de variadas disciplinas con los que conversar, discutir y compartir tus dudas y proyectos. Esa es la palabra clave en Biotopía: compartir. Deja que tus ideas iluminen los proyectos del resto de habitantes, del mismo modo que sus aportaciones te servirán para terminar de darle forma a todo en lo que estés trabajando. Imagina Biotopía como una expansión de tu cerebro y sácale partido. Todos somos Biotopía. Biotopía es además el mejor espacio posible para vivir y crecer con los tuyos. Nuestras viviendas están diseñadas para satisfacer todas tus necesidades, gracias a un estudio previo que realizamos a cada habitante antes de su llegada a Biotopía. Para garantizar la comodidad de todos, equipamos cada vivienda con los muebles y electrodomésticos necesarios y una variada oferta de ocio. Nuestra comunidad es también el lugar en el que los más pequeños encontrarán las mejores herramientas para formarse y desarrollar todo su potencial."


En el episodio 2 de esta ficción (que a veces se acerca demasiado a la realidad) la posible caída de un meteorito amenaza la vida de todos los habitantes de Biotopía. En el boletín oficial de noticias realizan una conexión en directo con el centro de Biotopía para saber cómo están los ánimos entre la gente. La corresponsal informa de aglomeraciones y nerviosismo por parte de la población, que vive con ansiedad la jornada. Sin embargo, a medida que avanza el boletín nos damos cuenta de que la gente está nerviosa y ha acudido en masa al centro porque sale el nuevo modelo de TELETRÓFONO! Les importa un huevo el meteorito, lo que quieren es poder comprar el nuevo teletrófono...

Hoy hace cuatro meses que Molly Nilsson y yo rompimos. También hace un año que empezamos a salir. Esta mañana he encontrado en mi cartera un papelito con mi nombre y corazones alrededor. 

sábado, julio 11, 2020

Ángeles sobre Berlín



Hace una semana o un par, ya no lo sé porque el tiempo pasa de un modo extraño, cené con M, a la que hacía años que no veía. Nos reímos tanto que nuestras carcajadas resonaban en la manzana. En la terracita se estaba fresco. Incluso cayeron cuatro gotas. Luego se despejaron las nubes y una luna casi llena empezó a iluminar la pared blanca. Dormí profundamente, lo necesitaba después de tantas noches de sueño entrecortado y de insomnio. Esa persona venida del pasado de hace 17 años me está ayudando en el presente, es bonito. También lo está haciendo, a distancia, Warpaint, con sus mensajes y sus cosas del día a día, y nuestra preocupación compartida por el avance del coronavirus y los rebrotes, a los que parece que, por lo general, nadie quiere prestar atención...

Me encanta cómo están sonando los dos temas nuevos con la banda, me emociona escuchar la grabación que hicimos en el último ensayo. Logré desbloquear una letra el martes pasado, después de cenar, mientras contemplaba la montaña del Tibidabo a lo lejos, que estaba dentro de una nube y las luces de la noria parecían un incendio. 

Las rutinas aprendidas durante el confinamiento me están sirviendo. Sigo en mi etapa de montaña, el objetivo es subir hasta la cumbre para poder ver el valle, donde habrá, casi seguro, algo extraordinario. Pero soy consciente de que la etapa de montaña es lo que tengo ahora. Y a veces está muy bien, porque soy constante, y tengo mis trucos; otras veces me doy cuenta de que mi herida sigue ahí, y de vez en cuando se abre y me obliga a parar. Son como un aviso de "oye, sigue doliendo esa pérdida". La perri, en cambio, parece que ya la ha aceptado, vuelve a salir a la calle con ganas. Pero... ¿y qué debo hacer ante el aviso? ¿de qué me avisa? ¿para qué me avisa? 


miércoles, julio 01, 2020

Una persona afortunada

 

Ayer bajé a la playa un rato a nadar, después de trabajar. En el espacio reservado para pescadores no había pescadores, había pescadoras. Dos mujeres, ya jubiladas desde hace años, habían montado en la orilla tres cañas. Una de ellas, la que sabía más, le estaba enseñando a la otra algunos trucos. Aunque me dio pena pensar que alguno de aquellos peces que había visto mientras nadaba acabaría mordiendo el anzuelo, la conversación que mantuve y el momento que compartí con ellas me llenó de calma, tranquilidad. Lo puso todo en su lugar. Al volver en la bici me sentí muy afortunada. Es desconcertante porque hoy, más o menos a la misma hora, pero paseando a la perri, una oleada de tristeza me ha alcanzado. He ido al antiguo descampado, que ahora es un huerto urbano, y he aprovechado que no había nadie para llorar. Me ha preocupado un poco encontrarme con alguien del barrio y... yo allí, una persona afortunada llorando. 


domingo, junio 28, 2020

La ola




Esta noche no he podido dormir. Tal vez el calor. El ruido de la gente. 

No puedo evitar los recuerdos del verano pasado, aunque no me recree en ellos. Tampoco los busco, aparecen. Tengo que esperar pacientemente a que pase el tiempo.

El viernes me invitaron a una fiesta en un terrado, un cumpleaños. Decliné la invitación porque no me apetece reírme y estar pasando el rato alegremente bajo una guirnalda de luces de colores mientras el amigo de una amiga de una amiga pincha y se cree Avinchi, o como se llame. 

Nadie me pregunta. Como si no supieran lo importante que esa persona era para mí. No quiero que me inviten a una fiesta, quiero que me pregunten cómo estoy. Empezar por ahí sería un buen inicio.

Me apetece estar sola. 

Ayer había surfistas en la playa. No es nada habitual en Barcelona y menos en verano. Pero ayer había olas. Apenas dura unos segundos estar en la cresta. Se caen, vuelven al lugar y esperan a que otra ola venga. Tienen paciencia.







sábado, junio 27, 2020

La semana

La semana ha pasado como un caballo a trote. No he entrado ni una sola vez en la única red social en la que "participaba" más o menos de forma regular, y no lo he echado de menos, al contrario, ha supuesto un alivio. Tanta foto, tantas personas pululando, ¿para qué?  Tampoco he quedado con ninguna amiga ni he visto a nadie conocido (excepto en el ensayo). En cambio, he establecido mayor contacto con el grupo de habituales de la playa. Podría decirse que ya formo parte de esa tribu. Me saludan, hablan un rato conmigo, me preguntan mi opinión sobre algunas de las trivialidades diarias que se dan en la playa, como la discusión del otro día con un grupo de cuatro personas que estaba gritando demasiado. Se armó una buena, las personas silenciosas contra las ruidosas. Esas conversaciones cortas que no van a ninguna parte pero van a todas, no sé cómo describirlas.

También he empezado en mi nuevo trabajo, en ese que hace cuatro años me marqué como objetivo a futuro (pero parecía muy muy lejano). Pero claro, he empezado a distancia Covid-19. El primer día me sentí feliz, feliz de verdad, y pensé que un ciclo empezaba y un círculo se cerraba, y que, en resumen, todo iba a ser extraordinario a partir de ese momento y que mi vida era un musical (¡qué horror!). Blablabla. 

Hoy se me ha bajado todo ese ataque optimista, supongo que porque estoy pre-menstrual; ya he empezado a preocuparme por mis pocas ganas de socializar, y a preocuparme sobre cómo saber qué cosas dejar atrás y qué otras no. Eso me parece complicado. Cuando sabes que estás prácticamente ya en otra etapa, pero no sabes distinguir entre lo que debe continuar contigo y lo que debe quedarse atrás. No quiero equivocarme. ¿Cómo saberlo si todo está un poco distorsionado? ¿Cómo marcharse a otra parte sin marcharse? 

He soñado que una cantautora indie de Porltand (no sé quién era, me la he inventado) se enamoraba de mí y me besaba en una habitación llena de plantas salvajes, enredaderas, palmeras... creo recordar que se veía un río desde la ventana. No era un lugar luminoso, pero a la cantante de Portland le parecía lo más, y a mí también.




jueves, junio 18, 2020

Novedades



Cuando he llegado esta mañana a la playa, la sorpresa ha sido que había dos buzos midiendo la calidad del agua. Han empezado a andar con sus trajes desde la arena hacia el horizonte. He visto sus siluetas sumergirse poco a poco. Me ha parecido que eran similares a los astronautas con los que me había despertado. 

Mientras desayunaba, había buscado en Google imágenes de Marte. 

Es un desierto lleno de montañas rocosas y arena. También he conocido a Curiosity, una máquina robot que recoge muestras. El otro día se hizo un selfie después de subir a la montaña más alta a la que había podido ascender hasta ese momento. Me la he imaginado orgullosa y cansada tras aquella hazaña, pero aun así repitiendo la foto varias veces descartando tomas borrosas.  También me ha sorprendido leer que, desde la expedición a la Luna del Apollo 11, ningún astronauta ha vuelto a pisarla. Y yo que pensaba que la luna estaba ultra-transitada. Pues no. Sin embargo, ya hay una tripulación de 20 mujeres y hombres preparándose para el próximo viaje, que será en 2024. Lo que sí está habitada es la Estación Espacial Internacional, una nave donde se hacen estudios e investigación y que da vueltas alrededor de la Tierra. 

Hasta aquí mi lección básica de hoy sobre asuntos del espacio. Sigue siendo un tema por descubrir.

No puedo dormir porque la semana que viene empiezo una nueva etapa laboral y estoy emocionada por saber cómo será.

Está lloviendo, está amaneciendo, las gaviotas graznan como locas, las oigo desde la cama. Sigo estancada con la letra de la nueva canción, pero no tan bloqueada con todo lo demás. He disfrutado bañándome en el mar, frío y transparente, y luego secándome al sol. 




martes, junio 16, 2020

En el rincón de la playa



En mi rincón de la playa coincidimos cada mañana las mismas personas. Me he dado cuenta de que se conocen. A mí me suenan sus caras, pero supongo que otros veranos no he prestado tanta atención. Son vecinas del barrio. Escucho las conversaciones. Hay dos señores que siempre están hablando de cuando eran jóvenes. Contando anécdotas. Hoy, uno de ellos estaba recordando una época en la que trabajaba en una pastelería y se pasaba el día comiendo chocolate.

Una chica de las habituales, la llamaré "la chica del sombrero", se ha ido al agua y ha desaparecido del mapa. Yo no me he enterado porque estaba nadando y han volado cuarenta minutos sin darme cuenta. Cuando he vuelto a la arena, uno de los señores, Amadeu, estaba preocupado... "On està aquella noia? fa molta estona que no la veig...” Al cabo de cinco minutos, ha vuelto y ha contado que se había ido hasta la playa nudista. La mujer del pelo corto le ha dicho a la chica del sombrero que habían estado preocupadas por ella. Y la chica del sombrero ha contestado: "Qué bien, por fin alguien se preocupa por mí". He sentido que podíamos ser grandes y frágiles a la vez.


La desilusión aparece en cualquier momento y no puedo esquivarla, la atravieso como una tormenta. En el ensayo de hoy hemos estado probando dos canciones nuevas y he podido volcarme de lleno en el tema y en el sonido de la guitarra, pero luego, al salir del local y volver a casa, me he sentido agotada como un edificio, tenía ganas de desmoronarme y de que alguien recogiera todos los pedazos y los metiera en una bolsa de plástico, y se los llevara a casa, para ver si podía hacer algo...

Se me
coerram lls lkos literal


miércoles, junio 10, 2020

En un barco


La playa estaba tranquila, sin apenas gente. Ha sido raro llegar con mascarilla y quitársela. El agua estaba fresca y cristalina. He estado nadando de aquí para allá, sin ton ni son, como si quisiera nadar todo de golpe mi primer día de playa del año. He pensado en la extrañeza de los últimos meses, en lo inaudito, y en el regalo que era poder volver a sumergirme en el mar. 

También he sentido incertidumbre y una tristeza necesaria (la tristeza consciente de la incertidumbre), al recordar aquel primer día de playa del año pasado, junto a Molly Nilsson, deseando tocarle la espalda (creo que era mi parte favorita), pero sin atreverme. Y luego los siguientes días de playa sabiendo que sí podía acariciarla. El desencadenante de los recuerdos ha sido una goma de pelo que ha viajado de un verano a otro dentro de mi mochila. Una goma de pelo ajena a todas las turbulencias. Ajena al otoño y al invierno porque ha estado cobijada en un rincón de mi armario. Ha saltado todo por los aires. Qué pena es que se acaben las cosas buenas. Me he sentido lúcida como aquel niño que se hizo famoso durante el confinamiento y decía vamos a morir

Sin embargo, ha sido un día extraordinario, con todas esas emociones de un lado a otro, como en un barco.


lunes, junio 08, 2020

De Villanelle a perrito asustado en 0'6


He cambiado la iluminación, y la verdad es que es tan sexy que dan ganas de follar. Tal vez es que por momentos estoy en la fase de aceptación y empiezo a recordar que tengo un cuerpo y que no solo hay coronavirus en el ambiente. Sin embargo, aunque en estos instantes me sienta peligrosa como Villanelle, buena parte del tiempo soy como un perrito de ojos tristes. Espero encontrar un término medio en los próximos días. Semanas.

La visita por sorpresa del sábado, y la de hoy, me han ayudando a salir del bucle de la nostalgia en el que a veces me veo atrapada (aquello de que se me parte el alma...) 

Hoy he estado trabajando en la dichosa canción con la que llevo todos estos meses peleándome, y por fin he sentido que estaba orgullosa. No me había pasado antes tardar tanto en decidirme por una canción, pero últimamente es como si dudase de mí todo el tiempo. Durante las semanas duras de encierro no me apetecía hacer nada, y además me parecía que era banal estar componiendo. Tampoco lograba concentrarme con tanto miedo acechando. Solo pensaba en desinfectarme bien después de salir a pasear a la perri, en cuánta comida quedaba antes de tener que volver a ir a comprar, en si seguirían estando bien mis padres, en los cabrones de los vecinos haciendo ruido y en la ruptura.

No voy a cantar victoria, es posible que mañana esté llorando por los rincones y maldiciendo la existencia. O tal vez no. Quién lo sabe... Si lo sabe alguien, por favor, que haga spoiler.






sábado, junio 06, 2020

Solucionarlo todo



Ayer estuve aguantando bastante el tipo hasta que viendo el documental The Archivettes escuché un poema (no cito autora o autor porque no aparecía en los créditos finales, pero me encantaría saberlo): 

Te vi cruzar la calle
ligeramente encorvada
sin reparar en mí
Y sonreí al ver esa mezcla 
de torpeza, gracia y fuerza. 

Entonces, de repente, 
sentí miedo de los coches, 
de las calles que cruzas, 
de los días que pasan. 
Me sostienes como una vaso sostiene el agua. 
Te pueden hacer añicos como el cristal.

El poema me dejó tocada, me quedé una hora mirando los árboles por la ventana, sobreviviendo. Luego cogí la pala de ping pong y me puse a hacer toques con la pelota en el pasillo, para sobrevivir más, hasta que decidí salir a la calle a que me diera el aire. Casi mejor.

Hoy ha sido un día totalmente distinto al de ayer. He quedado por primera vez con un amigo, no nos veíamos desde febrero. Luego he tenido dolor de cabeza, como si después de tantos meses sin vida social hubiera cometido un exceso, pero me he sentido feliz.

Como estoy contenta, me vengo arriba. 
Vamos a solucionarlo todo, lo tuyo, lo mío, lo de todos.

Editado: Gracias a un comentario de Netalga sé que el poema es “The dangerous world,” Naomi Replansky

miércoles, junio 03, 2020

Dos palas de ping pong

 


Hoy es miércoles pero parece un viernes lluvioso. Puede que haya estado escondiéndome tras el miedo al desconfinamiento para no retomar mi vida. Si no recuerdo mal, tenía asuntos por resolver... 

Tengo una contractura, supongo que porque estoy inquieta (rígida), ayer me puse una pomada que tenía por aquí y que se dejó Molly Nilsson. No me acordé de devolvérsela. Cogí el coche y metí la mano en la guantera y estaba llena de tickets del parquímetro de la playa. Recordar el verano pasado me llenó de melancolía y estuve varios minutos dentro del coche, en silencio, antes de arrancar. 

Creo que estoy en la fase de tristeza. Hay días en los que no le encuentro gracia a nada. Como cocinar sin sal. Sin embargo, me he comprado dos palas de ping pong. Deseo muchísimo jugar a ping pong. Ahora tengo que buscar a alguien para jugar, es lo que tiene el ping pong. Debería haber una aplicación para buscar a personas con tus mismas aficiones, o algo así, pero que no quisieran ligar. Eso no me apetece. No es ni lo último que me apetece, sencillamente, no está en la lista.

La semana que viene volvemos a los ensayos. No sé si hará que me sienta mejor o no, espero que sí. Mi telecaster suena mal. Creo que es subjetivo, pero ya he quedado para que le echen un vistazo y la calibren. 

















domingo, mayo 31, 2020

Cementerio vs Terrazas

 
Hoy me he acordado de todo eso que se decía cuando aplaudíamos a las ocho (bueno, yo no aplaudía porque ya sabía que era una pantomima): "esta pandemia nos cambiará, no seremos los mismos". Carcajada. De momento, yo no veo que nada sea distinto. Esta semana ya he visto las terrazas hasta los topes, sin ningún tipo de distancia de seguridad ni nada de todos esos planes de desescalada que diseñan los expertos y que llenan tantos documentos oficiales. Como estoy un poco enfadada con el mundo, mi irritabilidad está más elevada, y tengo una especie de cruzada personal. No sé qué historia nos están contando de cómo será el verano de la nueva normalidad. Pues será igual que siempre, con playas abarrotadas e idiotas que se te sientan encima de la cabeza, si es necesario, y te ponen su lista de canciones preferidas en la oreja y los pies en la boca.

Ayer vi la película "Les Combatients", me quedé con la frase “para sobrevivir hay que aprender a aburrirse”. Hoy he visto "1985" y he rescatado la siguiente "antes de brillar, se pasa por la oscuridad."

He tenido un día muy tranquilo. Por la mañana, me he sentado un rato al lado del cementerio, bajo el sol. Claro, a ver... entiendo que mis opciones no sean las más populares. Es un lugar excelente para estar: árboles, césped, hierbas salvajes y una tapia. Todas esas condiciones hacen que esté bastante frecuentado por perros y sus humanos (como yo), y es un buen lugar para no hacer nada y sobrevivir.

Estoy releyendo "La constelación del perro", una novela deliciosa sobre un mundo apocalítico después de una gripe mortal que ha barrido a la humanidad. Tu cara me suena. Es una historia de supervivencia muy emocionante, con momentos de esperanza y de soledad. A pesar del tema, diría que es una novela luminosa.

He disfrutado mucho de pequeños momentos durante el día, escuchando a The Buttertones en la terraza, yendo en bici por la tarde por las calles de mi barrio y bailando con la perri.

A partir de la semana que viene vuelvo a la vida social. Una actividad social por semana. Ni una más ni una menos. Cuando retomemos los ensayos, pues ya serán dos. 

















jueves, mayo 28, 2020

Oops, I did it again

Parece que se está solucionando uno de mis dramas. El vecino ha venido a la puerta de mi casa a disculparse y me ha prometido que no va a volver a suceder. Hemos llegado a un acuerdo de convivencia en nuestra mesa de diálogo improvisada en la escalera. Me ha parecido que estaba siendo honesto. El tiempo dirá si es así.

Hoy he sentido dolor en el alma. Es curioso saber perfectamente que lo que te duele no puede ser otra cosa que el alma, eso tan etéreo... He estado llorando en plan mal, en plan llorando comiendo, llorando fregando platos, llorando regando. Creo, sinceramente, que he retrocedido tres peldaños en mi proceso de duelo; la cuarentena absoluta me protegía. Pensé que esos dos meses de confinamiento me darían algo de ventaja cuando la vida volviera, algo de ventaja para recuperarme y tener confianza para cuando todo y todos regresaran a su cauce, pero ahora me doy cuenta de que tal vez no haya alcanzado todavía tal entereza. Siento haber caído en la apatía y la nostalgia; en realidad, quería ser racional, pero me he desviado un poco. Podría ayudarme encontrar algo que me mantenga concentrada y motivada, algo en lo que invertir mi energía. Un año atrás hubiese sido la música. Siento que tengo una especie de crisis de pareja con mi música. Tengo que solucionarlo. Uf, se me acumulan los temas.

He puesto en la cama de la perri una funda de almohada de algodón para que duerma más fresca. Le ha gustado mucho, se ha puesto contenta. 




martes, mayo 26, 2020

Lunes intenso




 

Hemos hecho intercambio de todas las cosas que cada una tenía en su casa y que pertenecían a la otra. También nos hemos devuelto las llaves. De camino, me he acordado de aquel día que fuimos a bañarnos a la playa lloviendo. Y de un montón de momentos que iban pasando por mi cabeza como una noria.

Nos hemos encontrado en el lugar en el que quedábamos siempre. Me ha abrazado, ha sido bonito y triste, sin embargo, sentir su calor me ha reconfortado. Ambas llevábamos mascarilla y eso me ha hecho pensar que empezamos juntas el confinamiento y que, en aquellos primerísimos días, nos poníamos un pañuelo para taparnos la boca y la nariz, todavía hacía frío y encendíamos la estufa en su casa. Me ha regalado un disco que nos gustaba escuchar. Llevaba una camiseta de verano con flecos, como esas que nos poníamos de niñas en los 80's. 

De vuelta, me he puesto a llorar por la calle y las terrazas estaban llenas de gente ansiosa, como si llevaran un año sin salir. Me temía esto, ir a destiempo. Ya está pasando.

Al llegar a casa, he sacado la ropa de la lavadora y la he tendido lentamente. He comido pasta porque es mi comida preferida.

La perri está apagada. Hemos bajado a la calle por la tarde y no ha querido pasear. Tal vez sea el calor. 



 

domingo, mayo 24, 2020

El nombre de los árboles


No sé si he registrado aquí los problemas que tengo con los vecinos desde que no trabajan debido al parón. Las fiestas antes eran menos habituales. He hablado con ellos y les he escrito notas, pero no hay forma. Hoy he avisado a la Guardia Urbana (¿?) porque se me ha agotado la paciencia, y sencillamente, tras llamar varias veces con golpes fuertes en la puerta, no les han abierto y han seguido a lo suyo en cuanto se han marchado. La "fiesta" o "reunión" ha continuado hasta las 12:00 del mediodía de hoy (empezó ayer a las 22:00 de la noche).

He dormido en el sofá después de varias horas sin poder pegar ojo en la cama porque mi habitación está cerca de su comedor, que es donde suelen juntarse con amigos o con los alquilados de Airbnb. No ponen música como los que tenía antes (a los de antes, los Mossos les reventaron la puerta durante una redada -yo no tuve nada que ver- y dos meses después se fueron y entraron estos), solamente hablan y hablan, pero no en un tono moderado para no molestar, hablan a gritos y constantemente, sin parar, o dan golpes, o cantan, o cocinan (haciendo todo el ruido posible, también) durante horas. No puedo hacer demasiado. A las siete me he ido con la bici porque ya no aguantaba más. El río estaba bonito y en calma, y yo estaba cansada. Y he pensado en Molly Nilsson y en que le gustarían esos árboles y se sabría el nombre. Yo no tengo ni idea de nombres de árboles. Eran frondosos y verdes, muy verdes, un verde oscuro. ¿Un roble? 
Se me han mojado los tobillos porque la hierba estaba húmeda.

Por los problemas constantes con los vecinos, sean unos u otros, me he abierto a la posibilidad de irme de Barcelona a una casa sin paredes colindantes. Difícil, ¿eh? Creo que de momento es más fácil pillar la almohada y trasladarme al sofá. Aunque no imagino mi futuro en la ciudad. Ya no me interesa tanto lo que ofrece.

No me disgusta continuar bastante aislada y el retorno a la "normalidad" va a ser lento para mí, sobre todo hasta que no pueda visitar a mis padres. No voy a reunirme en grupo ni tampoco voy a ir a bares.

Estoy haciendo una canción, no estoy inspirada en cuanto a letras, pero sí para el resto. Después  retocaré unas baterías y guitarras, siempre lo hago con auriculares, pero tal vez hoy las haga sonar por los altavoces. 



viernes, mayo 22, 2020

Caduca en 60 días

No puedo dormir. Me había acostado a las 23:00, pero me he vuelto a levantar a las 2:11. Está todo tranquilo, no se oye ni un alma. Veo luz en algunas ventanas, pero pocas. Las personas de esas ventanas también me verán a mí despierta y seré su esperanza, su atisbo de comprensión...

He bajado la guardia y se están descontrolando un poco las emociones. Las tenía sentaditas y se han revolucionado. A ver, tú, miedo, qué haces por ahí acechando... ¿qué tramas? A ver, tú, tristeza, ¿qué te pasa? ¡Vuelve a tu sitio! Claro, no me extraña, tienen ganas de salir y hacer botellón, y de ir a la playa en grupo infringiendo las normas y de salir en la franja horaria que no toca. Y yo, en cambio, lo que quiero es domesticarlas y peinarlas con colonia. Qué psico esto...


Hay pájaros cantando. Es plena noche. ¿También tienen insomnio? 


De esta crisis, lo que me asombra es que dos meses de inactividad nos puedan mandar a la mierda. Pues menudo fallo del sistema si 60 días suponen que algunos negocios cierren, que algunas empresas no puedan mantener a sus trabajadores, que no se reabran algunos bares, etc. 

Por ejemplo, lo del turismo. Resulta que somos incapaces de vivir sin turismo. ¿Y qué hacíamos antes? Porque de lo del turismo masivo en Barcelona hace menos de 10 años. ¿Es sostenible tanta gente viviendo en una misma ciudad más todos sus visitantes? No. Este verano iba a ser el primero en el que el megahotel nuevo de mi barrio iba a estar abierto. Tenemos más hoteles, muchos más, ese solamente es el colofón. Sin embargo, de la turismofobia me da miedo lo cerca que está de cualquier otra fobia que implique al otro y al territorio. Pero sí, guiris go home. 

Ayer llamé a la Guardia Urbana. Están construyendo un edificio a 100 metros de mi casa. Cada vez que usan la máquina de nosequé, tiembla todo. Llamé sencillamente para preguntar ¿esto es normal? ¿nueva normalidad? Me dijo que sí, que estaban “plantando los cimientos”, y que si veía que salían grietas, volviera a llamar. Genial, gracias. 



martes, mayo 19, 2020

El sol cada vez está más alto

El sol está cada vez más alto a esta hora. La luz me recuerda a la isla y a mis ganas de volver, pero este año no creo que pueda. Me alegro de tener un refugio, un lugar seguro. Las ocho es el momento de la ducha al llegar a casa, y de salir con el pelo mojado a dar una vuelta por Sant Francesc o de ir al Kiosko de Ca Marí. De todo ello ya tengo muchos recuerdos sola y me gusta que sea así, recordarme a mí.

He visto tiendas abiertas y me ha sorprendido. Llevo días pensando intensamente en Molly Nilsson, sabía que esto iba a pasar con el desconfinamiento. Yo voy a quererla igual todo el verano. Y los veranos son largos por aquí. No sirve de nada ignorar lo que sentimos. Durante el confinamiento todo estaba en pausa, inmóviil. 

Mmm, estoy viendo la ropa de mi vecino tendida. Me gustan sus camisetas. Molly Nilsson... sus ojos y sus labios. Me gusta desde hace tanto tiempo, desde tanto tiempo antes de salir, que cómo se me va a pasar tras un par de meses de ruptura... sería absurdo.

Los vecinos del terrado privado siguen usándolo para jugar a palas.  Mejor ahí que en la playa atestada de gente, sobre todo de gente ruidosa. Llevo dos días yendo al río con la bici, y la verdad es que ha sido todo un descubrimiento, me siento bien allí, lejos, sola y tranquila.

No me siento preparada para volver a tener vida social. Seguir conversaciones de muchas personas a la vez, lo imagino y me explota la cabeza. Será que estoy un poco triste. Sí me apetece ver a algunas personas, pero me lo imagino todo junto de golpe, y se me hace bola. 

La fase 1, cuando llegue, será cómo yo quiera y no cómo me digan que tiene que ser.

viernes, mayo 15, 2020

Siempre son las dos de la madrugada


Por lo visto, en la Edad Media se creía que si estabas feliz no te contagiabas con la peste negra, así que la gente cantaba e intentaba espantar el mal tratando de sonreír ante la tragedia. Ahora tenemos que subir fotos y vídeos en Instagram para que todo parezca que va bien. Una de las cosas que más me impactaron durante las primeras semanas de confinamiento fue ver que la redes sociales no paraban, que las publicaciones seguían y que la gente inventaba las mil y una formas para continuar como si tal cosa. Conciertos en streaming, entrevistas al vecino, gente cantando en el balcón, conexiones en directo, publicidad segmentada, publicidad buscando tus puntos débiles, scroll infinito, evasión continua... Totalmente innecesario, y no es por ser aguafiestas, solo que a mí no me apetecía todo eso. En cambio, la radio es diferente. Ya sea en formato podcast o tradicional, me encanta escuchar historias, crónicas, canciones, de ese modo tan íntimo, con la sensación de que solamente tú estás ahí. Agradezco que mis programas preferidos se las ingeniaran para continuar.

Las redes mataron a los blogs personales, estos espacios silenciosos en los que, como en la radio, parece que siempre son las dos de las madrugada. 

Esta mañana, en un diario publicaban un titular algo así como "Barcelona se resigna una semana más sin pasar a la Fase 1" y acompañaban el artículo con una foto de varias personas en un parque, usando mascarillas y mirando la pantalla de sus móviles. Todas las personas de la foto estaban mirando el móvil sentadas en un parque con una mascarilla puesta. Qué pena, joder. Para eso quédate en tu casa en la fase que quieras. 

He dejado de tener insomnio, ahora tengo dolor de cabeza durante el día, hasta que llega la noche, entonces se me pasa. Me gustan mis despertares, la luz y esa inocencia, la calma, llamar a la perri y escuchar sus patitas entrando en la habitación, mirarnos y saber que estamos juntas en la cabaña. 

Hoy se me han caído un par de lágrimas guardando las tazas limpias en el armario, y luego, otro par guardando las ropa en los cajones. Y ya está. Con esas cuatro lágrimas al azar me he dado por llorada y satisfecha. Luego me he puesto a tocar la guitarra. 

Entre mis planes de recuperación está volver a ilusionarme con la música, porque en los últimos 6 meses he tenido algún que otro conflicto interno por ello, supongo que cuando pierdes la confianza empieza a tambalearse todo lo que te gusta. Pero la música no puede desaparecer. El último concierto que hice fue en febrero. Recuerdo que volví a pasarlo muy bien mientras tocaba, viendo caras conocidas entre el público, y que la canción que pusieron justo al terminar nuestra actuación fue Boys don't cry de The Cure. No quiero que se pierda. He estado hablando con una chica de otra banda y le pasa exactamente lo mismo. Ha sido un alivio. Me ha propuesto hacer alguna canción juntas en la distancia transoceánica.





domingo, mayo 10, 2020

La más bonita saliendo del agua

He recordado aquel día en la playa en el que te vi salir del agua y pensé que eras la mujer más bonita del mundo. Y no es  una exageración. Me ha alcanzado la nostalgia justo cuando sabía que ocurriría: con el desconfinamiento; que es igual a la salida de la cueva, la salida de la guarida, la salida del escondite, la salida del caparazón, la salida de la caverna. Mis sombras eran amables, estaban controladas... bajo la luz, ya no hay duda posible, lo tomas o lo tomas, porque dejar de lado no se puede. Sin embargo, hay un problema resuelto, un problema muy importante del que ya no me tengo que preocupar: el trabajo. He encontrado trabajo y es el que quería. A veces me ocurren este tipo de cosas de persona exitosa, y luego otras de pringada total, ¿será para equilibrar la balanza?

Echo de menos. Es como esas velas que no se apagan jamás, las de las tartas de cumpleaños, que por mucho que soplas y soplas, cuando te parece que lo has conseguido, vuelven a encenderse y vuelves a echar de menos. Encarar el presente echando de menos es complicado porque estás más allí que aquí. Por lo menos, estoy atreviéndome, porque creo que hasta ahora lo había estado esquivando elegantemente, pero ya está, ya no puedo obviarlo. Eras la chica más bonita saliendo del mar y no hay más que hablar, y eso me va a costar lo mío superarlo. Me va a costar pasar un verano en vela acordándome de ti cuando esté en esa misma playa, a la que volveré porque querré experimentar lo que siento. Querré saber cómo es nadar en el recuerdo tratando de salir a flote. Y bueno, ya se verá cómo lo llevo. (La batería del ordenador se está apagando, así que voy a tener que escribir rápido.)

Hoy he tenido un buen día, porque ayer me rendí, por fin, y tuve mi catarsis personal. Lloré, escribí, hablé con una buena amiga, de las que están para lo divertido y para lo que no lo es tanto, y caí rendida en la cama. Cuando te pasan muchas cosas buenas siempre hay gente alrededor, luego, cuando el viento cambia, vas viendo como se van sucediendo las bajas en el campo de batalla... pero también te das cuenta de quién sigue ahí. Para ser justa, creo que, en ocasiones, sencillamente hay rotaciones. Pero a veces me pregunto, tanto cuesta preguntarme  cómo estoy. ¿Es tan complicado? Si es que además no soy chapas, porque para chapear ya tengo este blog, que es de lectura no obligatoria y totalmente opcional. 

He estado pensando en escribir, en recuperar esa ilusión. Siempre quise escribir una novela, pero lo cierto es que las abandono a las 60 páginas, es lo más lejos que he llegado. Casualmente, aquella novela de la que escribí 60 páginas, hablaba de un confinamiento. Le he estado dando muchas vueltas estos días, en el fondo, era una especia de fantasía personal esto de estar confinada. El personaje de aquella novela tampoco podía salir de casa y tenía que comprarlo todo online, salir a la calle con una máscara, siendo otra, y cortarse el flequillo con tutoriales de YouTube.  La trama no iba de un virus, pero sí de un crisis existencial que te atrapaba como una gripe. En l fondo, también creo que era una especie de depresión encubierta, disfrazada de